El conjunto nazarí, una de las revelaciones de la temporada, afronta un partido más vital para el Valladolid que para ellos mismos con la cabeza y la mirada puestas en el próximo duelo ante el Manchester United en territorio inglés

No le viene un partido nada sencillo al Real Valladolid, que este fin de semana volverá al José Zorrilla para tratar de mantener las fuerzas y el pulso a una competición que no se lo está poniendo nada fácil y en la que volverá a medirse con un equipo francamente complicado. El Granada de Diego Martínez llegará a Valladolid concentrado, pero con la seguridad de que muchos de sus pensamientos estarán en Old Trafford, un campo mítico donde deberán seguir mostrando su fortaleza si quieren revertir el resultado de la ida de Europa League y seguir soñando. Ante el Valladolid tendrán otra ocasión de mostrar la entereza y las ideas claras que los llevan a estar cómodos en media tabla, con treinta y seis puntos y mirando incluso la opción de volver a pisar puestos europeos.
Analizar al Granada es hacerlo de un equipo que lleva dos años siendo equipo revelación. Lo fue la temporada pasada, con un excelente trabajo en LaLiga, en Copa del Rey y ganándose el derecho a competir en Europa, pero lo es también en la actual, donde su capacidad para competir en Europa League ante rivales muy duros y seguir haciéndolo en las competiciones nacionales con un rendimiento para nada decepcionante. El Granada de Diego Martínez será recordado muchos años por sus metas, pero sobre todo por el camino elegido para llegar a ellas.
Hablamos de un equipo pragmático, pero que ha conseguido dominar ciertos registros que le hacen peligroso ante casi cualquier rival. Sus recursos son tan simples como efectivos y las piezas para lograrlo se enfocan en su labor con la garantía de ser piezas de un puzle compacto y difícil de meter mano. Diego Martínez ha construido un equipo equilibrado, seguro atrás, con capacidad para ir a la presión y, sobre todo, con varios caminos para tratar de llegar a portería rival y no sufrir en campo propio ni siquiera ante los rivales más duros.
En fase defensiva, el Granada suele comportarse como un todo, jugando con un bloque compacto, tratando de mantenerse en bloque medio, sin ceder ante el agobio y con la presión como punto de partida. A equipos que tratan de sacar balón jugado, es muy común ver cómo se cierra el pase entre central y lateral, buscando el robo, con referencias individuales que garantizan un agobio posicional al poseedor y al posible receptor. Confiando en ese mecanismo, el Granada coopera colectivamente para tratar de romper la construcción rival, robar y salir jugando para situarse, en pocos metros, en una situación favorable para la finalización.
Esa fase ofensiva, que depende en gran parte de ese robo en bloque medio, busca siempre las piezas clave con Gonalons, Montoro o Herrera (o Milla, cuando está sano) tratando de enlazar con los hombres de banda, que tienden a atacar el espacio y tratar de buscar la llegada de segunda línea o a la referencia ofensiva en muy pocos pases. Construyendo desde portería, se utiliza con eficacia el balón directo, buscando a Soldado o Molina para bajar el balón en una zona que garantice la presión si hay pérdida y que no comprometa el bloque.
Partiendo generalmente de un 1-4-2-3-1, es cierto que el Granada tiende a modificar poco el dibujo, sí se han visto estructuras diferentes, que han variado al 1-4-1-4-1 o incluso al 1-4-3-3, con leves modificaciones en las piezas o en sus roles. Dicho esto, cabe destacar que el plan suele ser parecido en cuanto al planteamiento de partido, sabiendo que las armas a utilizar no dependen del dibujo inicial y sí de conocer y utilizar las diferentes debilidades que pueda tener el rival. Diego Martínez dirige un Granada competitivo, eficaz y que en muy poco tiempo se ha convertido en un conjunto muy difícil de batir.
En portería, el entrenador confía plenamente en Rui Silva, una de sus piezas básicas, con una seguridad y agilidad bajo palos muy notable y que consigue conceder pocas segundas opciones, con una habilidad cada vez menos común para quedarse el balón y no despejar a zonas donde la jugada pueda complicar la vida a la defensa o a un portero batido. Ese punto a favor ya da enteros a un Granada acostumbrado a encontrarse con ocasiones en contra.
La línea de cuatro suele ser simple, pero con piezas tan importantes como Duarte, uno de los baluartes del equipo nazarí, Vallejo, que está entrando cada vez más en el centro de la defensa, o Neva, que sigue siendo el lateral más expeditivo de la plantilla y que a buen nivel es imprescindible para el entrenador. En el doble pivote, con la ausencia de Milla, otro de los nombres propios del equipo, ha ganado peso la pareja Yángel Herrera y Gonalons, con la opción de ver en ese rol a jugadores como Quina o Eteki, quienes forman un buen tándem para equilibrar un mediocampo creativo y con capacidad para desplegarse y cubrir gran parte de terreno, pendiente de atacar pero con la ayuda en defensa siempre a punto.
En la fase ofensiva cobra peso el juego exterior, con piezas muy acostumbradas al «vengo y me voy» que caracterizaba a los extremos de otra época y que Diego Martínez utiliza a discreción, sabiendo que las viejas armas siguen haciendo daño. Tanto Kenedy, Machís o Puertas son jugadores con gran capacidad para hacer daño al espacio, así como tienden a ganar importancia en asociación con Montoro en carril interior, siendo jugadores con buen toque y con olfato para el gol. Arriba, la pieza suele ser de delantero centro de escuela. Fijando centrales, bajando balones, inquietando en el área… por lo que Soldado y Jorge Molina tienden a ser los elegidos, con un Luis Suárez menos protagonista como recurso.
Aún así, ante el Valladolid, el Granada se presenta con algunas bajas sensibles, como las de Milla y Soldado o la duda de Duarte, así como la tentación de reservar piezas para la vuelta de la Europa League. El entrenador nazarí deberá encontrar un once de garantías para mirar a Old Trafford sin descuidar el duelo en LaLiga.