Los canteranos del Real Valladolid se estrenaron con el Zamora, que ha ganado los dos partidos que ha disputado en su reencuentro con la categoría

Este pasado fin de semana ha dejado el debut en la Segunda División B de dos jugadores criados en la cantera del Real Valladolid: Abel Conejo y Adrián Herrera, ambos militantes en el el Zamora. Ambos entraron en acción desde el banquillo, y pese a que Abel Conejo fue expulsado de forma rigurosa, con un hombre menos, el Zamora consiguió vencer al Guijuelo por tres a dos.
Siguiendo el mismo camino, los dos han recalado este verano en el Ruta de la Plata, procedentes del CD Numancia, con el que se estrenaron en Segunda la pasada campaña. Adrián Herrera lo hizo después de ser uno de los máximos goleadores de Tercera, aunque en calidad de cedido, ya que en el periodo estival firmó por el CD Tenerife.
Los zamoranos han comenzado de la mejor forma posible. Son el único equipo que ha ganado los dos encuentros de su subgrupo, y a pesar del sinsabor de la expulsión del pucelano Abel Conejo, se puede afirmar que viven un buen momento. Asimismo, son líderes momentáneos en su retorno a la Segunda B después de cinco años, y en un grupo complejo, en el que los favoritos son el Deportivo y el Pontevedra.
El aroma blanquivioleta del Zamora no termina con los dos anteriores, puesto que en el conjunto de David Movilla militan otros dos viejos conocidos del fútbol vallisoletano: Sergio García y Rodri Escudero. El primero de ellos ya es veterano, tiene 31 años y una amplia cantidad de minutos a sus espaldas. Ha sido pieza clave en las últimas temporadas en Tercera División, jugó cuatro años en el Promesas la pasada década y llegó a debutar en Primera de la mano de Onésimo.
Por su lado, Rodri Escudero es canterano del Villa de Simancas y también está curtido en mil batallas en Tercera. Se reencuentra con la categoría tras haber jugado en el CD Palencia y haber defendido los colores del Simancas, Arandina, Palencia y Zamora en Tercera. Tanto él como Sergio García aportan experiencia a un recién ascendido que ha vuelto con muchas ganas de quedarse.