El portero del Chelsea, que jugó en el Real Valladolid en la temporada 2015/16, había recuperado la titularidad antes del parón y tenía puestas sus miras en la Eurocopa de verano

No estaba siendo la presente una temporada muy fácil para Kepa Arrizabalaga. Discutido en el Chelsea, donde cumple su segunda campaña, durante un mes había sido relegado a la suplencia por Frank Lampard, lo que ponía un tanto en duda su rol en la selección española, en la que, para más inri, la vuelta de Luis Enrique podía retirarle el peto de titular. Definitivamente no, definitivamente, lo que ha sucedido, lo que está sucediendo, no le ha venido demasiado bien, justo ahora que volvía a ser titular en los blues.
El guardameta de Ondarroa miraba al verano no como el periodo estacional en el que descansar, sino como la estación en la que Bilbao iba a ser una de las sedes de la Eurocopa. Y lo seguirá siendo en 2021, pero quién sabe lo que le puede deparar el futuro cuando vuelva el fútbol. Ahora, en apenas unos meses, podía tener la oportunidad de asentarse definitivamente en la élite de los porteros mundiales defendiendo el arco de una de las mejores selecciones, lo que podría haberle concedido galones para su vuelta a Londres, donde hasta la fecha ha mostrado un rendimiento sostenido, aún un tanto lejano de los primeros espadas, donde se pensaba que podía estar hace bien poco.
Porque el meta exblanquivioleta parecía destinado a estar ahí, entre los más grandes, cuando militó en el Real Valladolid, durante la temporada 2015/16. Después de ofrecer unas buenas prestaciones en la Ponferradina, la dirección deportiva liderada por Braulio Vázquez apostó por su cesión, y desde sus primeros partidos se vio el potencial que tenía. Su buen juego con los pies y sus capacidades físicas lo convertían en un proyecto de meta moderno que habría casado bien con Rubi, pero que tuvo que lidiar con la inestabilidad general del equipo, que acabó teniendo tres entrenadores.
En estas, terminó viéndose difuminado en medio de un plantel que terminó muy lejos del play-off y peleando por la permanencia, hecho doloroso y casi inaudito para el club en Segunda División en los últimos tiempos. Aunque no llegó a ser discutido –o no de forma mayoritaria–, lo que sucedió los últimos meses hizo pensar que debía todavía coger tablas y poso, algo que quedó desmentido desde el primer día que Valverde lo puso de titular con el Athletic y que, en un plazo mayor, se vio en los veintitrés partidos que jugó en su debut en Primera.
Pasados los años, con su trayectoria, se ha confirmado parte de los presagios que se podían oír en Zorrilla cuando militaba en el Pucela. Que el futuro era suyo parecía claro, solo tenía que confirmarlo. Y en ello está, pese a Frank Lampard o a pesar de que la Eurocopa tenga que esperar.