El buen hacer del Real Valladolid se topa con Hernández Hernández y con la efectividad de la Real Sociedad
Foto: Pasión Arbitral
Difícil es que el árbitro, en un partido de fútbol, anule cuatro goles, pero aún más complicado es que solo acierte en uno. El hombre récord es Hernández Hernández, el colegiado que permitió aquella canallada en Mestalla con aquel saque de banda a favor del Valencia –cuando fue al contrario– que acabó en gol del conjunto ché en el minuto 93 y supuso la derrota del equipo blanquivioleta en Valencia por 2-1 en la temporada 2012/13.
Pues bien, si el recuerdo de Hernández (bis) ya era infausto en Zorrilla, a partir de este jueves lo será más pese a haber pitado un penalti a favor y haber anulado un gol totalmente legal a Carlos Vela, siendo este el primero de sus clamorosos fallos. En su defensa alegaremos que, quizás, su actuación no haya sido peor que la de sus asistentes, encargados de señalar los fueras de juego que han privado al Real Valladolid, ya en la ida, del pase a la siguiente fase copera.
Diecinueve minutos después del gol mal anulado al mexicano Carlos Vela (minuto veinte, con 1-1 en el marcador) se produjo el tanto anulado a Juan Villar por fuera de juego. El asistente levantó la bandera estando el onubense perfectamente habilitado. Su golpeo por encima de Rulli alojó el balón en el fondo de las mallas, pero no valió.
Tampoco lo hizo un gol, este sí bien anulado, a Joan Jordán en el minuto 45, poco antes del tiempo de asueto. Para entonces, el Real Valladolid había dispuesto de claras ocasiones en las botas de un hiperactivo Juan Mata, quien cuajó su mejor partido como blanquivioleta. El conjunto de Paco Herrera se mostraba cómodo cediendo la posesión a la Real Sociedad, tapando por dentro con Luismi y Anuar, y saliendo de forma rápida a la contra a través de Jordán, Villar y Mata.
La segunda parte fue ya la desesperación absoluta de la parroquia vallisoletana. Primero, por el acierto de cara a puerta de los donostiarras, que veían como por medio del doblete de Juanmi sentenciaban la eliminatoria. Segundo, por ver cómo su equipo se caía poco a poco del encuentro, ayudado por unas permutas que no ofrecieron el nivel de los titulares, el cual se mantuvo durante una hora.
Y tercero, y de una forma que desesperaría incluso al mismísimo Paco Herrera, cuando en el minuto 85, ya con el 1-3 en el marcador, Drazic vería anulado su gol por un fuera de juego previo que, de nuevo, no era tal. Desesperación de Mata, de la grada y del míster, que sería amonestado por sus enérgicas y justificadas quejas.
En definitiva, la Real demostró, con ayuda arbitral incluida, que su efectividad y pegada es de un nivel superior, pero también el Real Valladolid supo cómo jugar a un equipo de mayor entidad y cómo disponer de una mayor cantidad de ocasiones de lo que lo viene haciendo últimamente. Eliminatoria sentenciada la que dejan estos factores y, cómo no, el desacertado arbitraje de Hernández Hernández.