El guardameta, en otra noche soberbia, sostiene al Real Valladolid al detenerle un penalti a Leo Messi y desbaratar, hasta en otras tres ocasiones, varias acometidas peligrosas del FC Barcelona
Volver a casa siempre es complicado. Una mezcla de sensaciones, entre alegría por volver al lugar donde tan feliz has sido y las ganas de demostrar que, aunque te han dejado marchar, eso te ha hecho más fuerte.
Algo parecido tuvo que pasar por la mente y, especialmente, por el corazón de Jordi Masip, que regresó al Camp Nou y salió encumbrado como la gran garantía de este Real Valladolid.
Protagonista en la previa por esa vuelta al hogar, el guardameta se empeñó en motivar con razones que los focos se centraran en él.
No pudo evitar que el Pucela saliera derrotado después de que Messi transformara un penalti cometido por Míchel, pero sí que el marcador fuera más abultado en un choque en el que, con todo, los culés mostraron un nivel inferior al habitual.
Finalmente, Sergio González se decantó por el sistema de tres centrales y dos carrileros, después de haber estado toda la semana alternando con el tradicional 4-4-2. El catalán, ante la ausencia de Alcaraz, dio entrada a Anuar, y Daniele Verde y Enes Ünal fueron los escogidos para suplir a Hervías y Plano.
Le funcionó el plan al Pucela, que consiguió mantener a raya a los atacantes culés y mantuvo el peligro alejado de la meta de Jordi Masip. Joaquín, primero, y Antoñito más tarde repelieron los dos intentos de Dembélé por abrir la lata. También la zaga del Barça tuvo que emplearse a fondo en una internada de Sergi Guardiola, que se plantó en el centro del área pequeña antes de que Piqué le robara el esférico.
De hecho, la ocasión más peligrosa de los catalanes no llegó hasta el minuto cuarenta, cuando Leo Messi disparó desviado al lado izquierdo de la portería. Fue el argentino, que firmó una primera mitad inusualmente gris –mérito, en buena medida, del buen hacer blanquivioleta– el que abrió la lata desde el punto de penalti. Míchel, en una acción infantil, agarró a Piqué y el ’10’ no perdonó, pese a que Masip adivinó sus intenciones.
Fue, precisamente el guardameta, el que se convirtió en el sustento blanquivioleta durante la segunda mita, evitando que el Real Valladolid saliera goleado del Camp Nou. El cancerbero le sacó una mano impresionante a Leo Messi, que había armado un potente disparo con la izquierda tras el pase de Jordi Alba. Apenas cinco minutos más tarde, Masip tapó a la perfección a Boateng, que le había ganado la partida a la zaga y se plantaba solo ante el meta.
Era la noche del cancerbero, que no se arrugó pese a tener enfrente a algunos de los mejores jugadores del mundo. Fue un muro infranqueable, ante el que también se estrelló Luis Suárez después de que Verde le regalara el cuero a Messi y este, con un pase medido, se la cediera al uruguayo. Fue en ese momento cuando Sergio, obligado por la lesión de Toni –que había entrado en sustitución del italiano–, hizo debutar a Stiven Plaza.
Pero lo mejor, como se suele decir, llegó al final. En una internada de Coutinho, Kiko Olivas barrió al brasileño, devolviendo el partido a los once metros. Messi volvió a hacerse con el esférico y, cuando todo parecía visto para sentencia, Masip dio un golpe de timón. Volvió a tirarse hacia el mismo lado, el izquierdo, y esta vez sí detuvo el trallazo del argentino, dándole tiempo a rehacerse y detener también el rechace.
Ya en el añadido, todavía hubo tiempo para que el guardameta culminara la que, sin duda, fue su noche, con una mano prodigiosa ante el disparo de Luis Suárez. Salió derrotado el Real Valladolid del Camp Nou, lo que hasta cierto punto podía ser previsible, pero sin ser vapuleado y con la certeza ganada de que la meta está bien guardada.