Ser líder es una cuestión de práctica. Y eso Iago Aspas lo sabe muy bien. La mayoría de las ocasiones su calidad lo ha colocado en un lugar destacado para que los demás lo vean como lo que es: La gran clave de un Celta de Vigo que ha bebido continuamente de la facilidad que tiene para echarse el equipo a la espalda. Pero es que Aspas, además, también sabe ganarse ese puesto lejos de los focos.
Las últimas dos temporadas, el Celta ha vivido de lo que Iago Aspas ha podido alcanzar. La realidad del equipo no siempre ha sido fácil, pero el de Moaña sí ha sido capaz de estar a la altura de las circunstancias en todo momento. Es por eso por lo que la intención de que sea el un líder más enfocado a dirigir que a marcar la pauta estadística hoy parezca lógica. En un Celta lleno de niños, su experiencia es un camino en el que transitar con seguridad.
Bien lo sabe Giráldez, que siempre que ha podido ha mezclado a la perfección los diez ingredientes restantes de un once en el que Aspas suele ser siempre la guinda del pastel. Esa mezcolanza, unida a la calidad de cada uno de los condimentos, hace que este Celta sea un equipo muy difícil de encarar. Con su edad y la dificultad de no notar el peso del paso del tiempo, Aspas sigue siendo un elemento de gran importancia para hacer de este Celta de Vigo una realidad actual… y futura.
Y, aun así, sigue siendo el rey…
Esta temporada, incluso con problemas físicos y de regularidad, el futbolista gallego está siendo capaz de ser el máximo exponente también en el terreno estadístico. Ocho goles y tres asistencias ya en LaLiga, en los 1.383 minutos que ha jugado (divididos en veintiún partidos). Su ausencia, no obstante, se está notando menos por la capacidad de los jóvenes de rellenar su espacio y, sobre todo, por el aporte de un Giráldez que es capaz de cubrir con táctica un vacío tan grande como el que deja a veces el ‘Príncipe de las bateas’.