Cogiendo prestado el verso de Machado, se puede decir lo que Sergio González lleva intentando desde el inicio de la temporada en un Real Valladolid que busca su camino y su plan asumiendo el riesgo que conlleva el ensayo y el error

Si bien los comienzos nunca son sencillos, los primeros partidos del Real Valladolid han dejado algunas notas negativas que no acaban de convencer al aficionado con respecto a lo que puede ser la temporada, más viendo cómo algunas de las decisiones de Sergio González no han sido las esperadas para la renovación de un Pucela que, a nivel plantilla, sí parece querer una vuelta de tuerca. Sin embargo, el pasar de las primeras semanas sí ha dejado un poso de opciones que ha ido probando el técnico blanquivioleta y que nos permite valorar cada una de los dibujos que ha presentado en lo que llevamos de la 2020/21 y lo que podría llegar a presentar.
Siguiendo la cronología de los hechos, nos encontramos en el primer partido de LaLiga para el equipo pucelano, contra la Real Sociedad de Alguacil. A esa primera prueba, el equipo vallisoletano se presentó con una idea más novedosa de lo esperado, aunque con muchas caras conocidas de la pasada campaña.
En ese sentido, se pudo ver un 4-2-3-1 sobre el papel pero un más común 4-4-2 en la práctica. Así lo indican las posiciones intermedias de un Valladolid que alinea de inicio a Masip, Moyano, Joaquín, Javi Sánchez, Nacho, Plano, Fede, Míchel, Waldo, Orellana y Guardiola.
En ese partido, Nacho dominó la zona de la banda izquierda con cierta comodidad, consiguiendo acceder a zonas de ataque con facilidad por la costumbre de Waldo de ir al interior, buscando espacios para su carrera. Algo parecido en banda diestra, con Moyano y Plano, aunque con menos incidencia del lateral diestro, que tendía a estar más pendiente de las ayudas a la defensa que a la zona de ataque. Plano se incrustó en construcción, ocupando zona interior y apoyando así a Míchel y dándole opción de pase. Fede solía encargarse de cerrar, a unos metros de la línea de centrales, pendiente de cerrar espacios a la espalda de los interiores y Guardiola y Orellana se ocuparon del ataque, con el chileno siendo enlace y con Guardiola cayendo, a menudo, a ese espacio más libre en banda diestra. Es importante fijarse en la importancia de no jugar con dos puntas y, sin embargo, ocupar zonas de ataque desde la mediapunta.
Esto, por un lado, libera a Guardiola de marcas, puesto que no es la única opción de ataque, sino que Orellana facilita la labor a Míchel y Plano, que no tienen que recorrer tantos metros y facilita la ocupación de la zona de tres cuartos por un tercer hombre, indispensable para atacar con eficiencia los espacios. Es curioso que en este esquema, sin extremos puros y con menos peso de al menos uno de los laterales, fue cuando se vio una versión más esperanzadora de Sergi Guardiola, un delantero que lee bien los espacios, que juega mejor con libertad y que aprovecha, en muchos casos, ocupar perfil derecho para interiorizar y aprovechar su golpeo de zurda.
En esa ocupación de banda izquierda vino el gol y, a la vez, esa libertad de Guardiola, bebe del buen partido de Orellana como enganche, siendo pieza importante para entender el trabajo de Míchel como organizador más estático, de Plano como interior móvil y de Fede como pivote defensivo. Todo funcionó bien, a pesar de no ser un partido espectacular. Las piezas conocidas estaban donde se esperaban y las nuevas (Bruno y Orellana como debutantes) fueron correctas.
¿Qué aportó este partido en cuanto a novedades? Primera toma de contacto con un dibujo mentiroso pero que trata de aplicar desde la pizarra. El 4-2-3-1 trata de equilibrar de manera clara la defensa y el ataque, con una base constructiva con dos mediocentros que pueden tener roles distintos, como Fede y Míchel, uno más centrado en los apoyos y otro en la construcción. Además, este dibujo dispone del añadido de un enganche por detrás del delantero, algo que también pasará después al pasar al 4-4-2 o el 4-4-1-1, y que aportará peso creativo. En las bandas, aportan profundidad los laterales mientras que los extremos interiorizan para ofrecer apoyos por el carril interno.
Debilidad ante el Betis
El segundo partido de LaLiga sería la visita a Sevilla, al feudo bético. Ante los de Pellegrini, el Valladolid formó con el mismo plantel y dibujo, con el único cambio de Masip, que fue baja por Covid19. Igual que en el partido ante la Real Sociedad, el Valladolid fue con un 4-2-3-1 mentiroso, con tendencia a ser un 4-4-2. En cambio, el funcionamiento no fue el mismo. La lesión de Moyano precipitó su cambio en el minuto diecisiete, dando paso a un perfil de lateral más profundo, como es Luis Pérez. Ese partido dejó ya muestras de la debilidad defensiva en algunos momentos del equipo pucelano, algo que llevaba tiempo sin mostrar, siendo este un punto fuerte en el juego de los de Sergio González.
Con Nacho y Luis Pérez enfocados a estar presentes en fase ofensiva, con Waldo y Plano interiorizando desde la banda y con Orellana y Guardiola algo incómodos, el Betis solo tuvo que encontrar espacios a la espalda para molestar. En ese caos defensivo, Plano cometió penalti por mano y Carvalho aprovechó un despiste en la cobertura y un rebote para fusilar a Roberto. Fueron dos goles pero esa descompensación en la retaguardia provocaron que hubiera podido ser más de no ser por la suerte. El Valladolid empezaba a ver problemas en el cambio de cromos en los centrales: sin un perfil veloz que permita anticipar o corregir en defensa, se iba a sufrir mucho.
¿Qué aportó este partido en cuanto a novedades? Fue un partido aciago desde el punto de vista defensivo, con errores que empezaron a reflejar la fragilidad del equipo atrás. Sin embargo, la utilización de las bandas por parte de Nacho y Luis Pérez da una pista de lo que debería intentar el Valladolid desde los laterales, sabiendo que no cuenta más que con Jota y Waldo para intentar dar cierta profundidad al equipo en ataque y que ambos acostumbran a jugar a banda cambiada.
Espacios habilitantes
El tercer encuentro sería ante el Celta, de nuevo en Zorrilla. En el once inicial, varios cambios: Roberto, Luis Pérez, Bruno, Javi Sánchez, Nacho, Orellana, Fede, Kike Pérez, Raúl Carnero, Toni y Guardiola. El equipo se presentaba con cierto aire de novedad. Menos «engaños» en el dibujo, con un 4-4-2 mucho más marcado, que acabaría siendo un 4-4-1-1, con un Toni muy activo en zonas de interior, apoyado por un Orellana más gris y con un Guardiola menos influyente en el juego ofensivo.
En defensa, es el partido en el que más carencias se ven. Continuamente, el Celta logra encontrar huecos entre Nacho y Bruno, a la espalda de Javi Sánchez, creando situaciones de mucho peligro. En una de esas ocasiones, tras una pérdida en mediocampo, un pase largo buscando la velocidad de Aspas logra encontrar el hueco para el gol. Es esa la asignatura pendiente de este Valladolid, que no encuentra la capacidad para cerrar esos espacios y no tiene la suficiente entidad arriba como para poder tener una pelea cuerpo a cuerpo en el marcador. La entrada de jugadores como Hervías o Marcos André, acercaron más al Valladolid a la meta contraria, pero no mejor.
¿Qué aportó este partido en cuanto a novedades? A pesar de su aparente fragilidad física, Toni ha mejorado en presencia y demuestra que se crece cuando juega en su sitio, convirtiéndose en la pieza que necesita el Valladolid para ganar peso en una zona en la que hace falta arrojo, algo que le sobra al jugador murciano y que unidas a su habilidad con el balón, su velocidad y su lectura del juego, potencian un fútbol ofensivo de por sí necesitado de creatividad por detrás de los delanteros.
Valdebebas, la nota positiva
Curiosamente, el partido que más notas positivas dejó desde el punto de vista táctico fue el jugado contra el Real Madrid. Con la vuelta al dibujo del 4-2-3-1, el Valladolid ajusta mejor su once, con Hervías en banda diestra cubriendo la baja de La apertura del equipo de Zidane en cuanto a espacios permite que el equipo se encuentre cómodo, incluso incomodando a la defensa contraria, a pesar de que un error fatal de Bruno permitiera la jugada del gol de Vinicius.
El Valladolid, defensivamente, vuelve a jugar con espacios a la espalda ciertamente mal protegidos que causan varias ocasiones blancas, pero es cierto que hay luces en su planteamiento que hacen ver el potencial del equipo, sobre todo en la actuación de Weissman, el flamante fichaje del verano pucelano. Sus actuaciones siempre llevan peligro y sus movimientos son inteligentes, de ‘9’ puro, algo que cambia con mucho lo habitual en el equipo. A pesar de eso, ser el único punta no le beneficia y la presencia de Orellana no es suficiente para multiplicar sus jugadas de cara a puerta.
¿Qué aportó este partido en cuanto a novedades? Weissman demuestra con unas pocas pinceladas que, si el Valladolid le acerca balones en posiciones ideales, tiene a un delantero muy completo, que consigue tratar los espacios de manera muy efectiva para su propio beneficio y para sus compañeros. Un jugador al que merece la pena potenciar incluso desde el dibujo.
Ante el Eibar, nuevos cambios
En la última cita, ante el Eibar, nuevos cambios. De nuevo 4-4-2 más marcado, con Roberto, Luis Pérez, El Yamiq, Javi Sánchez, Nacho, Orellana, Kike Pérez, Fede, Toni, Marcos André y Guardiola. Un plan más parecido al de la temporada pasada, más conservador, pero obligando a que el equipo se orientara con los minutos más a un 4-2-2-2, jugando con Toni y Orellana interiorizando y cubriendo la zona de tres cuartos, e incluso en ocasiones un 4-3-3, ambas propuestas más atrevidas. Un intento interesante, pero no demasiado efectivo, con un Toni que sí encontró su sitio, a pesar de que sufre en banda, pero con un Orellana gris, como las veces que lo hemos visto en banda derecha. No es el jugador que fue pegado a la cal y le cuesta estar cómodo en un rol tan delimitado.
El nombre de Marcos André, a pesar de las buenas sensaciones previas, no funcionó acompañando a Guardiola, también opacado por la defensa vasca. El mediocampo, no obstante, sí dio muestras de poder evolucionar, con un Kike Pérez que supo conectar bien y que refleja la inventiva y la capacidad que en muchos casos Míchel ya no alcanza a dar. La defensa, a pesar de contar con la novedad de El Yamiq, siguió sufriendo no obstante con metros a la espalda, dejando claro que la salida de Salisu hizo mucho daño, pero que la ausencia de Kiko Olivas no iba a ser fácil de sustituir rápidamente con los fichajes.
¿Qué aportó este partido en cuanto a novedades? Puerta abierta a dar un paso adelante tácticamente. Más altura de juego y, a veces, vislumbrando casi un 4-3-3. La unión entre Kike Pérez y Toni muestra el camino para avivar la llama en la zona de tres cuartos, mostrando conexiones que hacía tiempo que no se desataban en ataque. Además, El Yamiq, a pesar de los errores del inicio del partido, mejora minuto a minuto, siendo el encargado de corregir en el espacio a la espalda gracias a su zancada.
En este grupo de partidos, Sergio González ha estado buscando ajustes a un equipo que, de base, tiene una idea clara desde el principio: la seguridad atrás da puntos de cara a la salvación. El problema es que, con las lesiones de Olivas y Joaquín, el Valladolid se ha encontrado un escenario complejo para saber lidiar con él. Un comienzo de temporada que no ha podido ver al Real Valladolid ganar en LaLiga. Mucho por caminar aún para dar con la tecla, pero con todo por delante para revertir la situación.