El guardameta firma una actuación imperial, deteniendo un penalti a Gerard Moreno, y permite al Real Valladolid sumar tres puntos con el tanto de Leo Suárez

Corría el minuto ochenta en Castellón cuando un el cabezado de Funes Mori se estrelló en el brazo de Kiko Olivas. El árbitro, que en un primer momento indicó córner, recurrió al famoso VAR para confirmar o revertir su decisión. Tras un par de minutos que parecieron eternos, el colegiado rectificó y decretó penalti.
Pero ni los jugadores del Villarreal, ni la hinchada amarilla ni el propio videoarbitraje contaban con que no es tan fácil derribar a Jordi Masip. El guardameta, que ya había tenido varias intervenciones de mérito, aguantó a Gerard Moreno y desvío su disparo, ratificando los tres puntos que Leo Suárez consiguió con el gol ante su ex equipo.
Hasta ahí, el Real Valladolid mostró varias versiones; todas buenas. Empezó el choque más pasivo, dejando que el conjunto de Calleja llevara la iniciativa, aunque muy ordenado y con las líneas muy juntas, impidiendo que las ocasiones de los amarillos generaran peligro.
Con todo, el primer aviso serio salió de las botas de Gerard Moreno, que buscó por todos los medios un gol que nunca llegó. Ya entonces se encontró con Masip, que dejó claro cuál iba a ser su papel: un muro infranqueable. Ese susto espoleó al Pucela, que dispuso de las mejores ocasiones de la primera mitad.
Alcaraz probó fortuna a la salida de un córner, en una jugada que volvió a demostrar el acierto de la pizarra de Sergio González. A partir de ahí, los blanquivioletas obligaron a Asenjo a emplearse a fondo, que por dos veces le ganó la partida a Cop.
Cuando más claro era el dominio del Real Valladolid, Gerard Moreno se encargó de recordar que el Villarreal vendería caros los tres puntos. El palo se interpuso en su disparo de volea tras aprovechar un buen pase de Manu Trigueros y, acto seguido, Nacho evitó in extremis que el balón traspasara la línea de gol.
La tónica no cambió demasiado tras el paso por vestuarios. Fornals y Moreno intentaron adelantar al conjunto amarillo, algo que impidieron Calero y Masip. A punto de cumplirse la hora de partido, Leo Suárez cambió el rumbo del partido. Las casualidades del fútbol.
Leo, qué bueno que viniste
El argentino, cedido por el Villarreal, sustituyó en el once inicial a Ünal, que precisamente se perdió el choque por la ‘cláusula del miedo’. Una condición que no se incluía en la cesión de Suárez y que, a buen seguro, resonará en la cabeza de más de uno de los implicados en la operación.
Nuevamente, la pizarra fue la clave. Moyano botó desde el costado derecho una falta que, repelida por la zaga castellonense, terminó en los pies de Leo. Completamente solo y con toda la calma del mundo, bajó la pelota con el pecho y ajustó el disparo al segundo palo, donde no llegó Asenjo.
A partir de ahí, el Pucela se visitó de sufridor, apretó los dientes y aguantó hasta el pitido final. Con el marcador en contra, el Villarreal se volcó al ataque, personificado en Gerard Moreno, que se marchó frustrado al no conseguir materializar las ocasiones más claras.
Una frustración en la que mucho tuvo que ver la zaga blanquivioleta, comandada por Calero y Nacho, que volvieron a firmar un partido soberbio. Pero, sin duda, el gran protagonista fue Masip, que culminó con la parada del penalti una actuación intachable.
Ya en el añadido, el Real Valladolid pudo sentenciar el choque, pero el colegiado (que nuevamente recurrió al VAR) anuló el tanto de Nacho al encontrarse el lateral en fuera de juego. Con el pitido final, la alegría fue plena para un Pucela que firma una semana perfecta: siete puntos de nueve, con dos victorias seguidas, que le permiten preparar la visita del Huesca desde la zona cómoda de la tabla.