Así han vivido compañeros de Calero, Anuar y Toni en las categorías inferiores su ascenso a Primera con el Real Valladolid

Hay generaciones de futbolistas tocadas por una varita. Y el Real Valladolid tiene una, representada por varios jugadores que han conseguido el deseado ascenso a Primera División. De forma antaño insospechada, varios canteranos han logrado no solo el salto al primer equipo en el último año, sino también ser una parte importante del salto de categoría. Calero, Anuar y Toni, los tres nacidos a lo largo de 1995, son el orgullo de la afición… y de sus compañeros de generación.
Desde que se juntó, la camada comenzó a brillar. En algunos casos, todo comenzó en benjamines, cuando entraron en las categorías inferiores futbolistas como el defensor boecillano o como Félix Valentín después de hacer las pruebas de acceso. «En las primeras etapas la columna vertebral la formábamos Calero, Iván de Santiago, Anuar y yo», rememora, citando ya al ceutí, que se enganchó siendo infantil. «Cuando vino, no tenía posición fija; con David Alonso el equipo era Anuar más diez. Le costó un poco mostrar sus cualidades, pero al año siguiente fijó su posición en el centro del campo y empezó a destacar, sobre todo físicamente», cuenta.
Esa superioridad se veía sobre todo «en las pretemporadas», en las que durante los ejercicios físicos «doblaba a todos» sus compañeros. Calero, en cambio, sobresalía de otra forma: «Era un central atípico, de mucha calidad. Recuerdo que de pequeño manejaba muy bien las dos piernas». Su marcha años después en dirección a Málaga separaría una terna ya mágica, a la que Toni se sumó un año más tarde que su compañero de Residencia. «Tenía mucha técnica y mucha calidad; sobre todo en el desborde, marcaba muchas diferencias, y además era el que mejor entrenaba», recuerda Valentín.
«En esencia, son iguales que eran antes. Es evidente que han mejorado, y era difícil que llegasen, pero siempre eran titulares y destacaban. Era muy fácil jugar con ellos. Teníamos un equipazo», afirma otro de sus compañeros en aquella época, Christian Ampudia. Llegado a la vez que Anuar a la cantera del Pucela, Ampudia hizo una gran amistad con él, hasta el punto de que su madre, dice «le tiene mucho cariño». Aquel vestuario, para él, «era una piña»; tenía a Calero como capitán y siempre tuvo la cercanía de Toni. «Tienen unos valores muy buenos. Siempre han sido gente normal», agrega.
Entre risas, el atacante recuerda que nunca ha visto a nadie «hacer más caños» en su vida», y eso que siempre fue «un poco tirillas», lo que hace que tenga desde siempre como apodo ‘El Raspillas’ –aunque, acortado con los años, se ha quedado como ‘Raspi’–. Por su parte, «Anuar corría más que nadie y siempre recuperaba muchos balones. Calero siempre ha tenido una salida de balón espectacular». Aunque no son los únicos componentes de aquella generación que han llegado al profesionalismo.
También lo han hecho Guille Vallejo, guardameta del Elche, o Iván Alejo, futbolista de Eibar, que solía adelantar una categoría, pero coincidió igualmente por ellos. A su modo de ver, «se veía que eran tres jugadores superiores al resto, por encima de la media», pero no solo eso: el futbolista armero veía «que podían llegar», porque «siempre han sido muy trabajadores, y cuando tienes condiciones y además trabajas» , cumplir el sueño es posible.
a otros jugadores como Guille Vallejo (arriba, el segundo por la izquierda), Dani Hernández (abajo, el primero
por la izquierda, un año menor) o Iván Alejo (abajo, el primero por la derecha). También en la imagen, Christian Ampudia
(arriba, el sexto por la izquierda) o Félix Valentín (arriba, el tercero por la derecha)
El atacante considera «un orgullo» el ascenso conseguido por sus tres compañeros, con los que mantiene el contacto y valora, también que «siempre han sido muy normales, muy humildes y muy buena gente», algo sin lo que cree que no habrían alcanzado el éxito. Un éxito propiciado también por una apuesta real por la cantera realizada por la dirección deportiva del Real Valladolid.
«Con la llegada de Miguel Ángel Gómez parece que se está apostando de verdad, no solamente de palabra. Un club se hace desde abajo, y se ha demostrado que apostando por la gente de la casa los resultados pueden ser muy buenos, porque los tres han sido muy importantes para el ascenso», valora.
Hace algún tiempo quizás no era así. Por eso Félix Valentín y Christian Ampudia valoran más lo logrado por sus coetáneos. «Todos queríamos llegar, pero solo ellos han podido», dice con aire nostálgico Ampudia. «La generación de arriba también tenía gente buena», pondera Valentín, que recuerda que «aunque podían ser los tres favoritos, era difícil pensar que pudieran llegar a Primera División».
Pero sí, lo han hecho han «demostrado sus cualidades» y han «sabido aprovechar la oportunidad», en el caso de Anuar y Toni, demostrando un gran amor a los colores a pesar de no ser vallisoletanos. «Creo que si hubieran sido otros, ya no estarían en el club, pero a ellos siempre les ha gustado. Aunque tuvieron ofertas de fuera, quisieron quedarse aquí y han tenido el premio». De algún modo, todos lo han tenido.
«Como verlos entonces»
El valor de la generación de 1995 se mide por el éxito de estos jugadores, que en la cantera destacaban y ganaron las ligas cadetes con facilidad a las órdenes de Mariano Gutiérrez, entrenador que dirigió durante dos campañas a Calero y Anuar y una a Toni, después de que Javier Torres Gómez lo captara en Murcia, su lugar de origen. Igual que los anteriores protagonistas, fue a Zorrilla a ver en directo el ascenso. «Me hizo especial ilusión verlos en el campo a la vez. Me emocioné mucho cuando vi a los tres juntos hacerse la foto. No sé si habré puesto mucho o poco en su formación, pero me gusta ver lo que han conseguido», expone.
Fue «como verlos entonces», hasta el punto de que, con pasión, sintió la tentación propia del técnico de «bajar a corregir» sus posibles errores. Conocedor de los tres, ha visto una evolución sobre todo en el aspecto defensivo con respecto a cuando los entrenó, debido a que en esas categorías «cuesta más que el futbolista asimile ese tipo trabajo porque los partidos suelen decantarse sin grandes esfuerzos».
Así, por ejemplo, ve a Toni más enchufado «en las ayudas al lateral» y a Anuar y Calero más sumergidos en el otro fútbol, ese de las disputas y el choque. Sin embargo, incide, son «iguales» en su naturaleza. «Toni es el jugador aparentemente endeble pero habilidoso que puede parecer que no está, pero al que le cae el balón, desborda y rompe la defensa con muchísima clase. Anuar sigue conduciendo mucho y siendo todo corazón; siempre sostiene al equipo tácticamente porque se lo deja todo y llega cuando tú no lo haces. Y Calero es técnicamente un jugador diferente, distinto por su forma de controlar y de fintar, tremendamente tranquilo y toda una garantía en la salida de balón», explica.
Gutiérrez, que llevó a su hijo al estadio para que viera cómo tres de sus expupilos subían a Primera, valora la figura de Chus Zurro como importante para que aquellas generaciones tuvieran los pies en el suelo y recuerda un hábito de su época de entrenador en las categorías inferiores del Real Valladolid: el acudir a la Residencia con sus plantillas para que vieran los cuadros con las fotos y comprobaran que llegar a lo más alto no era lo habitual, sino al contrario. Esta vez, sin embargo, son varios los canteranos que se han confirmado en el primer equipo, además, ascendiendo a Primera División.
Con todo, la ilusión de Mariano Gutiérrez –entrenador en el Carejas Paredes Aficionado esta pasada campaña– es compartida por Christian Ampudia, futbolista del Betis CF de Regional Aficionado, por Félix Valentín, jugador del Universidad de Valladolid de la misma categoría, por Iván Alejo, que esperaba a sus compañeros en la máxima categoría, y por tantos y tantos otros. También, claro está, por parte de los aficionados, felices por disfrutar otra vez de un ascenso, para más inri, con tres jugadores de los suyos, en el sentido más estricto de la palabra. Tras tanto soñarlo, y sobre todo, después de tanto trabajarlo, el presente y el futuro son suyos. La Primera les espera con los brazos abiertos. Se lo han ganado.