El Valladolid tiene un problema claro en ataque. Y no solo tiene que ver con la falta de gol. Dentro de la realidad del equipo blanquivioleta y la necesidad de goles y puntos, el conjunto de Álvaro Rubio han ido perdiendo capacidad para sorprender, pues los rivales tienen la facilidad para encarar los recursos limitados del equipo en materia ofensiva. Un Valladolid previsible, sin demasiadas opciones para cambiar los partidos y poca capacidad para incomodar más allá de lo conocido.
Si el equipo suele atacar siempre por izquierda, es fácil intuir cuáles son las armas del Pucela. En ese sentido, las opciones son muy limitadas. Raúl Moro se ha convertido en el hombre orquesta del Real Valladolid en ataque. El jugador catalán personifica el miedo en los ojos de los rivales por su capacidad para generar desequilibrio, pero según pasan las semanas se hace insuficiente para desequilibrar al rival. En banda izquierda, la presencia de Moro es fácilmente neutralizable sabiendo que no hay muchas más recursos. Ni en segunda línea (tras la venta de Monchu), ni en derecha (por la baja regularidad de Iván Sánchez o la falta de nivel de Amath), ni por el centro (con la sequía de Latasa, Sylla o Marcos André) consigue el Real Valladolid facilitar que su ataque sea diverso. No hay armas más allá de Moro. Y eso lo nota el Pucela.
Los resultados no son buenos y la realidad del equipo en ese sentido provoca que la lectura ofensiva del Pucela sea pobre y muy previsible. Desde la cantera, una figura como la de Xavi Moreno parece pedir sitio para poder sumar en ese perfil, pero no tiene aún la confianza para sumar dentro del primer equipo, así como Arnu o perfiles que ya tuvieron minutos como Maroto o el propio Chuki no son capaces de ser regulares ni asegurar la capacidad para ser útiles en una realidad exigente y muy complicada en el marco de la lucha por la salvación.