Contracrónica del Real Valladolid 1-1 Real Sociedad
El Real Valladolid daba la bienvenida a La Liga 2020/21 (igual de atípica que la recta final del pasado curso) recibiendo a la Real Sociedad en un José Zorrilla vacío, que se vino abajo con el error de Masip. El encuentro comenzó de cara para el Pucela, que se atrevió a adelantar su línea de presión, encerrando al conjunto txuri-urdin y obligándoles a despejar el esférico. Sergio González fue capaz de llevar el partido al terreno que más favorecía a los vallisoletanos, pero después del gol de Míchel, volvió la sensación de que el equipo no conseguía cerrar el partido, y un fallo de Masip, tras un lanzamiento de falta de Roberto López, puso los pelos de punta a más de uno, que ya se temían lo peor. Aun así, el empate dejó una sensación agridulce a los blanquivioletas, a pesar de haberlo vivido tanto la pasada temporada.
Una defensa muy sólida. Hablar de una buena actuación de la defensa del Real Valladolid no es nada disparatado (estos últimos dos años ha sido vital para la salvación), pero resulta encomiable ver cómo, a pesar de que las piezas cambien, la resistencia en la zaga no cambia. Si la marcha de Salisu con destino a Southampton alteró a más de uno, que veía como una de las joyas del equipo ponía rumbo a la Premier, la lesión de Kiko Olivas terminó de hundir al aficionado vallisoletano. El temor no iba por Joaquín (que volvió a demostrar que es uno de los ejes de este equipo), sino que las miradas se clavaban en Javi Sánchez, que casi no había jugado la pasada temporada, y en Bruno, recién incorporado. Al final este último fue el titular en el centro de la defensa junto a Joaquín, y pareció que habían jugado juntos toda la vida.
Semana de críticas. Después del error de Masip, los comentarios negativos hacia el portero catalán van a ser recurrentes en las redes sociales. Pero si a algo nos tiene acostumbrados Masip es a que es capaz de hacer caso omiso a las críticas destructivas y solventar un error cometido en un partido con una actuación estelar en el siguiente encuentro. Está claro que no es un portero ‘ortodoxo’ en La Liga, ya que no es muy alto (1’80) y no tiene una faceta en particular en la que destaque por encima del resto de guardametas. La pasada temporada jugó 35 partidos en competición nacional, en los cuales recibió 39 goles y dejó once veces la portería imbatida. Lo lógico es pensar que solo espera que sus compañeros en la defensa estén inspirados y formen una muralla impenetrable, pero si tenemos en cuenta, por ejemplo, los penaltis parados o sus despejes en los uno contra uno, tenemos un portero que parece que no destaca en nada pero que es equilibrado en todo. Y el error frente a la Real Sociedad quedará sepultado en una actuación brillante.
Necesitábamos a Orellana. La llegada del chileno ha supuesto un soplo de aire puro para el Real Valladolid. La temporada pasada se vio como el equipo necesitaba a un jugador con ese perfil: un mediapunta que destaca en el carril central, pero que puede caer a ambas bandas para apoyar a los compañeros, con un dominio del balón muy bueno y, sobre todo, desequilibrante. Quizá el jugador más parecido en ese sentido sea Toni Villa (aunque casi no ha jugado en su posición natural), y aunque los dos puedan compenetrarse, Orellana supone un escalón más para el equipo. Durante el encuentro frente a la Real Sociedad prácticamente todos sus movimientos con el balón han sido buscando el área rival. A diferencia de lo que nos tiene acostumbrado el Real Valladolid, con jugadas horizontales o retrasando el balón hacia el portero, Orellana mira al frente y lanza a sus compañeros al ataque. Si todo sigue igual, el chileno va a lavarle la cara ofensivamente al conjunto blanquivioleta.