Tras dos partidos en los que apenas ha podido dejar algún detalle de su valía, las ganas por verlo avivan el debate sobre qué necesitará para brillar y sobre si la propuesta actual del Real Valladolid le permitirá mostrar su potencial

La llegada de Shon Weissman se estropeó por el maldito COVID-19. Cosas de la distopía en la que se ha convertido este 2020. Pero el caso es que la llegada del nuevo delantero del Real Valladolid bien podía haberse convertido en algo muy parecido a la bienvenida a Mr. Marshall. Con pancartas y, a buen seguro, con la grada repleta de curiosos.
El fichaje del internacional israelí generó mucha expectación, primero por los goles que traía en el currículum (y esperamos que en la maleta) desde Austria, pero también por ser el fichaje más caro de la historia del conjunto blanquivioleta. Y el caso es que la temporada 2020/21, aún en esa nueva normalidad, parece no querer dejarnos ver un buen rato al jugador que con tantas ganas se recibió en Valladolid.
Shon Weissman llegó procedente del Wolfsberger rechazando algunas ofertas jugosas desde Alemania. Y el caso es que ese detalle ilusiona más allá de lo que puede significar en el futbol actual elegir un club u otro. Pero el caso es que lo hizo. Y la verdad que tras unas semanas de hype, era de recibo que la parroquia pucelana quisiera ver al nuevo ‘9’ del equipo en acción. A pesar de esas ganas, de esa ilusión, desde su llegada ha podido gozar solo de 65 minutos de juego en los dos partidos disputados de las jornadas ante Real Sociedad y Real Betis.
Si bien es cierto que parece lógico que Sergio González quiera que su integración en una competición más exigente y en un nuevo club sea escalonada, las ganas de la afición siguen estando a flor de piel, esperando que el ex delantero del Wolfsberger comience a dejar de lado la imagen de gran fichaje y comience a ser gran estrella de un Pucela ávido de jugadores a los que coronar como ídolos. Y no se le ha dado mal a Weissman alimentar ese deseo con los pocos detalles que ha podido dejar en sus minutos en el campo.
En su primer duelo, sin público, pero ante las gradas del José Zorrilla, el ‘9’ dejó detalles para la galería, haciendo gala de una clase que ya parecía decir que estábamos ante un jugador que puede ser importante en el once del Valladolid. Sentir en pocos minutos que un jugador funciona no es fácil, pero con Weissman parece darse esa circunstancia. Esos detalles, a veces imperceptibles, como ese toque de espuela a Nacho en el duelo y su búsqueda constante de posiciones de ventaja ante la Real, le hacen un jugador del que poder esperar algo diferencial.
Y a pesar de todo lo dicho, es imprescindible mirar alrededor. Esos minutos Weissman no consiguió ser importante, pero sí interesante. Y lo hizo sin un contexto que le favoreciera ampliamente. Este Valladolid no aspira, de momento, a la profundidad por banda, lo que dificulta los centros laterales, de los que el juego del israelí se podría aprovechar con relativa facilidad, pues se trata de un jugador esencialmente rematador, que suele encontrar con facilidad la posición desde la que ser letal.
Ese posicionamiento, aun siendo en gran parte labor del propio delantero, debe ser alimentado por un juego que quiera buscar según qué situaciones ventajosas. Y es ahí donde las ganas parecen ganar al contexto. En un momento en el que Shon Weissman apenas ha podido mostrar su juego, se quiere ver más de un ‘9’ que sin ese escenario propicio tendrá más complicado llegar a ser ese jugador que todos queremos ver.
Seguirá el equipo mostrando que van cambiando cosas poco a poco, pero las ganas siguen apretando. Y con ellas, la sensación de desequilibrio mientras no se llegue a las expectativas creadas en las semanas previas a la competición (no ha habido apenas pretemporada ni vacaciones). Un protagonista necesita una historia que liderar. Un hilo conductor que le lleve a aquel fin que pueda dar sentido a lo que, como aficionados, esperan aquellos que visitan y siguen la historia. De las ganas de esos (por ver a Weissman) y del contexto del equipo (para acompañarlo) deberá nacer el camino de una historia que apenas ha comenzado.