El conjunto blanquivioleta fue superior al Eibar en juego y en ocasiones, sumándole a la efectividad una gran solidez defensiva, para conseguir el primer triunfo en casa
El Real Valladolid lo consiguió. Tras tres intentos, a la cuarta fue la vencida. Los de Sergio González ataron la primera victoria de la temporada en casa con una triunfo de peso ante el Eibar de José Luis Mendilibar.
Frente a Osasuna, Granada y Atlético de Madrid, el triunfo estuvo muy cerca. Esta vez no se escapó. El Pucela minimizó al conjunto armero, que nunca consiguió ser aquello que quiere su entrenador. Ni se acercó.
Poco tiempo tardaron los locales en adelantarse en el luminoso. De nuevo se repetía una gran puesta en escena refrendada con un gol de bella factura. Míchel, (algunos se echarán a temblar como se resfríe porque no tiene recambio), carburó en el centro del campo con un pase en largo para Plano, que paró el tiempo unas milésimas de segundo para ceder a Sergi Guardiola. Un pase sutil. Un ’10’ que justifica casi jornada tras jornada por qué lleva ese número sobre su espalda. El de Manacor no perdonó ante Dimitrovic y cortó su sequía goleadora.
El tanto asentó al Eibar, como si un boxeador entrara de lleno en la pelea después del primer golpe de su contrincante. Pero el Real Valladolid lo repelió todo. Fue un muro y apenas dejó crear ocasiones de gol claras a los vascos. El empaque defensivo de los de Sergio González se refrenda en números: un gol encajado en cuatro partidos y una de las mejores defensas del campeonato.
Los minutos corrían en la primera mitad jugando a favor de los castellanos. Apenas hubo sobresaltos en el área de un Masip peleado con el césped del estadio blanquivioleta. Varios de los saques de meta del catalán fueron defectuosos por un verde que se levantaba en diferentes acciones del encuentro.
Cuando quedaban algo más de cinco minuto para enfilar el descanso, el Pucela dio el que a la postre fue el golpe de gracia, previa revisión del VAR. Una aparente jugada ensayada culminada por Salisu tras la salida de un córner. No estaba preparada, si no que fue obra de la imaginación de sus futbolistas, como reconoció Sergio en rueda de prensa, ponía el 2-0.
Se mataron así dos pájaros de un tiro, ya que el cuadro blanquivioleta consiguió romper la mala efectividad de las jugadas a balón parado y marcó un segundo tanto como local, algo que hacia tiempo que no se veía. Incluso se terminó con un tercero, ya que el Eibar nunca remontó el vuelo.
El público se divierte
La segunda mitad fue un correcalles que llevó a la afición pucelana a disfrutar en las gradas. Mendilibar introdujo cambios ofensivos y volcó a su equipo en ataque y ahí tuvieron oportunidades los locales para aumentar la ventaja. Porque los Toni Villa, Guardiola y De Frutos, –este último fue el primer cambio de Sergio–, encontraron las vías de agua. Pero no cristalizaron el gol.
Sí mandó la pelota a la red Óscar Plano, pero el tanto fue anulado por el VAR por fuera de juego en el cincuenta y cinco. Un 3-0 hubiera supuesto la sentencia y la alegría total. Aún así, todo fue como la seda. El Eibar lo intentó hasta el final, aunque sin entregarse. Incluso Expósito mandó un balón al travesaño que podría haber puesto picante al resultado. Nada de eso ocurrió y el Pucela salió con una sonrisa de oreja a oreja de Zorrilla por primera vez en esta temporada.