El atacante, que llegó al Real Valladolid en edad juvenil, recaló en Osasuna en el mercado de invierno en calidad de cedido buscando recuperar las sensaciones que le llevaron a la élite

Aunque el seis de enero los Reyes Magos pasaron por las casas de miles de niños, para Jose Arnaiz también hubo un regalo muy especial, que se hizo de rogar hasta el día treinta de ese mismo mes. Ese día se hizo oficial su cesión a Osasuna por un coste de 500.000 euros. Lo cierto es que Arnaiz no estaba pasando por su mejor momento tras una primera vuelta sin minutos en el Leganés en el que una lesión en el pubis, que venía arrastrando desde su estancia en el Barcelona B, frenó en seco su progresión.
La cesión al club navarro se convirtió en una nueva oportunidad para volver a mostrar su mejor versión. Bajo las órdenes de Jagoba Arrasate, Arnaiz ha podido disputar un total de 171 minutos repartidos cuatro encuentros, y a pesar de que aún no ha podido festejar ningún gol, la confianza del míster y de la dirección deportiva es un impulso para volver a recuperar sensaciones.
El talaverano llegó a la élite en agosto de 2018, cuando se hizo oficial su fichaje por el CD Leganés por cinco millones y para las siguientes cinco temporadas, convirtiéndose, junto a Youseef En-Nesyri, en el fichaje más caro en la historia del club pepinero.
El atacante llegó a Madrid después de ser una de las sensaciones del FC Barcelona B, aunque sus problemas en el pubis le impidieron gozar de los minutos esperados. En esa primera temporada en el ‘Lega’ disputo seis encuentros en Liga y dos en Copa del Rey. Con Pellegrino en el banquillo, y más tarde con Aguirre, tuvo un papel secundario, no asentado en el once titular, pero si saliendo en las segundas partes.
En el verano de 2017, el futbolista de Talavera de la Reina recaló en el FC Barcelona B –que en aquel momento se encontraba en Segunda División– por una cantidad de 3’4 millones de euros más variables. En el filial azulgrana gozó de veinte encuentros, diecinueve de ellos como titular, y fue autor de seis goles. Pronto, en su segundo encuentro, mostró algunas de sus virtudes, esas que tanto habían brillado en el Real Valladolid: hizo gala de su velocidad, de su desborde y de su potente tiro a puerta haciendo un doblete contra el Córdoba, en la victoria de su equipo por cuatro goles a cero.
Sus buenas actuaciones con el filial azulgrana le llevaron a postularse como la gran promesa del equipo. Por ello, el veinticuatro de octubre de 2017 recibió la llamada de Valverde para debutar con el primer equipo en Copa del Rey frente el Real Murcia, contra quien marcó su primer gol. En tres partidos oficiales con el primer plantel, Arnaiz logró marcar tres dianas. Sin embargo, una pubalgia le alejó de los terrenos de juegos en los últimos cuatro meses de la temporada, frenando en seco su magnifica progresión.
El comienzo de esta se inició en el Real Valladolid, a cuyo juvenil llegó en 2013 procedente del Talavera. Su despegue fue tal que se hizo con un hueco en el Promesas en la campaña 2014/15. Sin embargo, su recuerdo de esa temporada es amargo, puesto que Rubén de la Barrera, por aquel entonces técnico del filial, le obligaba a entrenar como defensa, muy alejado de las posiciones a las que estaba acostumbrado. Lejos de su familia y fuera de los planes del entrenador, Arnaiz se planteó tirar la toalla y dejar el fútbol.
Por suerte, Braulio Vázquez y Cata, responsables de la dirección deportiva del Pucela y hoy en Osasuna, le persuadieron, continuó con su trabajo e impulso, que le sirvieron un curso más tarde para consolidarse como uno de los mejores jugadores del Real Valladolid Promesas y para disputar cinco partidos con el primer equipo. El premio a la constancia llegó en la temporada 2016/17, cuando se ganó la confianza de Paco Herrera y se consolidó como titular.
El atacante jugó 35 partidos e hizo doce dianas. Esa campaña, Jose Arnaiz compartió equipo con nombres conocidos como Raúl de Tomás y como Mata, pero tenerlos a los tres no sirvió para que el equipo blanquivioleta consiguiese más que quedarse a las puertas del play-off, terminando la Liga en séptima posición, aunque con los mismos puntos que el Huesca. Su posterior venta, en un momento de mayores apreturas económicas, sirvió para paliar un poco la situación del club y para que creciera, aunque sin acabar de ser aún todo lo que parecía.