Los de Sergio González hicieron lo más difícil y se adelantaron con una genialidad de Sergi Guardiola, pero el Granada, en los últimos diez minutos, le dio la vuelta al marcador

Se las prometía muy felices el Real Valladolid antes de afrontar los últimos diez minutos de partido. Había hecho lo más díficil, adelantarse en el feudo del Granada con una genialidad de Sergi Guardiola al filo de la hora de encuentro.
Pero los de Sergio González llevan mucho tiempo empeñados en ser sus peores enemigos y, una vez más, tiraron todo el trabajo por la borda antes de convertirse en espectadores de la remontada de los nazaríes, que acabaron llevándose la victoria.
El encuentro arrancó con una intensa disputa, sobre todo en el centro del campo, por la posesión del balón, lo que se tradujo en muchas interrupciones y faltas. Con todo, fue el Pucela el que mantenía más la bola y llegaba a los dominios de Rui Silva, aunque sin crear demasiado peligro.
Sin embargo, el primer aviso serio lo dio el cuadro nazarí pasado el cuarto de hora. Carlos Fernández recibió un balón largo en el costado derecho y lo picó, con una vaselina, para superar a Masip. Pero, cuando la grada del Nuevo Los Cármenes ya cantaba gol, Salisu apareció, imperial, para despejar el disparo sobre la línea.
Respondió el Real Valladolid a través de un disparo de Óscar Plano desde fuera del área, pero el balón salió por encima del travesaño. Parecía que el choque entraba en una fase más tranquila cuando Toni Villa quiso animarlo con una buena acción individual. El canterano recogió el balón con el pecho, cabalgó por el costado izquierdo y, dentro del área, dio el pase de la muerte, pero la zaga del Granada fue más rápida y desvió a córner.
El partido seguía marcado por los constantes parones y las idas y las venidas en las ocasiones. Así, a falta de diez minutos para el descanso, Masip tuvo que meter la manopla arriba para desviar el remate de Gonalons en un córner. Acto seguido, Kiko Olivas enganchó un disparo de Alcaraz en un libre directo que se marchó por el costado izquierdo de la portería, aunque la jugada estaba invalidada previamente por fuera de juego.
La segunda mitad arrancó con el Granada dispuesto a meterle una marcha más. Gil Dias fue el primero en probar los reflejos del cancerbero blanquivioleta con un fuerte disparo desde la frontal, pero el catalán, nuevamente, volvió a meter la manopla arriba para desbaratar la intentona. El susto espoleó al Pucela, que tuvo la más clara en un mano a mano de Enes Ünal con Rui Silva en el que el nazarí aguantó muy bien antes de despejar el el balón.
Menos fortuna tuvo el portugués en la siguiente acción. Sergi Guardiola recibió un balón largo, se plantó prácticamente en la línea de fondo y, sin ángulo, buscó el espacio entre él y el primer palo. El guardameta tocó lo justo para que el balón rebotara en el poste contrario antes de acabar en el fondo de la red y desatar la locura en el banquillo visitante.
Tras el gol, los de Sergio González tuvieron varias oportunidades para lograr una renta más cómoda, pero Rui Silva echó el candado a su portería. El técnico movió el banquillo y el goleador dejó su sitio a Míchel, mientras el Granada se volcaba sobre la de Masip en busca del premio en forma de gol.
Lo logró, a falta de diez minutos para el final, Antonio Puertas, que igualó la contienda con un cabezazo tras alzarse entre los centrales. Fue, sin embargo, un empate con suspense, toda vez que el colegiado tuvo que acudir al monitor para dirimir si el balón había impactado previamente en el brazo o en el hombro del nazarí.
El golpe noqueó a los blanquivioletas, tesitura que intentaron aprovechar los de Diego Martínez para tratar de culminar la remontada. No llegaron a recuperarse y tampoco la entrada de Antoñito por Óscar Plano ayudó a dar oxígeno. En el último minuto, Carlos Fernández le ganó la partida a la zaga blanquivioleta y culminó una contra lanzada por Fede Vico, que desató la locura en el Nuevo Los Cármenes.
De este modo, el Real Valladolid nadó para morir en la orilla tras desaprovechar el trabajo de ochenta minutos y dejar escapar tres puntos que hubieran supuesto un importante salto en la lucha por la salvación. La semana que viene, los blanquivioletas recibirán al RCD Espanyol en una cita que se antoja una auténtica final.