El filial del Real Valladolid ha pasado de proyectar 46’4 puntos con Rubén Albés a solo 24’3 después de que Borja Jiménez se hiciera cargo del equipo, tras ascender el primero al primer plantel
Foto: Alba Oliveros
Nueve jornadas Rubén Albés, otras nueve Borja Jiménez. En total, diecisiete puntos, once obtenidos por el primero y seis por el segundo; diez menos que hace un año. Cinco puntos de diferencia entre uno y otro técnico que marcan no necesariamente una distancia entre los métodos de uno y otro, pero sí por lo menos en el resultado.
El Real Valladolid Promesas ha evidenciado en las postrimerías del 2015 un franco deterioro en el rendimiento global que, dicho sea de paso, se podía aventurar antes del cambio en el banquillo, toda vez el plantel no cuenta con un fondo de armario, hoy, acorde a la categoría.
La apuesta formativa de gente de la casa se entendió prioritaria en verano, a la vez que hubo una reducción en el ya mermado presupuesto para la confección de la plantilla. Con Rubén Albés –aunque no necesariamente por él–, las deficiencias quizá no se vieron demasiado. Con Borja Jiménez, una vez el primer equipo requirió de los servicios del primero y, en repetidas semanas, de varios jugadores, la cosa ha cambiado.
La aparición de la segunda unidad por la ausencia de la primera y el cambio de entrenador han reducido las prestaciones sobre el césped, tanto en números como en sensaciones. Así, mientras que con Albés se sumaron once puntos, con Jiménez han llegado solo seis, siempre sobre veintisiete posibles.
Aunque en el mismo periodo de tiempo los dos ganaron dos partidos, la diferencia la marcan los resultados obtenidos en los siete restantes: cinco empates y dos derrotas con el gallego y siete caídas con el abulense. Así, el filial ha pasado de ser un equipo al que le costaba ganar pero era difícil de batir a experimentar el primer problema y sumar, a este, que con poco los rivales les ganan –véase los casos del Pontevedra, de la Arandina o el Logroñés–.
En estas nueve jornadas, se ha mantenido el problema ya advertido a domicilio allá por noviembre. Si con Albés fuera de casa se obtuvieron solo dos puntos sobre doce, con Jiménez, ha habido una pequeña mejoría, en forma de primera victoria —en Gijón— y mutando el 16’7% de cosecha fuera de casa a un todavía escaso 20%.
El problema mayor viene en Los Anexos, donde el Promesas no había caído con su primer entrenador y, con el segundo, lo ha hecho en tres ocasiones. El nueve de quince con Albés suponía un nada desdeñable 60% de las unidades puestas en juego en casa, mientras que el tres de doce reduce el botín a solo un 25%.
De esta manera, el Real Valladolid B ha pasado de sumar un 40’7% de los puntos y proyectar 46’4 a un exiguo 31’5% y a una proyección de 35’9, con un agravante, y es que con su nuevo técnico solo ha conseguido un 22’2% de los puntos y, de seguir así, tan solo obtendría 13’3 más que sumar a sus diecisiete en los veinte encuentros que restan de competición.
Casi los mismos goles y unos cuantos más encajados
Analizando los goles marcados, cabe destacar que con Borja Jiménez se ha marcado uno más –nueve– que con Rubén Albés –ocho–. La mejoría, por tanto, existe pero no es muy evidente. Mientras tanto, en el caso de los tantos encajados, el filial pasó de recibir nueve con el gallego a diecisiete con el abulense.
Con su primer técnico, el Promesas promedió 0’9 goles por encuentro, por uno encajado. Aunque marcó solo en cuatro de las nueve jornadas, fue capaz de mantener su portería a cero seis veces. Con el segundo, elevó la media de tantos marcados a uno por envite, pero, sin embargo, empeoró en el plano defensivo y ha venido recibiendo una media de 1’9 goles por partido.
Las sensaciones en ataque son semejantes: el filial sigue siendo capaz de crear peligro, relativo, puesto que no culmina –ha marcado en cinco de nueve oportunidades–. Y, por contra, el rival ve puerta con demasiada facilidad y solo en una ocasión ha dejado su meta a cero.
Estas cuestiones, empero, se pueden deber no necesariamente a un empeoramiento en la dirección técnica, sino quizá o también a las bajas ocasionales de Ángel y José, dos de los mayores activos en ataque, por contar para el primer equipo, y a las del propio Ángel, Arroyo o Cristian, habituales titulares en defensa y, los dos últimos, lesionados durante varias semanas.
Peor disciplinado
Cabe hablar, por último, de la disciplina del equipo. Con Rubén Albés al mando, el filial vio 21 amarillas y dos rojas. En las nueve jornadas sucesivas, a las órdenes de Borja Jiménez, fueron 37 las cartulinas del primer color vistas y cuatro del segundo. Por hablar de promedios: se ha pasado de 2’3 amarillas y 0’2 rojas por encuentro a 4’1 y 0’44, respectivamente.
Con todo, se puede hablar de un empeoramiento del Real Valladolid Promesas en todas sus facetas tras el cambio de entrenador. Sea culpa o no de Jiménez, lo cierto es que es su deber el lograr una mejoría en todos estos campos. Solo así, si crece, el filial encontrará el objetivo y el anhelo de la salvación.