Hubo un tiempo que el viaje de Argentina a España casi era obligatorio hacerlo con parada en Galicia. A mediados de la década de los setenta, en medio de la efervescencia del fútbol europeo y la debacle mundialista de 1974 por parte de los combinados sudamericanos, un argentino tomaba la decisión de viajar a España para jugar en el moderno fútbol europeo. Esa puerta a Europa le supuso a Fenoy empezar una carrera que le llevaría a no jugar más en su continente.
Aunque Carlos Alberto Fenoy ya había parado bastante en Argentina. Desde su debut en Newell’s Old Boys, ‘El Loco’ logró exponer su estilo como guardameta. Primero lo hizo en Newell’s y, más tarde, en Vélez, su último equipo en Argentina antes de cruzar el charco. Nacido en Buenos Aires en 1948, Fenoy llegaba a España para firmar por el Racing, aunque a última hora, por mediación de un representante del club gallego, acabó fichando por el Celta de Vigo.
El club vigués acababa de descender al segundo nivel del fútbol español y planteaba el regreso como un objetivo más que obligado. Se cumplió, pero no fue sencillo. Ese año, tras Mariano Moreno, entrenaron para los celestes otros dos técnicos: José Villar (como interino) y Carmelo Cedrún. A pesar de las dificultades, Fenoy fue una de las grandes certezas del equipo en la portería. Sus guantes parecían querer todas las pelotas cercanas y ayudaron en gran medida a conseguir un objetivo que a comienzo de temporada parecía lejano.
Desde enero de 1976, el equipo no perdió un solo partido hasta mayo, donde cayeron ante el Burgos con un solitario gol de Juanito. Ese año, el Celta ascendió de nuevo a Primera tras una ardua pelea en la cima con Burgos, campeón, Málaga y çValladolid. El equipo pucelano, cuarto en discordia, tuvo que quedarse en Segunda cinco años más. Cuando ascendiera, sería con Fenoy en sus filas.
Pero en su primer año en España, el contacto de Fenoy con el Real Valladolid fue, como mucho, anecdótico. Perdió en el José Zorrilla (el viejo), viendo cómo el alemán Drenks lograba el solitario gol que le daría la victoria a los pucelanos y, en la vuelta, el celeste Igartua le devolvería el golpe al Pucela. Empate a golpes.
Ascensor en Vigo, estabilidad en Pucela
En ese Celta de Vigo, vivió una etapa de ascensor muy llamativa: Cuatro descensos de los gallegos en siete años, el último a tercera categoría. Esa bajada de nivel y la pérdida de peso en la portería precipitaría la salida del cancerbero de Buenos Aires, que recalaría en un Real Valladolid que ascendió por fin a Primera mientras veía que el Celta se desplomaba. Un salto inesperado tras varios años a un gran nivel en Galicia.
Sus paradas, compradas a precio de saldo por Ramón Martínez aprovechando la coyuntura del Celta, significaron un salto de calidad al equipo, logrando un rendimiento, desde entonces, claramente ascendente. A su llegada compartió portería con Llácer, portero con nombre ya en el Pucela y que perdió el sitio en favor del bonaerense. Nunca fue un problema la competencia para Fenoy, que en Valladolid se sintió como en casa los ocho años que pasó en la disciplina pucelana.
Tras ese vaivén en Vigo, la llegada de Fenoy a Valladolid supuso estabilidad. El conjunto pucelano permaneció en Primera División en todos los años en los que el portero argentino estuvo en la disciplina blanquivioleta, siendo además una pieza clave en algunos de los mejores momentos de la entidad y siendo parte fundamental del gran orgullo del conjunto pucelano, la Copa de la Liga lograda en 1984 ante el Atlético de Madrid.
En junio de 1984, el Valladolid de Fernando Redondo comenzaba su andadura en la Copa de la Liga de ese año, enfrentándose a los dos equipos de la ciudad hispalense, Sevilla FC y Real Betis, en rondas de cuartos de final y semis respectivamente. Ante el Sevilla fueron los penales los que decidieron y, ante el Betis, por un presagio. Tras perder en la ida por 2-0 en Sevilla, el equipo verdiblanco cayó en Zorrilla por 3-0, el mismo resultado de la final.
Como si de un amuleto se tratara, el Nuevo José Zorrilla, en ese momento más que a estrenar (se había inaugurado en 1982), logró ser clave para levantar el primer título de la entidad desde la malograda Copa Federación de 1953. Fueron 31 años más tarde cuando Moré levantaría un nuevo título para el club, con un argentino en la portería que mantendría el arco a cero ante el Atlético de Madrid del gran Luis Aragonés mientras que un gol en propia meta del Atlético comenzaría la gesta en la prórroga.
Clave como portero… y máximo goleador
El apodo de ‘El Loco’ no venía tanto por sus paradas como por su carácter singular, pero pronto argumentaría de mejor manera su apodo. Más allá del gran portero que era, con una agilidad muy destacada y con capacidad para hacerse mucho más grande ante el delantero, su capacidad para sorprender desde los once metros hizo de Fenoy una figura inolvidable. En la maleta que traía de Argentina y junto a los guantes de portero, Fenoy llevaba un secreto. En un partido con Newell’s, logró patear un penal que acabó en gol, mostrando la técnica que poseía para estos lanzamientos.
«En un partido contra la Real Sociedad, en Primera (temporada 1976/77), nos pitaron un penalti en contra. Lo lanzó Muruzabal y lo paré. Pero minutos después nos señalaron un penalti a nosotros y fui yo el que le pegué para batir a Arconada»
La capacidad sorprendió a Cedrún en el Celta y logró convencerlo para que en el equipo vigués fuera él el responsable desde los once metros. Y vaya que supo sacarle partido a esa habilidad. Con el beneplácito del técnico, el argentino lanzó los penales de su equipo. En la cuarta jornada, gracias a la intervención de los árbitros, el meta argentino ya llevaba cuatro goles en su casillero, que acabaron siendo cinco al acabar la temporada. De todos los lanzados en su carrera, sólo falló uno, ante el Hércules.
En el Real Valladolid la cosa cambió (aunque sí logró marcar uno con la elástica blanquivioleta) por lo que sus víctimas más llamativas se dieron jugando con el Celta. Entre ellas, míticos como Arconada, el gran portero histórico de la Real Sociedad, o Miguel Ángel, portero madridista, que tuvo el dudoso honor de recibir el que sería el único gol oficial de Fenoy en jugada de balón vivo, al rematar a la red el rechace del meta en un partido contra el Real Madrid.