Alcanzar la mayoría de edad está asociado al fin de ciertos impedimentos y al inicio de determinadas responsabilidades. A Adrián Arnuncio le habrán recordado al llegar a los 18 años tanto unas cosas como las otras, porque por más generaciones que pasen, reciban la letra que reciban como acompañamiento, siempre es así. Sucede, sin embargo, que Arnu tiene el foco en seguir creciendo en el Real Valladolid; en crecer en participación y engrosar las cifras de tal manera que pueda llamar a la puerta de Álvaro Rubio y decir «aquí estoy yo».
Hasta el momento, un gol y dos asistencias decoran su tarjeta de presentación, una cifra un tanto exigua que no va en deterioro del potencial que se le vislumbra. No en vano, a esos 18 años, recién cumplidos este pasado martes, ha llegado siendo el segundo jugador más joven en debutar en Primera División con la camiseta blanquivioleta, un sueño que cumplió en diciembre y por el que decidió rechazar diferentes ofertas en verano.
Sucedió lo mismo en enero, cuando el Mirandés, como en septiembre, quiso su cesión, además de no perderle de vista un Real Madrid que se decía ambicioso antes de arrancar el mercado invernal. Sin embargo, la respuesta fue la misma para todos: no se movía de Pucela, donde ha ido madurando su fútbol a una mayor prisa de la que puede parecer, puesto que, a falta de una explosión goleadora, ha quemado etapas y se ha convertido en un fijo con las categorías inferiores de España, en la que suele ser el ‘nueve’ de la Selección.
La confianza existente en todos los estamentos del club se manifiesta también en esas negativas, confirmadas por la dirección deportiva de Domingo Catoira ante cualquier canto de sirena. Y mientras tanto, ahora con Manu Olivas en el banquillo del Promesas, busca hacerse acreedor de otra oportunidad con la misma paciencia que le acompaña siempre, sin que los números mayores de quienes le rodean supongan un desvío en el foco, puesto que, a falta de embocar ocasiones como la que tuvo contra el Guijuelo, el trabajo está.
‘Megatrón’, como es apodado en Los Anexos, es uno de los principales exponentes de una cantera en cuyo filial brotan los juveniles, ya que han sido unos cuantos los que han tenido participación. Esta etapa, llamada aún de formación, no la agotará hasta la campaña próxima, en la que se espera mucho de su evolución o, incluso, un protagonismo mayor en ese primer plantel que sigue siendo un sueño.