Un plan casi impecable, aprovechando los fallos del Leganés, permite conseguir tres puntos vitales por la permanencia pese al sufrimiento final
¡Por fin llegó el día! Más de tres meses después volvió a competir el Real Valladolid en la Liga Santander, en lo que se podía considerar como un nuevo comienzo. Dentro de un guion, eso sí, en el que dos terceras partes ya están escritas.
Pero falta la más importante: una liguilla exprés de 11 partidos en 37 días. Quien esté más listo y se adapte mejor a esta ‘nueva normalidad’ se va a llevar el gato al agua a la hora de conseguir sus objetivos. De momento, el Pucela está dentro de ese grupo.
Pese a todo lo que hemos pasado, y si hablamos términos futbolísticos, se mantenía la tónica habitual, incluidas las alineaciones de Sergio González.
El plan se plasmó en un 4-4-2 con doble lateral, Raúl Carnero y Nacho Martínez por la izquierda, que destilaba un aire defensivo. Enfrente, un espejo. El Leganés de Aguirre jugó con las mismas armas, tanto en el dibujo como en otro doble lateral, pero en el costado derecho.
Muchos aficionados blanquivioletas temían que la inactividad pasase factura a los jugadores pucelanos. No solo a nivel físico, sino a la hora de cometer errores. Algunos esperaban caer en el fallo, no recibirlo en forma de gol. Ya se habían visto un par de meteduras de patas serias en otros partidos, como las de Diakhaby o Fernando Pacheco.
Pues bien, el regalo entre Awaziem y Cuéllar por falta de entendimiento, fue monumental. El 90% de ese gol llevará sus nombres. El resto fue de Enes Ünal, que solo tuvo que empujar el balón –pero para eso hay que perseverar y seguir la jugada– que le dejaron los rivales. El encuentro cambió y solo era el minuto dos.
La tempranera ventaja fortaleció el plan de Sergio: líneas juntas, en bloque bajo, a la espera de otro fallo de los madrileños para poner el segundo tanto en el marcador. De esta manera navegó el Pucela durante la primera parte. Guardó la ropa sin sufrir, anulando el ataque de los locales, que apenas se acercaron con peligro.
El plan, (casi) a la perfección
La segunda mitad arrancó por los mismos derroteros. El Lega no asustaba, tampoco el Real Valladolid que a duras penas se dejaba ver por las inmediaciones de Cuéllar. Pero cuando pisó al área contraria, no perdonó. Alcaraz remachó un balón después un remate fallido de Raúl Carnero tras el centro de Óscar Plano. De nuevo, el mérito al inicio de la jugada fue de Ünal, que cabalgó pegado a la línea lateral y contemporizó para dar el pase al ‘10’.
Dos tiros a puerta, dos goles. El Pucela se encontraba con la efectividad que no tuvo en otras ocasiones. ¿Es esta la ‘nueva normalidad’? A partir de ahí, el Leganés se desesperó. Nunca encontró el camino a la portería de Masip hasta el penalti tonto de Salisu, que le puso sufrimiento a la victoria con el gol de Óscar Rodríguez. Todo muy ‘made in Pucela’. Al final, tres puntos vitales para superar la barrera psicológica de los 30 puntos y afrontar, con una sonrisa, otra final ante el Celta de Vigo.