El nuevo coordinador del CD Victoria, antiguo del CD Parquesol y expresidente del Rayo Simancas, considera que el nivel en la región es el suficiente como para que hubiera un equipo en la élite del futfem
Santos García es una de las voces más autorizadas, si no la que más, para hablar del nivel del fútbol femenino en Valladolid y Castilla y León. Comenzó su andadura en el fútbol «casi por accidente» y acabó entregado por devoción, la que siente por ‘sus’ chicas, por todas aquellas que han pasado por los distintos clubes en los que ha estado hasta llegar al que será su nuevo proyecto, el CD Victoria. Pero aun así, a pesar de esa devoción, trata de ser objetivo: está convencido de que hay nivel en Castilla y León como para que haya un equipo en Primera División.
¿Qué lleva a Santos a pensar que Castilla y León debería tener un equipo en Primera?
Que hay grandísimas jugadoras. Sin ir más lejos, aquí en Valladolid las hay buenas. Luego está Sara en la Arandina, Cristina en el Santa Ana, varias en León, otras como Natalia Arranz o Carolina Díez que están fuera, las que están en el Atlético, Anabel Morán… Cuando el Real Valladolid desapareció, algunas se fueron al fútbol sala. Hay chicas como Sandra Sánchez o Laura Fernández, que se han sacrificado mucho y son grandísimas jugadoras, aunque a lo mejor aquí no se las puede conocer tanto porque el futfem no se ha puesto tan de moda.
Pero con ellas no es suficiente…
No, pero ellas pueden ayudar a otras jugadoras de menor nivel que se acoplen y sigan aprendiendo. No es lo mismo que jueguen solas cuatro chicas muy jóvenes que meterlas con varias o con esa experiencia. Unas enseñan y las otras se ven potenciadas.
¿Cómo es la situación en otros sitios? ¿Qué se podría mejorar?
En Galicia, por ejemplo, se apuesta más por el fútbol femenino. En el Olivo hubo un tiempo en el que a cada jugadora le pagaban una manutención, y cambian publicidad por trabajo, también. Podría ser una posibilidad. Las que vienen a estudiar están de paso; estaría bien que alguna empresa se implicara de alguna manera. Es difícil hacer que se desplacen sin esa retribución. Pero es más importante la base, si no tienes base, no tienes nada. si no hay esa juventud, puedes sacar plantilla para un regional, por ejemplo, pero te puede faltar identificación o formación. Así empecé yo en Simancas. Es bueno, además, tener un regional, como tendremos en el Victoria, para que vean la continuidad, que su trabajo tiene un reflejo más arriba.
¿Valoras entonces como fundamental el contar con esa cantera?
Sí. Yo creo en ello, por eso dejé todo lo que tenía en Parquesol, por la base. A veces los clubes son muy exquisitos, quieren su equipo, pero ese equipo hay que formarlo, y desgasta mucho tener que estar buscando y luchando año tras año. La única manera de no tener que hacerlo es así, con cantera, porque creces desde abajo. Esa es la forma de garantizarte a las chicas.
¿Cómo es la atracción de esas jugadoras?
En fútbol femenino las chicas se mueven mucho por amiguismos; en el masculino llama más la categoría. Ellas se unen y si se va una se van todas detrás, porque son amigas. Creo que eso no es del todo bueno y que deberá cambiar algún día, porque cada una tiene diferentes cualidades. Además, hay padres o madres que están más cómodos con su hija jugando con chicos que en un femenino y jugando contra ellos. Pero Valladolid, con las fichas que tiene, tendría que tener algún club que trabajara ya desde la escuela o desde prebenjamines.
¿Cómo es esa evolución mientras están con niños?
A la niña la arropan, pero a la hora de soltarla, a veces les cuesta. Existe paternalismo, y cuando tengan que jugar con otras chicas mayores, van a sufrir más, aunque con ellos cojan mayor madurez. Lorena de Castro o Laura Fernández jugaron hasta más tarde en mixto porque convenía. Parece que si la chica vale me la quedo porque va a aportar y si no la invitamos a ir a un equipo femenino. Son como peones.
Foto: Ricardo Otazo
Con todo, en el Victoria ahora te encontrarás este mismo problema.
Sí, porque vamos todos a por la misma pieza, a ver si me la como, aunque yo respeto a los clubes. La competencia es alta y aquí partimos de la nada. Los clubes, además, se pueden sentir invadidos aunque no tengan fútbol femenino. En la Escuela [de la FCyLF] sí que puedo ofrecer nuestra opción como alternativa a las demás. Ese proceso ya lo viví anteriormente; cuando desapareció el Palencia, por ejemplo, me recomendaron a varias jugadoras, entre ellas Ainoa Campo. Venía de Calahorra de Boedo (Palencia), me dijeron que sería difícil, yo propuse hablar con el alcalde de su pueblo para que la becase y resultó ser su padre, pero vino, estuvo en la selección y mira dónde está ahora, se ha recuperado de la rotura de cruzado, y está jugando.
Volviendo al tema patrocinadores, será difícil también hallar a quien confíe…
Puede, pero los patrocinadores no son tontos: cuando patrocinan al fútbol femenino, y no al fútbol en general, es porque quieren que ese dinero vaya íntegro a las chicas y porque creen en ellas.
En lo personal, ¿todo este trabajo provoca desgaste?
Yo entré en esto un poco por accidente, pero todo engancha. Me gusta mucho viajar y la responsabilidad, en mi trabajo tuve varios cargos de responsabilidad, soy muy perfeccionista y gracias a dios me van saliendo las cosas. Yo me siento pagado y orgulloso de mi trabajo cuando los padres te lo reconocen o veo dónde están, pero es verdad que necesitamos que haya más unión entre los clubes y que en lo económico haya más aportación privada. Tenemos que buscar un Grupo Norte o un Perfumerías Avenida.