Ángel vio puerta dos veces en Pontevedra y dio la permanencia al Promesas después de un año complicado, en el que no ha brillado por culpa de las lesiones, pese al cual se prevé su salto definitivo al primer plantel

Cuando Ángel llegó, quizá porque no era conocido, su nombre no estaba en los onces que aquellos que van a Los Anexos recitaban. Precedidos por su fama, otros eran favoritos para ser titulares. Y sin embargo, las jornadas fueron pasando y él lo sería hasta en 34 ocasiones. Fue el cuarto jugador de campo con más minutos –quinto en total– y el tercer máximo goleador. Toda una sorpresa.
Rubén de la Barrera le sacó mucho partido. Él, certero en el centro, hábil en el arte del ‘toca y vete’ y potente físicamente, siempre encontraba un gramo más de fuerzas para, profesional infatigable, seguir trabajando, creciendo en la categoría. Y así, con el paso del tiempo, su titularidad sorprendía cada vez menos, incluso cuando comenzó a ser un asiduo en el lateral izquierdo, por detrás de donde se desempeñó en un principio. Por eso, cuando se anunció que haría la pretemporada con el primer equipo, no hubo demasiado asombro; se lo había merecido.
Allí donde otro hubiera dudado, Gaizka Garitano no titubeó: sería su segundo lateral zurdo. Si alguien iba a estar cerca del primer equipo sería él, como se demostró no solo con sus minutos en Copa del Rey; también con los que disputó ante el mismo rival, el Real Oviedo, en su debut liguero, dos partidos en los que, si no el mejor, fue de los mejores. Pero luego echaron a Gaizka, y llegó Portugal. Y aunque en el pasado había sido hombre de club, de cantera, le pudo el corto plazo.
A sus órdenes jugó contra el Lugo y repitió contra el Alavés, pero en este encuentro no anduvo fino y desapareció para nunca más volver (por el momento). Más tarde, en el mercado invernal, llegaría Nikos, para dar mayor fiabilidad que la que ofrecía Hermoso al puesto y para dar continuidad a ese cortoplacismo. Sin embargo, en el filial tampoco tuvo continuidad: las lesiones le han lastrado.
Si bien acumula veintidós apariciones y veinte como titular, sus minutos y sus cifras goleadoras se han visto reducidas debido a los problemas físicos citados. No obstante, y aunque alguno pudiera tildar este hecho de irresponsabilidad, suya o de su entrenador, ha demostrado su compromiso con el Promesas forzando para jugar tocado en varias ocasiones.
En la sala de prensa de Pasarón, después de marcar dos goles que valieron para dar la vuelta al marcador y sellar la permanencia matemática un año más en Segunda B, Borja Jiménez así lo reconoció. Fue por ello que lo definió como «un profesional muy muy grande» y que le agradeció «el esfuerzo que ha hecho durante todo el año». Uno que encontró el premio con su rúbrica de la salvación.
A la espera del salto definitivo
La cantera, y más en el contexto actual que vive el Real Valladolid, da siempre para un amplio debate. Es también a veces generadora de demagogia, como se puede comprobar después del debut en liga de Anuar. A lo largo de esta semana, El Mundo-Diario de Valladolid ha puesto nombres a lo que publicó este portal hace casi un mes: que dos o tres jugadores del Promesas ascenderán al primer plantel la próxima temporada; al menos, José y el propio Ángel.
Después de dos temporadas jugando asiduamente en el Promesas, Anuar tiene difícil continuar, debido a que no es parte de esa posible terna, explicaba El Diario de Valladolid y ha contrastado este portal a través de su entorno. Tras su estreno liguero, se espera que el escenario cambie… siempre que tenga continuidad en estas últimas jornadas, algo que, pese al clamor popular, no está ni mucho menos garantizado, pues cabe recordar que su debut se debió a las bajas con las que contaba Alberto López, que tiene a cuatro jugadores en su posición.
En todo caso, volviendo al madrileño, el ascenso casi definitivo –porque siempre puede aparecer un técnico de turno que lo rechace, como Djukic a Javi Navas y él y otros tantos a Quique– es merecido. Aunque su rendimiento ha estado limitado por las lesiones ya comentadas, su perfil se ajusta a varios que podría buscar quien ocupe en el futuro el banquillo del Real Valladolid, toda vez que puede actuar en los dos puestos del lado izquierdo y sus características le permiten adaptarse a un juego combinativo o a otro más vertical.
La profesionalidad a la que aludía días atrás Borja Jiménez es una característica bien valorada por la dirección deportiva, que está encantada con su compromiso y ya demostró previamente que confía en sus aptitudes. Y es que Ángel es como un martillo: martilla, martilla, martilla hasta conseguir su objetivo. El doblete en Pasarón fue una prueba. Otra lo será ese salto al primer equipo, forjado en su tenacidad y perseverancia, en su capacidad de adaptación y, cómo no, en su fútbol, que de eso también tiene mucho.