Iban Salvador, nuevo atacante del Real Valladolid, es internacional con Guinea Ecuatorial. Destaca por su rapidez y por su carácter aguerrido

Apenas acaban de callar los últimos ecos de la pasada Eurocopa. Islandia ya es historia. Como otros lo fueron antes. Conmovió su buen hacer, su lucha. Lo compararon algunos con la gesta del Leicester. Sin embargo, tiene más parecido con el hito de otra selección, la de Guinea Ecuatorial, que en la última Copa África alcanzó las semifinales por sorpresa.
El miedo al ébola llevó a Marruecos a renunciar, por lo que se acabó celebrando en el país ecuatoguineano. De rebote, a la Nzalang Nacional le cayó también la clasificación, que ‘obligó’ a acelerar el proceso de cambio previsto por no haberse metido por méritos propios. En la lista, un puñado de jugadores de la liga local y otro de jóvenes desconocidos procedentes de otras tierras y varios de los cuales ni tan siquiera conocían la patria.
Fue el caso del portero Aitor Embela, del zaguero Igor Engonga, del centrocampista Pablo Ganet o del atacante Iban Salvador y Kike Boula, todos ellos jugadores jóvenes procedentes de la Segunda División B, como escalón más alto. Junto a ellos, Emilio Nsue y Javier Balboa eran los futbolistas de mayor renombre, a los cuales se les sumó un apellido conocido en Valladolid, el de Zarandona, representado por Iván, hermano de Benjamín y exblanquivioleta.
Con el dorsal número 15 y ‘Edú’ a la espalda –apellido de su abuelo–, compitió uno de los benjamines del grupo, un Iban Salvador que se hizo durante la preparación acreedor de la titularidad. Así, fue de la partida en los dos primeros partidos y el encargado de certificar la clasificación ante Gabón, en el tercer encuentro, con un gol de esos que desatan la euforia, que diría el tópico.
En cuartos de final, contra Túnez, se repitió el guión. Entró en el segundo tiempo, como extremo izquierdo, con el mandado y la intención de ser un revulsivo. De un pase suyo a Nsue pudo llegar el uno a cero, pero el delantero erró y los tunecinos se pusieron por delante. Balboa provocó y marcó un penalti y el choque se fue a la prórroga. Y luego marcó de falta directa. Fue el héroe, aunque él, Edú, estaba allí.
Luchador, veloz y con carácter
En semifinales Guinea Ecuatorial cayó ante Ghana, lo que no evitó que sus jugadores recibieran la consideración de estrellas. Y Salvador volvió con la consideración de ser una de las sorpresas del campeonato, gracias a su verticalidad, a su descaro y a su velocidad. Y eso que para entonces apenas tenía diecinueve años y uno y medio de experiencia en la Segunda División B.
Su trayectoria había comenzado en el Hospitalet, con cuyo primer equipo debutó con diecisiete años en Copa del Rey. En la temporada 2012/13, en la que cumplió la mayoría de edad, disputó veintiséis partidos, incluidos varios en el play-off de ascenso a Segunda, y anotó cinco goles. No era para menos que su buena campaña le llevase a firmar por el Valencia.
El tiempo que se perdió por la Copa África de Naciones no fue óbice para que acabara disputando veintinueve envites en su primer curso con el Valencia Mestalla, en los que vio puerta tres veces. Mientras, en el pasado añadió otros veintiséis y cinco perforaciones a su historial, para un total de trece como profesional en 4.800 minutos.
Puede parecer pobre su bagaje goleador, de un tanto cada cuatro partidos –cada 369 minutos, para ser exactos–, pero conviene decir que no es delantero puro. Es más bien un jugador de tres cuartos, capacitado para jugar como segundo punta o en un costado (preferiblemente el diestro).
Aunque mide apenas 170 centímetros, no rehuye la pelea; más bien al contrario, es un atacante correoso, muy móvil, fajador. No en vano, ese carácter le suele jugar malas pasadas, ya que acumula nada menos que 43 cartulinas amarillas y tres rojas en su escasa trayectoria. Es esta una de las cuestiones que ha de mejorar, sin perder un ápice de entrega.
Aunque en un extremo se pueda hablar de él como un futbolista de sangre caliente e impulsivo, en el otro se puede destacar que es enérgico y muy activo, lo que podría hacer de él, también en el Real Valladolid, un buen revulsivo. Con todo, merced a su potencial y a sus condiciones, llegó a debutar con el primer equipo che en semifinales de la Copa del Rey, frente al FC Barcelona, después de ser un habitual con este primer plantel con Nuno y Gary Neville.
De esta manera, el Real Valladolid ficha a un pequeño guerrero africano; a un jugador versátil, como es intención de la dirección deportiva, joven y con proyección, como los futbolistas que tan bien desarrolla y explota Paco Herrera y que encaja por todo lo anterior y por la ambición que inequívocamente ha de tener un chico de su edad y experiencia.