Se suele decir que un equipo fuerte en casa suele tener opciones de salvarse incluso con una plantilla mediocre. La realidad es que este Real Valladolid, que pasa por uno de sus momentos más duros en los últimos 25 años, no consigue siquiera convertir en aliado ese estadio que, en los últimos tres años, ha ido convirtiendo las campañas de abonados en récords absolutos de apoyo al club vallisoletano. Su capacidad para aglutinar apoyos cada dos semanas en el José Zorrilla no ha servido para que el equipo haga de su casa un refugio.
El jugador número 12, como se refirió este fin de semana Mario Martín al público de Zorrilla, no ha sido suficiente para que el equipo este año pudiera hacerse fuerte en casa. Sin ser fuertes en casa, es complejo ser capaz de competir con claridad. Hacer de tu casa un castillo inexpugnable suele ser uno de los primeros pasos clave para que los pequeños se hagan grandes, pero Zorrilla no ha sido ni mucho menos un fortín en la presente campaña. Solo 13 puntos cosechados en los 14 partidos que ha jugado en casa. Son un total de tres victorias (ante Espanyol, Valencia y Betis), cuatro empates y siete derrotas. En casa, de hecho, sólo ha sido capaz de marcar 8 goles.
Los 21 goles en contra en el José Zorrilla (una media de tres goles en contra por derrota) no sólo evidencia una falta de capacidad defensiva muy notoria, sino una incapacidad para limitar los daños en un recinto que, en otras ocasiones, ha sido la clave para encontrar el camino al objetivo. La temporada pasada, sin ir más lejos, el Real Valladolid fue el mejor equipo de Segunda División en casa, con 47 puntos logrados, 14 partidos ganados, 5 empatados y con solo dos derrotas.
En la última temporada en Primera, incluso, el Pucela fue fuerte en casa, siendo el decimotercer clasificado de LaLiga en casa, con 28 puntos y solo siete derrotas en el José Zorrilla. En total, en toda la temporada, el equipo encajó 25 goles en casa, cuatro más de los que ya lleva hoy el Pucela con diez partidos aún por delante.