Los jugadores del filial han demostrado, un año más, su valía y compromiso con el club dejando un muy buen sabor de boca cada vez que han jugado con el primer equipo

En una temporada como la que está siendo la actual para el Real Valladolid parece difícil, por no decir casi imposible, sacar algo positivo. No lo encontraremos, o al menos nos llevará más tiempo, si nos ceñimos única y exclusivamente a la primera escuadra.
Tres entrenadores en una misma temporada, una plantilla a la que se le puede exigir más compromiso y el equipo consiguiendo la permanencia sobre la bocina indican que el año ha sido de todo menos bueno.
Sin embargo, y como viene siendo habitual en los últimos tiempos, una vez más se deja de lado al Promesas a la hora de hacer balance anual. No es culpa de la afición, al menos no toda, ya que desde la planificación deportiva insisten una y otra vez en despreciar a los «de casa»; esos de los que solo se acuerdan cuando hace falta cubrir el expediente –véase esta temporada–.
Los mismos que cada vez que son llamados para disputar algunos minutos con el primer equipo dejan un sabor de boca más que positivo. Sí, esos chavales que juegan todas las semanas en campos de Segunda B pero que demuestran más compromiso que algunos que alardean de haber disputado tantos partidos en Primera que han perdido la cuenta.
Para ejemplo, la más que correcta actuación de José en el partido contra el Girona. El canterano fue el mejor del partido cuando este parecía abocado a ser un tostón más. Son ya demasiadas las veces que un jugador del filial es el que más destaca en un Pucela que parece sumido en la ignorancia en cuanto al Promesas se refiere.
José es el último de la lista de canteranos que han aportado, en momentos puntuales, la frescura y confianza que tanto le ha faltado a los blanquivioletas esta temporada. Anuar o Ángel son tan solo dos ejemplos más de jugadores que han demostrado más en unos minutos que otros durante todo el año. Julio, por su parte, no desentonó cuando actuó.
Que sí, que también son necesarios jugadores que aporten veteranía y sabiduría al vestuario, pero, ¿por qué buscarlos fuera cuando lo tienes en tu propia casa? ¿Hasta cuándo van a tener que estar demostrando los jugadores del Promesas que son tan válidos, o más, que los que llegan de fuera?
Quizás en el caso del mencionado Anuar todavía sea precipitado pensar en su ascenso al primer equipo, pero Ángel y José se presentan como candidatos más que viables para formar parte de la futura plantilla la temporada que viene. La afición así lo quiere, como se encargó de recordar un sector de la grada este martes al corear el nombre del talaverano o proferir otros cánticos.
No es de extrañar que la parroquia blanquivioleta clame para que se termine el desprecio hacia los jugadores del filial. Un segundo equipo que, una temporada más, ha compensado los sinsabores del primero y ha sido la nota positiva del año. Cabe recordar que el Promesas, que certificó su salvación a principios de este mes de mayo, finalizó el año en un más que meritorio decimotercer puesto.
Una vez más, la decisión está en manos de la directiva. La misma que lleva mucho tiempo ignorando las innumerables señales que le llegan de las categorías inferiores; la que luego se lamenta cuando ve la trayectoria del que un día fue canterano y ahora triunfa lejos del José Zorrilla. Ojalá no sea demasiado tarde y se den cuenta, esta vez de forma definitiva, de que el filial tiene mucho que aportar.