El ex del Real Valladolid Promesas participó en las sesiones AFE para futbolistas sin equipo. Ahora, se ejercita por su cuenta día tras día para estar preparado cuando se produzca la llamada de algún club
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La vida de un futbolista profesional, pese a ser corta, transcurre caminando por muchas fases, como la del esfuerzo sin reconocimiento, el crecimiento, el éxito absoluto y, en ocasiones, la del ostracismo. Y es ahí, en los momentos más bajos, cuando la cabeza cobra más protagonismo que las piernas y cada día que pasa no es un día perdido, sino un día ganado al calendario para encontrar destino.
En esas está ahora mismo Óscar Arroyo (Tossa de Mar, 1-2-1994), exjugador del Real Valladolid Promesas en durante temporadas (2015/16 y 2016/17), que también ha militado en equipos como el Villanovense o el Conquense, o incluso en las filas del Valencia Mestalla la campaña pasada.
El defensa terminó contrato el treinta de junio con el club ché –en el que llegó a entrenar con el primer equipo– y desde entonces no ha encontrado acomodo. «Llegó el mercado de verano, fueron pasando los días y no llegó ninguna propuesta interesante. Decidí ir a las sesiones AFE en agosto para coger ritmo y ser visto por clubes, pero tampoco me llegó nada que colmase mis expectativas en esas sesiones», explica después de coincidir en aquellos entrenamientos con otro ex, Julio Iricibar, hoy en el UCAM Murcia.
Cada concentración con AFE se prolonga durante quince días –este año transcurrió en San Pedro del Pinatar– y los futbolistas que asisten a esas sesiones entrenan cada día y disputan encuentros amistosos contra equipos de Segunda B o Tercera. Desde su experiencia personal, Arroyo se muestra contento de haber asistido: «Recomiendo a todos los jugadores que estén sin equipo que aprovechen para ir, porque te sientes como en un equipo, coges ritmo y conoces a gente que vale mucho la pena». Además, disponen de un cuerpo técnico e instalaciones para que el deportista continúe con su puesta a punto.
Una vez finalizan esas sesiones, cada futbolista regresa a su casa, pero en el caso del jugador catalán, sigue manteniendo contacto con los entrenadores porque «intentan ayudar si les preguntan por jugadores» que han estado con ellos durante esas sesiones de verano. Algunos finalmente han encontrado acomodo, pero otros, como el exblanquivioleta, siguen esperando a que suene el teléfono en cualquier momento ofreciéndole una segunda oportunidad, ya sea antes o durante el mercado invernal.
Es por ello que Óscar Arroyo no se queda con los brazos cruzados, dado que sabe que «cualquier día puede llegar algo del extranjero». Y es por ello que sabe que debe mantener la forma física. Para ello, el zaguero explica que sale a cada mañana, va al gimnasio, trabaja con un preparador físico y, para no perder conocimiento de campo, se entrena con el equipo de su pueblo, el UE Tossa.
Y es que en una situación como esta es necesario trabajar el físico, aunque también hay que mantenerse fuerte mentalmente. «Estoy pasando por una situación que no había pasado nunca y es complicado, sobre todo cuando llevas tantos años jugando al fútbol. De repente te quedas sin nada», lamenta.
Pero, aunque suene a típica frase de autoayuda, de las peores situaciones se aprende y se sale reforzado, y es esa mentalidad la que tiene el lateral. «Siempre he sido de pensar mucho las cosas, pero creo que esta situación me va a hacer más fuerte«, reconoce. Además ha optado por estar rodeado de su familia y de sus amigos, en su pueblo natal; cree que es «como mejor se puede estar», pues son ellos quien le apoyan cada día.
Mientras tanto, su representante trata de moverse «ahora» porque, aunque el mercado de pases está cerrado, al encontrarse en paro podría firmar por cualquier equipo que tenga fichas libres y, además, hay algunas ligas «que terminan en un mes y van a necesitar futbolistas». Óscar Arroyo no se cierra puertas: tiene claro que salir de España sería una opción si la propuesta se ajusta a sus intereses.
El móvil y la maleta son dos objetos que a simple vista no suelen tener demasiado significado, aunque sí lo tienen para el protagonista de estas líneas, que aguarda una llamada que le otorgue esa segunda oportunidad ansiada y le permita volver a disfrutar, a nivel profesional, de lo que más le gusta. Esa llamada, en fin, que le permita volver a vivir su sueño, que no es otro que jugar al fútbol.