Contracrónica del Real Valladolid 1-1 Real Club Celta
Tras el duro correctivo sufrido en el Benito Villamarín, el Real Valladolid buscó en el José Zorrilla el resguardo del hogar, del terreno conocido. Mientras, frente a él se situaba un Celta invicto hasta el momento en la competición y que llegaba tras vencer al Valencia en Balaídos. Antes del partido, ya sorprendía Sergio González utilizando, por primera vez en esta presente campaña, el doble lateral. En la primera parte, ambos equipos intentaron imponer su juego, con un Celta serio atrás y a la espera de una pérdida rival para salir a la contra. Por su parte, el Real Valladolid salió con la intención de controlar los tempos del partido, no así la creación de sensación de peligro en el área rival. Solo un mano a mano de Guardiola perturbó a Iván Villar en los primeros 45 minutos. Tras el descanso, fue el Valladolid quien dominó por completo el partido y, esta vez sí, las ocasiones claras de gol. Avisó primero Nacho, con un balón seco de falta que desvió lo justo el portero para que el balón acabara en el larguero. Pero fue Guardiola, de penalti, quien perforó la portería gallega y dio un punto muy valioso al Real Valladolid.
El doble lateral. Si algo caracteriza al Celta de Vigo es la velocidad de sus hombres de ataque: Iago Aspas, Santi Mina, Emre Mor, Nolito… Jugadores capaces de sobrepasar a la mayoría de defensa de Primera División. Un factor sobre el que debió pensar Sergio González, temeroso, ante la baja de Joaquín, fue la falta de contundencia y capacidades de sus centrales ante las balas rivales, y a lo que le buscó rápida solución: el doble lateral, una formación ya probada con anterioridad por el técnico catalán y que no acaba de encontrar el resultado esperado. Es cierto que, por la banda que ocuparon Carnero y Nacho, fue un muro infranqueable atrás, sin apenas ceder espacio de maniobra para los rivales. Pero en ataque no creó esa superioridad que se predispone a un sistema así. De hecho, restó más de lo que sumó; ejemplo de ello se puede ver en el gol del Celta, que llegó tras una pérdida de Carnero en un intento de internada y que, tras un balón en largo, acabó el balón llegando a Aspas para definir ante Roberto. Sin duda, la principal crítica que recibirá Sergio esta semana será este planteamiento, un sistema al que el entrenador blanquivioleta no le acaba de dar buenos resultados.
Toni Villa u Orellana. El partido de Toni fue espléndido, participativo, rápido, con desborde, en definitiva, lo que se le pide y se espera de un jugador de su categoría. Todo lo contrario a lo que ayer fue Orellana, que dio una imagen muy diferente a lo que venía haciendo en pasadas jornadas. Desaparecido, errático, sin apenas participación. Dos caras de una misma moneda, algo que desemboca en una pregunta: ¿Hay espacio para los dos en el campo? Contra el Celta fue Toni quien ocupó la mediapunta, lugar donde creó juego y desborde. Con libertad de movimientos fue un rompecabezas para la defensa rival. Curiosamente, es esa posición la que Orellana venía ocupando desde el inicio de campaña, pero esta vez tuvo que desplazarse a la banda derecha. Este cambio dio como resultado su intrascendente actuación, lo que le llevó a ser sustituido por Hervías en la segunda parte. Solamente, los breves destellos del chileno se dieron cuando se acercó más a la posición de enganche, abandonando la banda. Ahora surge la duda que Sergio debe responder por el bien del equipo: apostar por Toni y sacrificar a Orellana a la banda, o volver a colocar al chileno en la mediapunta y relegar al murciano a la banda, lugar donde jugó toda la pasada temporada.
Sergi Guardiola y otro delantero. Se pudo ver ante el Betis, cuando Weissman pisó el terreno de juego y se puso como segundo delantero, pero más se pudo ver ayer ante el Celta. Volvió a probar Sergio con el sistema con un solo delantero y, ante la baja de Weissman, volvió a situar a Sergi Guardiola en la punta del ataque. Y de nuevo se mostró la necesidad que arrastra de tener un compañero al lado que se encargue de prolongar, de bajar balones y de pegarse con la defensa. La actuación del mallorquín fue muy discreta. Con un disparo en la primera parte que salvó el portero y el gol de penalti, sus movimientos se basaron en deambular por la zona de ataque a la espera de un balón filtrado, algo que nunca llegó. Pero todo cambió con la entrada de Marcos André. La entrada del brasileño dio otra cara al juego del ataque, dando por fin a Sergi Guardiola el segundo espada que tanto necesita. Es cierto que, si todo marcha según el guión previsto, será Weissman el hombre que se sitúe junto a él, pero la entrada de Marcos André dio a entender que, no importa quien esté junto al delantero, necesita de un hombre que ‘se tire al barro’ para que él pueda mejorar sus prestaciones.