La efectividad sevillista va viento en popa, con la figura del extremo derecho argentino como ejemplo de evolución y de redención

El Sevilla de Lopetegui va carburando de manera inexorable en pos de conseguir un salto cualitativo y no perder el ritmo en la parte alta de la tabla. La gran pelea en la zona noble está más disputada que nunca, con cinco equipos a dos puntos de distancia como máximo, y demostrando que la dificultad de puntuar por parte del Barcelona y del Real Madrid está igualando una competición otrora acostumbrada a verlos a una distancia que se antojaba prácticamente inalcanzable.
En el conjunto hispalense se ha encontrado un orden y una capacidad de juego que convierte su visita en una dura prueba para cualquier rival. En el entramado del sistema sevillista se puede observar un agente claramente sorprendente que aporta vértigo a la zona de tres cuartos de los del técnico vasco y que se ha encontrado a sí mismo a la orilla del Guadalquivir: Lucas Ocampos.
Su evolución bajo el amparo del dibujo de Julen Lopetegui sorprende no tanto por su calidad, puesto que lleva mostrando ese nivel desde sus tiempos en River Plate –y posteriormente en Mónaco y Marsella–, como por la capacidad que ha tenido para erigirse un eje fundamental en el esquema.
De los partidos jugados por el Sevilla este año, solo se ha perdido un duelo en La Liga (ante el Celta, por lesión). Su capacidad para ser transcendental en una zona tan básica como el perfil derecho sevillista, compartiendo espacios con un jugador como Jesús Navas, le han convertido en un activo más que importante para los planes de los de Nervión.
Con bastante frecuencia, su juego le hace destacar como extremo ocupando la zona interior, dejando espacios para Navas, pero añadiéndole una opción de pase frecuente que mejora sus prestaciones y apoya su juego vertical. Es el elemento clave para completar las opciones en banda derecha, coronando el plan de Lopetegui para sumar recursos desde la banda a lo que quiere de su ataque.
El argentino es un jugador con dominio del uno contra uno, que confía en su habilidad a pesar de su estatura (roza el 1’90) y que suele sumar la potencia y la velocidad a sus ya conocidas habilidades con el balón y sin él, a la hora de moverse o generar ocasiones para sus compañeros, así como presionar la salida de balón e intentar forzar el error contrario para aprovechar la posible ocasión surgida del mismo.
Aun con la curiosidad de que no ha jugado un solo minuto en Europa, pues ha faltado a las cuatro citas disputadas en la Europa League ante Qarabag, Apoel y Dudelange (ida y vuelta), Ocampos no ha dejado de crecer en importancia. Su aporte ha trascendido incluso a nivel internacional, facilitándole el camino para llegar a sumar puntos de manera evidente como miembro de la albiceleste, donde ha cobrado peso para Scaloni.
Fue precisamente en el duelo ante Brasil, jugando con Argentina en el primero de los dos amistosos para los que fue convocado en la última ventana de duelos internacionales, cuando el atacante se encontró con unas molestias que parecían amenazar su puesta en escena en el José Zorrilla, en el partido que enfrentará al Real Valladolid con el cuadro hispalense.
Esa duda se responderá precisamente poco tiempo antes de que ambas plantillas pasen al calentamiento en el césped del estadio vallisoletano, peri, si juega, , por lo que respecta a Sergio y a los suyos, se tratará de un reto controlar la anarquía y el torbellino de juego que consigue trasladar al ataque sevillista Lucas Ocampos, en la búsqueda, una jornada más, de tres puntos nuevos para no perder el ritmo del pelotón líder en La Liga. Se trata, en fin, de un activo importante para las aspiraciones de Lopetegui y de un aspecto clave para los planes defensivos de Sergio González.