Los dos goles tempraneros del Leganés, frutos de errores defensivos, lastraron en demasía a un Real Valladolid que no reaccionó hasta bien entrada la segunda parte

Como si el periodo vacacional no hubiese acabado todavía, el Real Valladolid salió a disputar la crucial cita ante el Leganés con el despiste propio de un niño al que se le hace muy cuesta arriba la vuelta al cole tras las Navidades. Con una primera parte paupérrima, caracterizada por los continuos despistes defensivos que se plasmaron en tres goles en apenas trece minutos, la visita del conjunto madrileño dibujó a un Pucela débil en defensa y que consiguió reaccionar tarde a un inicio desordenado. Empate a dos. Ese fue el resultado del partido con el que arrancó el año 2020 y que dejó tras de sí un reparto de puntos y un sabor de boca agridulce para ambos conjuntos.
Hacía frío, mucho frío en el estadio José Zorrilla antes de comenzar un encuentro importantísimo para los dos involucrados. En el once blanquivioleta, Moyano, ubicado en el lateral izquierdo y que formaba línea defensiva con Salisu, Kiko Olivas y Antoñito; todos ellos a un nivel más bajo del que acostumbran y que sufrieron de lo lindo para parar las embestidas de los pepineros.
Y es que fueron cuatro minutos, doscientos cuarenta segundos desde el pitido inicial del colegiado, lo que tardó el cuadro visitante en adelantarse en el feudo vallisoletano. ¿La jugada? Un raudo, aunque aparentemente defendible contraataque, que culminó el delantero Braithwaite a pase de En-Nesyri. Muchos ni se habían sentado. Y eso que había unos cuantos, porque la casa blanquivioleta lucía un ambiente espectacular, que no paró de animar –y presionar, vistos los reiterados pitos a Pichu Cuellar— a lo largo de los noventa minutos.
Los de Sergio González parecían estar todavía en el calentamiento, afectados por ese frío penetrante en los músculos que hacía errar los pases y cometer imprecisiones. Toni, que acabaría yéndose de morros a la caseta, no conseguía conectar con los suyos, como tampoco lo hacían Alcaraz, Plano y compañía, ausentes en el medio del campo. Solo Sergi Guardiola, que dejó bien claro que sabe jugar de espaldas a la portería, parecía entenderse con un Ünal convertido luego en el héroe y salvador de los vallisoletanos.
El turco, que, a excepción de los tantos de penalti, no marcaba el Liga desde el año pasado, casualmente contra el Leganés, logró dar un golpe sobre la mesa y remediar los contratiempos pucelanos. Lo hizo, en primera instancia, en el minuto nueve, gracias a un sensacional pase de Guardiola que le brindó un balón blando al que solo faltaba darle un empujón. Con el gol de Ünal se reiniciaba el choque, aunque poco duraría la alegría.
Poniendo en evidencia las carencias del Pucela para defender las ofensivas por banda, los madrileños, otra vez en una jugada articulada desde el lateral, sonrojaban por segunda vez a los zagueros blanquivioeltas, que veían como Roque Mesa, totalmente solo, remataba una pelota en el punto de penalti. 2 -1 y partido a contracorriente. Todo en trece minutos.
El resto de la primera parte fue el ejemplo de un nivel impropio de un enfrentamiento de Primera, pues toda aproximación de los de Aguirre se encaraba con un nudo en la garganta, ya que insuflaba peligro porque no se atajaba con rotundidad. Al defensor Olivas parecían temblarle las piernas y rechace tras rechace recaía el cuero en el contrincante. El intervalo se hacía esperar y Braithwaite perdonaba dos goles cantados antes del descanso.
Tras la pausa, el Real Valladolid mejoró el nivel, aunque no fue hasta pasado el minuto cincuenta y tras el cambio de esquema planteado por Sergio cuando empezaron a verse los resultados. Míchel entraba en sustitución de un flojo Moyano y Sandro se incorporaba al césped para sumar más pólvora arriba. Joaquín, a la línea de centrales, y Plano, al lateral izquierdo.

Con un juego más maduro, los blanquivioletas comenzaron a encadenar posesiones más largas, no sin evitar nuevos errores atrás, cuajando sin duda uno de los peores choques de la campaña a nivel defensivo. Aun así, Ünal, que voló como Superman a remate de un centro de Salisu, mandó un testarazo a las mallas ya cumplido el minuto ochenta. Había tiempo para la remontada y, sin embargo, el susto se lo llevaría el Pucela.
Pese a que el Real Valladolid había firmado una segunda parte mejor que su contrincante, los últimos minutos, a los que acompañaron un ruido ensordecedor por los nuevos pitos de la grada del Zorrilla al guardameta Cuéllar, tendido en el suelo por un tirón en el gemelo, infartaron a buena parte de los aficionados.
Era el minuto 91 y En-Nesyri, tras otro contragolpe mal defendido, conseguía golpear una pelota que impactó milagrosamente en Joaquín, colocado en el sitio de Masip, abatido ya y sin opciones de detener el disparo.
El tanto fallido, que se sintió más gélido incluso que el clima de la ciudad del Pisuerga, precedió al final del encuentro. El nuevo año retrató las carencias defensivas del Pucela y aupó a Ünal como el mejor jugador. El Leganés fue mejor en la primera parte y su oponente quiso poner la venda a la herida con demasiada demora. En cualquier caso, fue un punto que siempre suma, aunque no convenza, ya que ninguno de los dos equipos se mueve en la tabla de clasificación.