El conjunto blanquivioleta se deja ir en un encuentro desafortunado en Valencia, donde los de Voro lograron llevarse los tres puntos con un tres a cero, con máxima efectividad y complicando el devenir del Real Valladolid y su permanencia en LaLiga

El Real Valladolid perdió por tres a cero en Mestalla ante el Valencia CF, en un partido que complica seriamente las aspiraciones del equipo y que cumple parece dificultar que el equipo pueda salvarse salvo milagro. Se presentaba el conjunto vallisoletano en el feudo del Valencia con la intención de sumar opciones para su salvación. Un duelo complejo en un Mestalla que, sin gente, parecía menos duro para los visitantes, pero también para los locales, inmersos en una situación de desequilibrio institucional que hizo que Voro, por séptima vez, se sentara en el banquillo del campo valencianista ante los de Pucela. Los resultados de los vecinos en la tabla para valencianistas y blanquivioletas parecían forzar que ambos conjuntos lo dieran todo en un partido que parecía poder marcar parte de las opciones de cara al destino en LaLiga de ambos.
El equipo de Sergio González se presentó con una alineación poco sorprendente pero con ciertas piezas en roles novedosos, cambiando algunas funciones para tratar de dificultar la vida al equipo local. Con un aparente 1-4-1-4-1 habitual, con varios cambios posicionales que acaban por mostrar 1-4-4-2 o incluso 1-4-3-3, con Masip, Janko, Javi Sánchez, El Yamiq, Olaza, Alcaraz como enlace, Óscar Plano, Míchel, Roque Mesa, Jota y Weissman como hombre más adelantado. El Valencia de Voro, por contra, decidió optar por una alineación más dinámica, que transitaba entre el 1-3-4-2-1 y el 1-5-4-1, que trataba de adaptarse a las diversas situaciones que fueron dándose en los noventa minutos. Con Cillesen en portería, Guillamón, Gabriel Paulista y Diakhaby en la línea defensiva, Gayà y Correia como carrileros, Wass y Soler en el doble pivote, Guedes, Kang-in Lee y Maxi Gómez en punta.
El Valladolid empezó muy enchufado, con mucha capacidad para aparecer rápidamente en la frontal del equipo ché, consiguiendo encontrar autopistas para ir arriba con pocos pases. En este rol, Roque Mesa, muy móvil, picando incluso como comparsa de Weissman, fue una de las piezas clave del equipo pucelano. Su capacidad para girar y orientar la jugada a la hora de construir los contragolpes dieron mucha vida a Plano y Jota, más presentes en zonas interiores y abriendo con facilidad para la llegada de Olaza, sobre todo, en banda izquierda. Míchel, muy acertado en esos primeros minutos, trato siempre de buscar desmarques y poner pases a la espalda de la defensa valencianista, hizo también mucho daño como ‘quarterback’ en una primera parte en la que el Valladolid dio la cara de manera sorprendente, sabiendo cómo llegar y buscando siempre la mejor manera para intimidar a Cillesen, algo inseguro, como a su defensa, muy presionada en salida de balón.
Por parte del Valencia, se pudo ver la importancia que quería darle a los costados. Por la derecha, sobre todo, con el carrilero diestro portugués Correia, incisivo y profundo, aunque inconstante, pero sobre todo en la izquierda, con un Guedes muy activo desde el inicio y con un Gayà siempre atento a las opciones de doblar en banda zurda. La buena colocación de Carlos Soler y Daniel Wass no dejó ver, sin embargo, demasiadas opciones para que el Valencia construyera cómodo, por lo que trataron siempre de buscar el talento individual y, sobre todo, la velocidad de Guedes y Kang-in Lee. Sin embargo, un Maxi Gómez que apenas tuvo oportunidades para aportar en jugadas de ataque por estar aislado en prácticamente todas sus intervenciones acabó por encontrarse un balón desde el costado izquierdo puesto por Gayà en el que amagó bien Wass y que pudo remachar con todo de cara el delantero uruguayo ante la impotente mirada de Masip y la terrible actuación de una defensa poco operativa en la jugada de gol. Un gol que ponía la delantera en el marcador local antes del descanso, que dejó en ese uno a cero un regusto de injusticia por las ocasiones de un Valladolid ambicioso, bien relacionado y que, sin embargo, supo cómo llegar (varias ocasiones, con Jota o Míchel como principales protagonistas) pero no cómo acabar sus jugadas en cuarenta y cinco minutos de los que sí parecieron poder irse con ventaja y en los que, al final, acabaron por debajo.
La segunda parte, sin cambios en el césped, sí tuvo un importante giro del guion. Si en la primera mitad el Real Valladolid parecía un equipo bien armado, con ideas y con una gran capacidad para llegar al área rival, iba a ser el Valencia quien tomaría la iniciativa. Ayudado por un tremendo error en la entrega de Jota a Míchel y un buen aprovechamiento de la oportunidad del conjunto ché, Carlos Soler supo interpretar de la mejor manera el timing de la jugada para poner el balón de manera perfecta a un Maxi Gómez que, con la confianza alta tras el primer gol (no marcaba desde principios de enero), supo leer dónde aparecer para batir con elegancia y rotundidad a Masip que, de nuevo, solo pudo recoger el esférico de la red. Es gol pareció hundir del todo a un conjunto blanquivioleta que, lejos de parecerse al que había mostrado actitud en la primera mitad, se mostraba roto y apático, dejando incluso espacios a que el Valencia pudiera sentirse cómodo e ir a asegurar el partido con un tanto más. Con esa comodidad añadida y con un resultado de dos a cero a favor, los de Voro ganaron en confianza y en tranquilidad, pensando no sólo en el partido, sino en la clasificación.
Trató de mover el banquillo Sergio González, metiendo a Hervías y a Marcos André, por Alcaraz y por Jota respectivamente. El equipo mejoró, al menos en presencia. Ese paso adelante les permitió buscar la portería de Cillesen sin demasiado acierto pero con una actitud cercana a lo visto en esos primeros minutos. Un Valladolid que, sin embargo, cedía demasiado por errores y que sufría constantemente en las salidas rápidas de Wass o Guedes. En el setenta, entraron Olivas, Kike Pérez y Kodro por Javi Sánchez, Míchel y Janko. Con esos cambios, Sergio parecía querer cambiar a un dibujo más de 1-4-3-3, con tres delanteros centro como atacantes. Un plan que a pesar de la compañía necesaria a Weissman con Marcos André, tratando de propiciarle oportunidades al israelí que no tuvo durante todo el encuentro, no se acaban de entender desde la posibilidad de crear juego en zona de tres cuartos, con un Kodro muy perdido y sin demasiadas piezas para construir entre líneas. Movimientos finales que acercaron al Valladolid al área de Cillesen más por el paso atrás del Valencia que por la capacidad creativa del Valladolid, que no logró convertir el empuje y las ganas en situaciones favorables para mover el marcador. Sí lo haría Thierry Correia, carrilero del Valencia, aprovechando un centro desde la izquierda que remachó estupendamente de cabeza a la cepa del palo derecho de la portería del Valladolid. Un tres a cero durísimo, que acababa por llegar y condenar la iniciativa del equipo pucelano.
El equipo visitante perdió una vez más, esta vez ante un Valencia efectivo pero sin brillantez. El Real Valladolid parecía querer pagar las facturas de todo un año en Mestalla y, al final, acabó mostrando la debilidad que le ha caracterizado defensivamente durante toda la temporada. El Valladolid perdió una vez más, pero no como en las otras. Esta puede confirmar que la lucha por quedarse en LaLiga va a ser muy dura, muy complicada. Si los cimientos del equipo parecían ya inestables, las dudas con respecto al devenir del equipo tras esta derrota parecen acrecentar los nubarrones este domingo en Pucela y complicar el lunes a quienes se levanten pensando ya en el próximo rival.