Miguel Ángel Portugal defendió su cosecha en su despedida, si bien esta es escasa para «estar arriba» como él mismo defendía que creía que iba a estar el Real Valladolid

Miguel Ángel Portugal ha abandonado el Real Valladolid como un señor, aunque dejando un mensaje cuanto menos extraño. Después de proclamar continuamente que creía que su ya exequipo iba a «estar arriba», en la carta de despedida publicada en su página web dice textualmente que «tal vez hemos sido muy optimistas» con respecto a su evolución.
Aunque sin un reproche, sin una mala palabra, sabedor de que los resultados mandan, el entrenador burgalés viene a destacar en su misiva la dificultad de la empresa, por la dificultad de la categoría y por la dinámica que llevaba el Real Valladolid cuando llegó. Y en su despedida, el paño seguía caliente. Se resguardó en la mala fortuna al hablar de oportunidades falladas y puso en valor los 36 puntos obtenidos en las veintiséis jornadas en las que ocupó el banquillo.
Sin embargo, 36 puntos no son tantos en una Segunda División que es una carrera de fondo, en la que sí, por momentos sus buenos resultados habrían convertido al Pucela en tercero de no ser por el mal arranque de curso, y en la que no, con 46’1% un de la cosecha no basta.
Porque eso obtuvo. Ni siquiera la mitad de los puntos. Así, el sumar uno solo de los últimos quince ha llevado a su despido como intento de que el técnico que venga sea clavo ardiendo de aquello que el Real Valladolid quiera ser en lo que queda de curso. Por descontado, no es él el máximo culpable, si bien ha sido incapaz de revertir la situación, al menos en la medida deseada, que debía acabar con el conjunto blanquivioleta más próximo a los puestos cabeceros que a los de descenso.
Tomando esa vara de medir, los 36 puntos sobre 78 posibles, desechando las iniciales en las que Gaizka Garitano fue el técnico, la clasificación sería la siguiente:
Como se puede comprobar, la cifra de puntos obtenida por Portugal no serviría para estar en promoción si se prescindiera de esos nueve primeros encuentros. Claro, que sí, el Real Valladolid estaría más próximo a la promoción, aunque en la undécima plaza, con otros cuatro equipos de por medio.
A pesar de buenas actuaciones como las realizadas ante Córdoba CF, Real Oviedo o Real Zaragoza, pese al resultado final, es innegable que la dinámica es mala, con el equipo a la deriva. De hecho, es la peor del curso, puesto que cuatro derrotas en cinco partidos ni siquiera Garitano los cosechó.
Y lo peor era el discurso, irreal, indicativo aún de que las matemáticas estaban del lado de los blanquivioletas, negando la mayor: que se había entrado en barrena, como se demostró en Pamplona, el detonante y el acabose, por la falta de autocrítica, al menos y la carencia de realismo que el ya extécnico demostró en sala de prensa.
La honestidad demostrada hasta el final es lo mínimo que se puede pedir a un profesional, cuando de una persona se destaca precisamente eso, que es tal. Con el paso de las jornadas, el Real Valladolid ha sido un reloj parado, que dio dos veces bien la hora. Por crudo que sea, por tratarse del despido de un profesional (decíamos…), sobre el papel el cambio parece lo mejor, desde hace semanas. El tiempo dará o quitará razones.