Sergio volvió a dar la titularidad al catalán después de dos jornadas de suplente debido a las grandes actuaciones que tuvo Roberto durante su ausencia por coronavirus
Quién no conozca a Sergio González debe saber que es ese tipo de entrenador que confía siempre en los mismos hombres. Ya se vio con Moyano y Pedro Porro la temporada pasada. Y ayer quedó demostrado de nuevo con la suplencia de Roberto, que venía de cuajar unos magníficos partidos pese a las derrotas, y la vuelta a la portería de Masip, que ya estaba cuestionado en su puesto antes de que le saliera competencia.
El Real Valladolid llegaba al Estadio de la Cerámica con una racha nefasta, de las peores en Primera División, pero Roberto Jiménez estaba siendo el hombre del partido en casi todos los encuentros. El héroe en la derrota y el paraguas en el diluvio. La única jornada que no jugó fue la primera, contra la Real Sociedad, que además no debe traer buen recuerdo a Masip por cómo se dio el empate de aquel encuentro. Después de eso, dio positivo en COVID-19 y Roberto fue titular en los seis encuentros posteriores –cuatro por baja del catalán y dos con él ya recuperado–.
En ninguno ganó el Pucela, eso es cierto, pero de no ser por el arquero madrileño los empates contra Celta y Huesca habrían sido derrotas, sobre todo el partido en El Alcoraz, y las derrotas contra Real Madrid, Éibar y Alavés habrían sido más tempranas y contundentes.
Y es que el Pucela se ha encontrado con un grave problema en defensa. Y no, no es la marcha de Salisu, sino la lesión de Kiko Olivas, el auténtico líder de la zaga de estos últimos años. Sin él, la defensa del Real Valladolid se encuentra desnuda. Porque está visto que Bruno y El Yamiq no han estado ni cerca del nivel del malagueño. La fragilidad defensiva se ha visto aumentada con las otras dos bajas de Joaquín y Javi Sánchez, si bien el primero ya está recuperado.
Todo esto ha llevado a que esta temporada el Pucela no sea el equipo rocoso que fue las dos anteriores. Antes se podían perder estos partidos y era lo normal, pero el equipo competía desde el principio y para ganar los rivales tenían que hacer un verdadero esfuerzo. El Real Valladolid era difícil que sumara tres puntos contra los grandes, pero si los Estos querían ganar al Real Valladolid realmente tenían que trabajar para atravesar la muralla que planteaba Sergio.
Ahora no, ahora cualquiera llega al área en los primeros diez minutos. Y todo esto ha hecho que los porteros tengan que intervenir más. El Real Valladolid concede muchas ocasiones y obliga a sus arqueros a aparecer con mayor frecuencia. Y en esta situación se erigió en figura Roberto. Ante los fallos en defensa y las múltiples llegadas de los rivales, el ex del West Ham respondió con enormes paradas en momentos decisivos.
Tras sus grandes partidos la afición pucelana reclamó su titularidad cuando Masip ya estuviera recuperado. Y así fue, durante dos jornadas fue el portero del equipo, pero a la tercera –el partido contra el Villarreal– volvió Jordi al once. Nadie discute que sea una decisión técnica, de hecho, cualquiera aficionado del Real Valladolid sabe de sobra cómo es Sergio con sus vacas sagradas.
También está claro que la derrota del otro día no fue culpa del portero, sino del desastroso partido que volvió a ofrecer el conjunto pucelano. Pero llegados a este punto en el que con los porteros se han perdido partidos y que uno ha dado mejores sensaciones que otro, cabe preguntarse si Sergio González hará lo que toda la afición demanda, o, por el contrario, si con la vuelta de Masip, Roberto queda condenado al ostracismo de jugar la Copa del Rey y poco más.