El jugador blanquivioleta deberá seguir mejorando en sus aportes dentro del día a día del Real Valladolid, después de haber renovado hasta 2023 y que el suyo sea de los roles más controvertidos y discutidos del equipo pucelano
Foto: Sergio Borja
Fede San Emeterio ha renovado hasta 2023 con el Real Valladolid. Lo hace con la idea de sumar años en esta aventura con el equipo blanquivioleta y ser cada día más importante en los planes del equipo. En los diez partidos que lleva el equipo en LaLiga, Fede ha contado como titular en ocho de los diez partidos, quedándose en el banquillo en solo dos (Alavés y Villarreal).
El aporte del centrocampista parece muy del gusto de un Sergio González que ha comunicado recientemente en rueda de prensa que «necesitaba más» con balón del jugador cántabro. Y es que la contribución de San Emeterio, un fichaje que fue adquirido antes, pero que llegó a la entidad blanquivioleta tras su gran rendimiento en el Granada, no ha alcanzado aún el punto máximo esperado por su parte. Aún así, esta renovación sí marca que la esperanza sigue ahí.
En una noche de charla futbolística con varios compañeros, llegamos a la conclusión de que hay intangibles en el fútbol que nos impiden saber con certeza el valor de alguno de sus actores principales. Coincidiendo en esto, uno de los ejemplos que nos encontramos en la plantilla del Real Valladolid es precisamente el de San Emeterio. El jugador de veintitrés años necesita asentarse en lo notorio desde lo que, en ocasiones, nos parece imperceptible.
Su rol no ayuda, pues la clase de centrocampista que es San Emeterio no es precisamente sencilla de valorar en un partido. Hay que mirar mucho donde no está el balón y no suele ser lo propio. Y no digamos en televisión. Y es que su peso sin balón es innegable, sobre todo como pieza de cobertura en un mediocampo que necesita continuamente corregir situaciones adversas. Su posicionamiento le acerca a la posibilidad de ser importante sin balón, robando y cubriendo zonas desocupadas, especialmente en los laterales (y específicamente en el derecho en esta temporada, atendiendo a los mapas de calor).
Su enfoque en lo defensivo le ubica en un rol que parece ser importante desde la responsabilidad de no perder sitio y asegurar la cercanía al balón o al corte en el pase en el caso de que el equipo pierda la posesión. Pero la experiencia nos dice que su aporte a nivel de seguridad en el pase debería ser uno de sus fuertes, así como su participación a la hora de sacar el balón jugado. En la posición media que suele ocupar en el campo, más centrado en posesión y pendiente siempre de las bandas, cuando el lateral sube por la cal al ataque, le limitan la participación y le convierten en una pieza clave en la retaguardia.
Para empezar, es fundamental entender los sistemas en los ha vivido San Emeterio. Mientras que en el Granada formaba como uno de los dos pivotes en un dibujo de 4-2-3-1, en el Valladolid de Sergio ha tenido que formar como ‘stopper’ o jugador más defensivo en el puesto de mediocentro de un 4-4-2. Esa escasa compañía a la hora de repartir zonas le impone aún más exigencias a la hora de ser el jugador que pueda cortar el juego ofensivo rival.
Como añadido, la altura a la que Fede San Emeterio cumpla con esa función es clave para entender que su aporte, con y sin balón, sea o no intrascendente para el discurrir del partido. La ausencia de un perfil como el de Salisu o Calero en el centro de la zaga blanquivioleta limita la capacidad del equipo para subir metros e imponer cierto respeto al equipo rival. La limitación de incursiones y participación del rival es clave para entender que los riesgos que se corran en mediocampo sean asumibles o no. Para el rol de San Emeterio, vivir en esa realidad en la que el error en el pase (y en el intento) pueda darse a veinte metros del área propia o a cincuenta de la del rival, es clave.
Es cierto que a Fede San Emeterio se le puede exigir mucho más con balón, pero que el equipo siga dando pasos hacia el campo rival (como sí que hizo ante el Granada) es fundamental para entender que su rol tenga más impacto en el devenir de los partidos, permitiendo que su aporte no solo sea mayor, sino que se convierta en algo mucho más tangible a ojos del que mira, disfruta y sufre con el juego y el resultado del Real Valladolid.