El jugador hispano-uruguayo proviene del Atlético Malagueño y firma hasta 2020

Comentaba Miguel Rivera el pasado domingo que el Real Valladolid Promesas estaba abierto a la incorporación de dos atacantes más, un extremo izquierdo zurdo de pie natural y de un futbolista de vanguardia que ya tiene. Se trata de Kuki Zalazar, futbolista hispano-uruguayo que proviene del Atlético Malagueño y cuyo interés desveló días atrás este portal.
Hijo de José Luis Zalazar, el histórico delantero de Albacete Balompié en la década de los noventa, tiene veinte años y fue internacional con España hasta la sub 18, época en la que pasaba por ser una de las más firmes promesas del club costasoleño y del fútbol patrio, lo que le permitió entrar entre los mejores jugadores sub 20 del país seleccionados por Fútbol Draft en 2017, en una lista inicial que compartió con su nuevo compañero Miguel y con los exblanquivioletas Villalibre y Toni Martínez.
Firma hasta 2020 (con opción por tres años más) tras ser traspasado del Málaga CF, si bien, aunque no tenía hueco allí, la dirección deportiva no ha querido desprenderse de él a cambio de nada.
Después de realizar varias pretemporadas con el primer equipo y de su cesión en Cartagena la pasada campaña, en la que tuvo cierto protagonismo (aunque decreciente), no ha terminado de dar el salto deseado y su ficha, alta para el filial, recién ascendido a Segunda B, no iba a entrar en los planes de Dely Valdés (al igual que su hermano Rodri, quien, como él, no entró en la primera convocatoria liguera).
Sin embargo, conscientes de su potencial, en Málaga han querido mantener una parte de sus derechos –según El Desmarque, el 15%– y el acuerdo de rescisión incluye también una serie de variables futuras relacionadas con el futuro y una hipotética participación o asentamiento en el primer equipo blanquivioleta. Esa confianza en su desarrollo viene de cuanto mostró hasta su etapa en el filial malacitano.
Junto a su debut con el primer plantel con dieciséis años recién cumplidos, en las categorías inferiores del cuadro blanquiazul se vio en él a un segundo punta con gol (aunque en Cartagena hizo uno en veintisiete encuentros y más de 1.300 minutos), rápido y talentoso, que siendo cadete jugaba ya en División de Honor y acumuló tres temporadas en el Malagueño (y veintitrés goles) antes de marcharse al Efesé.
La velocidad, la profundidad y técnica que a priori aportará son características que, sobre el papel, se ajustan a lo que Miguel Rivera suele solicitar a sus atacantes, tal y como se vio en el estreno liguero ante el Sanse. Pese a su juventud, sumará, también, una mayor experiencia que la de otras piezas a las que se les busca salida antes del cierre del mercado, principalmente a través de alguna cesión de alguno de los jugadores más jóvenes y que en la primera jornada se quedaron fuera de la convocatoria.