El Real Valladolid empató a dos con el Huesca en su sexto partido y se coloca penúltimo en la clasificación sin conocer la victoria

Señalaba Sergio González antes del encuentro que ganar hoy era «necesario como el comer», cinco partidos y solo dos empates no eran para nada el arranque de Liga que esperaban los blanquivioletas, pero la manera en la que se ha dado este reparto de puntos ha sido para, parafraseando al míster, quedarse sin hambre.
El Real Valladolid salió al campo con bastantes sorpresas: Bruno y El Yamiq volvieron a ser titulares pese a la vuelta de Joaquín, regresaba al once Rubén Alcaraz tras lesión y Kike se quedaba en el banquillo, y arriba jugaron Toni Villa, por detrás de Sergi Guardiola en vez de en banda izquierda, y por los lados Óscar Plano y Waldo. Weissman y Orellana suplentes para desconciertos de muchos, sobre todo el chileno.
El inicio de partido no fue ni mucho menos entretenido, los balones se repartían de un lado al otro del campo mediante pelotazos en largo y apenas pasaba la bola por el centro del campo. Las oportunidades de gol eran escasas y poco brillantes, prometía una primera parte difícil de digerir -por seguir con el juego de palabras con la comida-. No fue hasta el minuto 35 y en una jugada a balón parado que llegó el primer gol: un remate de Bruno tras centro de Óscar Plano colocaba el balón dentro de la red rozando el palo al que Andrés Fernández no pudo llegar.
La segunda parte fue otro partido totalmente diferente. Los primeros minutos siguieron la misma tónica, pero la última parte de partido -cuando el Huesca logró empatar- fue un auténtico espectáculo. El Pucela puso el 0-2 en el 51´con un penalti a Toni Villa que transformó Waldo y parecía imposible que a los de Sergio se les escapara una ventaja de dos goles en la segunda parte. Pero el fútbol tiene esas cosas, 242 minutos necesitó el Real Valladolid para volver a meter un gol en liga y al equipo oscense le bastaron siete segundos para poner el 1-2 y hacer como si nada hubiera pasado desde la primera parte.
Con una respuesta tan temprana, los de Míchel se animaron al ataque e intentaron buscar el segundo. Y, si Rafa Mir tardó tan poco en marcar tras el penalti, Sandro -que entró por otro exblanquivioleta como Ontiveros– tampoco se quedó atrás. Ingresó al campo en el 56′ y en el primer balón que tocó, marcó. Un paradón de Roberto a un remate de cabeza en donde el canario aprovechó el rebote y definió con el portero en el suelo.
Menos mal que estaba Roberto
La cómoda ventaja se había esfumado y los cambios empezaron a llegar por parte del Real Valladolid. Salieron al césped Kike y Joaquín por Alcaraz y San Emeterio, y se empezó a ver otro partido tanto por parte del Huesca como del Pucela.
Un juego mucho más dinámico y con mejores ocasiones. De nuevo, el héroe del equipo tuvo que ser Roberto. Lo cual habla de que este año, que la defensa está más floja por bajas como la de Kiko Olivas, al menos la portería ha mejorado; pero cuando tu mejor jugador es tu arquero también es señal de que algo no están haciendo bien los otros diez.
El madrileño salvó durante el partido varias jugadas de bastante mérito: en la primera parte un cabezazo de Rafa Mir y al final del partido lo que podía haber sido el 3-2. Incluso el gol del empate viene precedido de un gran mano abajo. Y tiene pinta de que va a quedarse el puesto, aunque Masip ya esté recuperado.
Con todo esto, el Real Valladolid se marchó de El Alcoraz con una sensación de frustración por dejar escapar un partido de los que se le suelen dar bien a Sergio Gónzalez. La próxima jornada se medirá contra el Alavés, rival directo que está tan solo un puesto por encima y a un punto. La temporada pasada los blanquivioletas eran expertos en este tipo de partidos, y en gran parte fue lo que aseguró su salvación.