Es curioso cómo algunos de los mejores perfiles jóvenes se empeñan en tirar por tierra una de las grandes frases que han venido a anunciar al fútbol que, en los últimos tiempos, está desapareciendo la figura del mediapunta. Quizá se está reinterpretando, pero el talento no deja de surgir, aunque se utilice de distinta forma. Fer López es uno de esos argumentos. O una de las excepciones que confirme la regla.
Nacido en Madrid en 2004, Fer López se desplazó muy pronto a Galicia con su familia, lo que le permitió ser pronto captado por la cantera celeste. El Celta de Vigo supo reconocer el talento, pero dudó de su físico. Es por eso, quizá, que lo mandaron a madurar a un destino común para muchos de los canteranos de su escuela. El Rápido de Bouzas podrá decir dentro de unos años que este talentoso mediapunta surgido en el Celta llegó a jugar con su camiseta.
De esa corporalidad dudosa acabó surgiendo precisamente una de sus grandes habilidades: Despistar. El centrocampista engaña a cualquiera que lo vea. Porque Fer López es una contradicción. Es pícaro, aunque tenga cara de bueno, tiene desborde, aunque le falte velocidad y tiene agilidad, aunque sea alto como un ariete (cerca del 1.90). Dentro del Celta, incluso, se encarga de engañar de nuevo cuando, conociendo su habilidad por dentro, Giráldez lo pone casi como un extremo, sabiendo que siempre va a tirar la cabra al monte.
La comparación odiosa y la realidad patente
Iago Aspas es el Rey. Y todo Rey necesita un heredero. Quizá es ahí donde nace gran parte de la realidad extraña en la que a Fer López se le quiera mezclar con la figura de un futbolista como Aspas. El reconocimiento al canterano pronto se nubla en exigencia y la realidad es que no es conveniente que su meta sea igualar los registros del de Moaña y ni siquiera ser su sombra.
Aunque haya similitudes (el paso por el Rápido de Bouzas, por ejemplo), la realidad es que futbolísticamente, ambos han hecho viajes contrapuestos. Y, aun así, es lógico que se le quiera buscar protagonista a tal herencia. Lo que está claro es que el Celta tiene un diamante aún por interpretar en Fer López. Un lienzo casi en blanco que Giráldez pretende utilizar desde ya, sabiendo que la exigencia en este Celta tiró de él en tiempos de dificultad, pero que el presente le exige un punto más.