Redactores y viejos amigos de Blanquivioletas se despiden de un proyecto que estrechó lazos alrededor del fútbol vallisoletano
Dieciocho años después de emprender un viaje junto al Real Valladolid y el resto de equipos de la provincia, Blanquivioletas se despide dejando gratos recuerdos en aquellos que formaron parte de esta familia.
Alejandro Bombín
Mucha tristeza. Eso es lo que siento ahora mismo y no lo puedo expresar adornándolo con más palabras. No sé dónde acabaremos cada uno, ni tampoco sé a dónde llegaré yo mismo, pero siempre recordaré este inicio como algo precioso. Cuando llegué a Blanquivioletas pensé que sería otra página más en la que hablar del Real Valladolid, pero qué va, era muchísimo más: otra forma de ver el fútbol de la ciudad desde puntos de vista impensables para mí en aquel momento y una oportunidad para hablar con total libertad. Este querido sitio me he enseñado mucho en apenas dos años y no hablo del oficio, que por supuesto también, sino de todo lo que no sale en lo medios en torno a esta profesión. Siempre estaré eternamente agradecido.
Paula Canal
Blanquivioletas se cruzó por casualidad en mi camino. Como una de tantas casualidades que, al final, acaban formando una parte esencial de tu vida. Ha pasado tanto tiempo que parece que siempre ha estado ahí. Por eso, decir adiós es difícil, pero me enorgullece saber que el legado que dejamos es un fiel reflejo de infinitas horas de esfuerzo, dedicación y muchísima pasión. Todos esos ingredientes han provocado, para mí, lo más importante. Blanquivioletas ha sido, es y será una familia. La que nosotros, sus integrantes, hemos escogido. Es el lugar en el que desahogarte cuando las cosas no van bien y en el que reír hasta llorar una noche cualquiera de julio sentados en unas escaleras. Es hogar. Y bendito hogar.
Alberto Cuesta
Recuerdo la tarde en la que se cruzaron nuestros caminos. Una reunión con Jesu y Sergio, en el mítico Herminio’s. Hablamos de periodismo, radio y fútbol sala. La cara de Jesu no se me olvidará nunca. La de Carlos, en mi primer Blanco y Violeta, tampoco, ni se me olvidará lo que Blanquivioletas y su gente significan para mí. Se cierra el telón. Sería fácil ponerse triste, pero no me sale. Son tan buenos los recuerdos que solo puedo sentirme en deuda e inmensamente feliz y orgulloso por haber formado parte de esta bendita locura. Blanquivioletas es mucho, muchísimo, más que una marca. Para mí, sin duda, gran parte de lo que soy y de lo que siempre quise ser. Gracias por todo, BV.
Jesús Domínguez
Hace dos años escribía que «todo tiene un final», aunque me negaba a pensar que el de Blanquivioletas pudiera llegar. Soy lo que soy como periodista gracias a este lugar, en el que firmé más de 3.000 artículos. Soy lo que soy como persona gracias a sus gentes, que, seguro, me hicieron mejor. Porque sí, en Blanquivioletas, con todo lo que siempre ha rodeado a esta bendita locura, me sabía mejor. En cambio, de ahora en adelante me sabré huérfano y mentiré entonando ‘Años 80’ –no te echaré de menos en septiembre–, aquella canción con la que cerrábamos las temporadas en el histórico y primigenio Blanco y Violeta. Si, como decía David Trueba, «la familia es el único local abierto toda la noche», este fue siempre el after en el que unos locos hallamos cobijo. El garito cierra. Vivirá el recuerdo. A todos, gracias.
Adrián Gómez
Las despedidas nunca son plato de buen gusto. Pero, por desgracia, hoy toca una más. Dicen que todo lo bueno siempre se acaba y también que las dos cosas más difíciles de decir en la vida son ‘hola’ por primera vez y ‘adiós’ en la última. Desde la pena más inmensa porque este proyecto se acabe, me toca asumir una de esas dificultades. Solo ha sido un año, aunque muchos más siguiéndolo desde la distancia. Para mí ha sido como una eternidad. La gente, el ambiente; todo lo que rodeó esto fue espléndido. Pero todo principio tiene su final y hoy toca despedirse de compañeros de fatigas, que a la vez se han convertido en amigos. Solo puedo decir que esto aparte de un adiós, es un gracias, un mil gracias a todos los que han formado parte de ello por hacerme disfrutar y sentirme como en casa. Hasta siempre, Blanquivioletas.
Raquel Gómez
Blanquivioletas es familia y solo unos pocos privilegiados podemos llegar a entender el sentimiento de pertenencia tan grande que existe. El vínculo. La unión. Además de haber aprendido muchísimo y haber puesto en práctica lo poco o lo mucho que nos enseñaron en la carrera de Periodismo, destaco sobre todo lo que trasciende de lo que veis en la pantalla. Es mucho más que textos de gran calidad o de fotografías. Tengo la grandísima suerte de haber conocido a personas que van a estar ahí, de un modo u otro, que valen mucho la pena y que se merecen todo lo bueno que les pase. Larga vida a Blanquivioletas. Gracias por tanto, por darme a amigos de verdad.
Enrique Ibáñez
Blanquivioletas siempre ha sido para mi una ‘cantera’. Un lugar donde crecer, desarrollarte y prepararte para dar el saldo al mundo periodístico. La primera vez que oí hablar de esta página me sorprendió. Un lugar donde se trataba el fútbol de cantera, pero se trataba como debía de tratarse. Con cariño, respeto y de manera muy profesional. Por eso, cuando Jesús me dio la oportunidad de colaborar no lo dudé dos veces: quería formar parte de este gran proyecto. Tal vez las circunstancias no han sido las mejores, pero mi año en Blanquivioletas ha sido increíblemente satisfactorio. Me ha permitido a grandes personas, y me ha hecho recordar lo que por momentos olvidé durante la carrera; el motivo por el que decidí dedicarme al periodismo: por contar aquello que la gente quiere conocer, y hacerlo a pesar de las dificultades. Esforzarte por hacer algo de lo que estar orgulloso.
Pablo Marcos
«Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo», decía Eduardo Galeano. No sé si será verdad, pero sí sé que un grupo de personas pequeñas, en un lugar pequeño, haciendo cosas pequeñas, ha cambiado mi mundo. Encontré una casa en Blanquivioletas en la que me acogieron en estas últimas dos temporadas, una casa que me ha visto crecer gracias a la ayuda de todos sus inquilinos. Hacemos Cantera me recordó que el fútbol es de todos y que el fútbol de pueblo o de barrio puede dar más ilusiones que el de Primera División. Blanquivioletas logró lo que en su día era impensable: que un salmantino como yo lamente un descenso del Real Valladolid. Ahora miro hacia atrás y veo todo lo que ha logrado esta casa, en la que he aportado mi granito de arena siempre que he podido, sin saber muy bien qué vendrá ahora, pero siendo consciente de que era la hora de emanciparse.
Rosa M. Martín
Sé que, en un futuro, cuando la gente recuerde Blanquivioletas, se recordará al Real Valladolid, a su cantera y, sobre todo, al fútbol base vallisoletano. Pero la realidad es que ha sido y siempre será muchísimo más. Amistad, aprendizaje, pasión, alegrías y tristezas compartidas. Charlas a las cinco de la mañana vía WhatsApp o a las tres, tirados en medio de la calle, riendo después de llorar. Siempre será una bendita familia y una bendita locura. Hoy decimos adiós a un viejo amigo, uno con el que hemos crecido, mano a mano, agradecidos por todo lo bueno que nos ha dado. Hoy se va, pero su alma está repartida en todas y cada una de las personas que formamos y fuimos Blanquivioletas. Gracias, por tanto.
Ángel Pisano
Es de bien nacidos ser agradecidos. Por eso mismo me siento obligado a usar este centenar palabras para dar las gracias a cada una de las personas que han formado Blanquivioletas y me han ayudado a crecer profesionalmente. Yo solo he podido disfrutar tres años de BV, pero tres años en los que me llevo un aprendizaje inmenso, tres años en los que he aprendido a reconocerme a mí mismo y a ser consciente de mis aciertos y errores, en definitiva, tres años en los que Blanquivioletas me ha hecho convertirme en un mejor periodista. Obviamente, en esta despedida unas líneas tenían que ir especialmente dirigidas a Jesu. Él ha sido y es ‘mi padre’ en este mundo de letras, y nadie más que él se merece que se le reconozca todo el trabajo que hace. Gracias por confiar en mí y darme la oportunidad. Gracias, Blanquivioletas.
Juan Postigo
Blanquivioletas es, ha sido y será parte e historia de Valladolid y del Real Valladolid, igual que ya lo es para toda la familia que hemos formado parte de este proyecto tan bonito e ilusionante. Aquí muchos nos hemos formado como periodistas y como profesionales, pero sobre todo hemos aprendido a valorar el trabajo bien hecho y hemos desarrollado una amistad inigualable, que ya es para toda la vida. Y por ello solo podemos estar agradecidos con nuestros lectores, que sabemos han sabido dar la importancia que merece a nuestra labor todo este tiempo. Curiosamente nos llevamos más de lo que hemos dado. Y por ello os damos gracias, de corazón.
Miguel Ruiz
Blanquivioletas fue una oportunidad. Escribir sobre mi equipo, para mi gente y mi ciudad. Parecía una decisión sencilla. Lo curioso es que esa decisión guardaba matices inesperados. Se convirtió en casa, sin avisar, en el peor momento posible para hablar de fútbol. Este medio y su gente se convirtieron de golpe en parte de mi día a día. Balzac afirmaba que lo único que diferencia a la amistad del amor era la certeza. Y yo me llevo cantidad de artículos, aprendizajes e historias, pero hoy, en este hasta luego, puedo decir que me llevo también varias de esas certezas de las que hablaba Balzac. Haber crecido como periodista, querer más a mi equipo y querer seguir viviendo, junto a todas esas personas, muchos momentos más.
Leandro Sánchez de Medina
Estoy escribiendo este texto con 30 años recién cumplidos y acabando demasiados libros al mismo tiempo. Blanquivioletas es uno de ellos. Hace algo más de la mitad de mi vida, despierto de forma súbita un interés impensable en el fútbol, encontré un foro donde disponía de un ecosistema en el que podía liberar mis ganas de expresarme, de jugar con las palabras, con sus sentidos y con su trascendencia para remover emociones en los demás. Así empecé a escribir, así empecé a ver en el periodismo una irremediable vía de realización personal y así empecé a hacer nuevos amigos, que 15 años después constituyen los pilares de una estructura que se asemeja a la familia. Blanquivioletas es, por encima de todo, esto último.
Sergio Sanz
La vida son ciclos, sí, pero algunos son maravillosos. Es imposible describir la importancia de Blanquivioletas en mi vida profesional, aunque también -y mucho- en la personal. Crecí, me formé, luché, viví y construí mi camino rodeado de grandes compañeros y mejores seres. El ‘match’ fue total desde el principio y durante muchos años logramos algo increíble. Ya no solo por haber sido la referencia del fútbol base vallisoletano y de otros muchos lugares, sino por el trabajo sacado en equipo por los diferentes campos de la ciudad, provincia, comunidad y de fuera de Castilla y León. Un resultado del que siempre estaré orgulloso y por el que esta bendita locura siempre seguirá brillando dentro de mí. Gracias a todos los que lo hicieron posible.
Jesús A. Zalama
Sin Blanquivioletas, no estaría escribiendo esto; parece algo obvio, pero también puedo decir que no lo estaría redactando con la fluidez y la corrección que adquirí aquí. Esta web fue mi mejor asignatura, los créditos mejor invertidos, el tiempo más aprovechado (sin ser yo periodista). Sin embargo, todo eso se queda muy pequeño en comparación con las grandísimas personas que he podido conocer a lo largo de los años. Blanquivioletas me ha dado amistades que perdurarán para siempre, incluso considerando personalmente que estas siempre son circunstanciales. La calidad humana que he encontrado aquí me hace considerar que he sido un auténtico privilegiado. Esta bendita locura se acaba definitivamente, pero su legado es algo que no podrá morir mientras quienes la compusimos sigamos en pie.