Otro canterano vuelve a ser de lo mejor en otro nefasto partido

El Girona pareció conformarse con el empate ante el equipo con peor dinámica de toda la liga. Por si esto fuera poco, se conformó de mala manera, o lo que es lo mismo: su juego fue paupérrimo y ni siquiera el mal desempeño blanquivioleta pudo ocultarlo.
Si de hacer mal las cosas en el Real Valladolid hablamos –equipo que fue menos malo que su rival en la segunda parte--, tarde o temprano tiene que aparecer el nombre de Borja Fernández. Con sentir los colores y no sufrir la apatía general del equipo –que contra el Girona fue menos que en citas anteriores– parece justificada su aparición en el once inicial vallisoletano.
El madrileño, que en la primera parte del encuentro más pareció ser Borjamari o Pocholo en su asombroso mundo que un jugador aprovechable para un equipo de Segunda División, se empeña en demostrar día tras día cómo cualquiera puede hacerlo mejor que él. Eso sí, en este Real Valladolid, poder no es querer, y quizás sea este la razón por la que Borja continúe sumando minutos.
Quizás… hasta que miramos hacia abajo, y no me refiero, precisamente, a la clasificación. ¿Cuánto más necesita hacer un jugador del filial en este equipo para disfrutar de una titularidad? Anteriormente fueron Ángel y, sobre todo, Anuar quienes fueron de lo mejor blanquivioleta sobre el pasto. En este caso, esta distinción, en realidad terrible, cayó sobre José, el mejor jugador del Promesas en esta temporada.
Salió con algo más de veinte minutos por delante –lo cual ya es un logro– y arrancó dos cánticos en su favor, uno de ellos incluso merecido. Cierto es que esos jaleos hacia su figura fueron más un ataque directo a esa idiosincrasia de club que niega la oportunidad –y a veces la mayor– a la cantera.
Sin embargo, no es menos cierto que aquella acción en la que José recibe el balón en el medio del campo y con desparpajo, velocidad y confianza emprende una conducción que le lleva hasta el área rival, donde, finalmente, dispara flojo y raso a las manos de Becerra, fue la única donde un jugador del Real Valladolid en acción individual intentó despertar el partido del letargo en el que estaba sumido.
Este punto cosechado frente al Girona es, casi seguro, el de la salvación definitiva. Eso sí, vivir de esta manera es hacerlo arrodillado, y aunque nadie a orillas del Pisuerga prefiera la muerte, muchos intuyen que la vida, con José, sería una #FelizVida.