El Real Valladolid volvió a caer en casa, esta vez ante un Celta de Vigo que, a pesar de que las sensaciones fueron bastante más cercanas a su superioridad, solo pudo adelantarse con un gol de penalti señalado sobre una mano (muy discutible) de Javi Sánchez. Marcos Alonso consiguió marcar desde los once metros y el equipo de Pucela volverá a quedarse sin premio tras un partido en el que, esta vez sí, mejoró en algo sus sensaciones. A pesar de todo, siguen viéndose cuestiones muy negativas en el afán productivo de un Valladolid a pocos pasos del abismo de la Segunda División.
No hay alturas intermedias ni perfiles creativos
Al Real Valladolid le cuesta mucho progresar con cierta capacidad creativa y se convierte en un problema bastante recurrente. Y no, no tiene demasiados perfiles para perseguir el crecimiento en ese sentido, pero lo cierto es que la mejora del equipo pasa también por crecer en esa búsqueda de la creación. En cada partido se aprecia esa facilidad que tienen los rivales para poder controlar el ritmo del partido y dominar, consiguiendo que el Real Valladolid se hunda. Los jugadores que suelen formar en la medular están muy determinados por ese perfil destructor o de equilibrio, como es el caso de Grillitsch, Juric o Nikitscher. Los futbolistas que podrían funcionar en este rol no parece que tengan un nivel contrastado aún, como podría ser el caso de Anuar o Chuki, por lo que las opciones son muy pequeñas para que Álvaro Rubio integre jugadores que sumen en ese área.
Ataques muy previsibles
La mitad de los ataques del Real Valladolid se crearon a partir de la banda izquierda y todos los disparos desde la parte central del área, impidiendo cierta capacidad de sorpresa. Incluso podríamos asegurar que el Celta de Vigo tenía claro antes del partido que el peligro del Valladolid vendría siempre por el perfil de Raúl Moro, que fue el más activo en cuanto a intensidad y facilidad para tratar de crear oportunidades desde su banda. Y más que un plan, es una consecuencia de no tener futbolistas que puedan amenazar desde el perfil contrario. Sólo en la segunda mitad, con la entrada de Iván Sánchez y la contribución de Chuki también cayendo a ese perfil, se vio algo de protagonismo en la derecha.
Defensa, de nuevo, superada
El Real Valladolid volvió a mostrar una endeblez enorme a la hora de presionar o crear dificultades a su rival, sobre todo hacia adelante. A pesar de todo, el equipo fue capaz de ganar 55/77 duelos durante el partido, pero el grueso de estas acciones favorables dependió en gran medida de jugadores no en línea de defensa, salvando a Aznou, el mejor colocado en estas acciones con 4/7 ganados en su partido. Entre Martio Marín, Sylla, Anuar, Iván Sánchez y Nikitscher encabezan los números positivos del Real Valladolid a este respecto. En cuanto a acciones defensivas, encabeza Aznou de nuevo, con nueve acciones en las que se desenvolvió con capacidad ante sus rivales. Javi Sánchez bloqueó en dos ocasiones acciones de cara a portería, siendo la tercera la que provocó un penal muy ajustado y cuestionable que acabó por dar la victoria al Celta de Vigo.
Conclusión
Un nuevo ejemplo de la fragilidad del equipo, a pesar de que las opciones creadas durante el partido pudieran haber mostrado una cara más amable de un Pucela que, si bien no mereció ganar, sí mereció no perder. Un paso adelante que sabe a poco en cuanto a sensaciones y que se queda muy corto con la realidad clasificatoria del equipo pucelano de cara a lo que queda de competición, a pesar de que la realidad matemática aún deja espacio para las dudas.