El amistoso pareció más eso, una pachanga, por lo impropio del ritmo de ambos equipos que un partido válido en exceso para los contendientes
El Athletic Club de Bilbao se llevó la XLVI edición del Trofeo Ciudad de Valladolid después de imponerse al Real Valladolid en un partido más propio de pretemporada que de una campaña empezada, sin excesiva tensión y con un fútbol y dos equipos más perezosos que brillantes.
El Real Valladolid formó desde el inicio con tres jugadores del Promesas: Sergio López, Miguel Ángel Rubio y Oriol Rey, que estuvieron acompañados de futbolistas que venían siendo titulares como Roberto, Bruno, Nacho o Toni. Contrastaba con un Athletic Club con más jugadores suplentes y también con canteranos. Les costó empastar a los blanquivioletas, aunque tuvieron más el balón en algunos tramos del primer periodo.
Esto permitió alguna progresión interior, liderada por Toni Villa, o por la banda derecha, con Pablo Hervías. Sin embargo, la toma de decisiones fue errónea en unas cuantas ocasiones, lo que, de primeras, impidió ver oportunidades. Tuvo una Nacho superado el ecuador de ese primer tiempo, desde fuera del área, que no pasó a mayores. La más clara para los de Sergio González llegó unos minutos más tarde, en un testarazo de Carnero a centro de Hervías.
Las internadas de Íñigo Córdoba y de Balenziaga por la banda izquierda fueron lo más potable del Athletic Club, aunque la intentona más clara vino desde la derecha, en la acción previa al gol. Nacho y Carnero se quedaron descolgados y habilitaron el centro para Villalibre, que disparó al larguero. Acto seguido, le cayó el esférico a Morcillo en la frontal, en su pie hábil, el izquierdo, cubierto por Oriol Rey. Se lo acomodó en la derecha y soltó un latigazo a la escuadra de Roberto con el que puso el cero a uno.
Los cambios que se produjeron en el descanso reactivaron al Pucela, gracias sobre todo a la entrada de Kike Pérez por Míchel, que permitió tener un mayor dominio del esférico. Óscar Plano dispuso de una ocasión a los diez minutos de la reanudación y Toni Villa encontró la línea de cal en una buena jugada trenzada por izquierda por Waldo y Vilarrasa. Fue creciendo el equipo, aunque al trantrán, y, ya con Kuki, encontró sociedades en tres cuartos. El siguiente en amenazar fue Waldo, con un disparo que acabó en las malos de Jokin Ezkieta.
No consiguió empatar el Real Valladolid en esas aproximaciones, más bien tímidas, y el Athletic aprovechó que se le fue acabando el brío a los blanquivioletas para dar un nuevo paso adelante. Tocó el esférico cómodo en un par de posesiones largas hasta que activó la banda izquierda con un envío sobre ese costado. Como en la jugada previa al gol, y como sucedió ante el Eibar, hubo un dos para uno defensivo mal cubierto que acabó con un centro que envió a la red con fuerza desde la frontal Zárraga.
No se amilanó el Real Valladolid, que lo buscó desde las bandas. Con un servicio de Zalazar desde la derecha, Guardiola empató de un testarazo, en una jugada en la que se adelantó al central, demasiado blando. Metieron otra vez una marcha más los blanquivioletas, tras el pequeño bajón, y lograron el empate por mediación de Zalazar, que remató de primeras un centro al segundo palo, a la posición intermedia entre el central y el portero, de Waldo, que, junto al hispano-uruguayo, lideró al equipo en el tramo final.
En la tanda de penaltis, Waldo y Óscar Plano marcaron, Kike Pérez erró el suyo en un exceso de confianza y Jokin Ezkieta paró el cuarto a Kuki Zalazar, y como el Athletic había marcado los cuatro, el Trofeo Ciudad de Valladolid se marchó a las vitrinas rojiblancas, a pesar del esfuerzo que había hecho el conjunto blanquivioleta de empatar los dos goles de desventaja, siete meses después de que Zorrilla acogiera el último partido con público entre los dos conjuntos y un mes antes de que se enfrenten en Liga.