El Real Valladolid vence en El Molinón (1-2) en un partido que tuvo controlado en todo momento y accede a la final del play-off, en la que se medirá al Numancia
En uno de los capítulos de la serie estadounidense ‘Cómo conocí a vuestra madre’, Barney Stinson hablaba de la delgada línea que separa lo posible de lo imposible. Ese lugar en el que ambos conceptos se unen para existir al mismo tiempo y convertirse en uno solo: lo ‘posimposible’.
Eso, precisamente, es lo que ha conseguido el Real Valladolid: llegar a ese lugar que parecía inalcanzable pero en el que, matemáticamente, aún se podía estar. Lo ha hecho de una forma casi impecable, venciendo a un rival que partía como favorito para muchos y sin apenas cometer fallos en 180 minutos.
Los de Sergio González llegaban al Molinón con una renta cómoda de la ida, aunque con la inquietud que generó el gol de Jony en el José Zorrilla. Los rojiblancos tenían que salir a matar (y morir) en su campo, y el guión se cumplió desde el minuto cero.
El Sporting salió como una tromba, volcado arriba y tratando de ejercer una presión asfixiante que dificultara la salida de balón de los blanquivioletas. Eso, unido a lo resbaladizo del terreno de juego, provocó que en cinco minutos hubiera dos despistes importantes en la construcción de las jugadas.
Los sustos, más que afectar al Pucela, dieron alas a la parroquia rojiblanca, que no dejaba de pitar cada vez que el balón estaba en posesión de los blanquivioletas. Con todo, fueron ellos y no los aficionados que viajaron desde Valladolid los primeros que contuvieron la respiración cuando Mata le ganó la partida a Álex Pérez para cazar el centro de Hervías y, acto seguido, armar de primero una volea que se fue alta.
La ocasión hizo que los de Sergio se encontraran más cómodos y comenzaran a desarrollar ese juego que tanto les gusta. Así, Mariño tuvo que emplearse a fondo cuando Hervías envió un potente disparo desde la frontal del área tras una cabalgada e internada en el área del pichichi.
No obstante, los asturianos no se amilanaron y Rubén García, tras un centro de Santos desde el costado izquierdo, protagonizó un disparo que se fue rozando el palo de Masip. Parecía que el partido iba a convertirse en un intercambio de golpes cuando el Real Valladolid golpeó primero con una jugada trenzada.
Hervías salió con el balón jugado desde área propia, donde abrió a Kiko Olivas. El central condujo por la banda derecha hasta dársela a Míchel, que vio a Mata descolgado en la izquierda. El pichichi hizo entonces lo que mejor se le da: se fue internando en el área y, rodeado de defensas, se sacó de la manga un potente disparo que se coló por la escuadra.
Al Sporting se le ponía muy cuesta arriba el choque, aunque pudo empatar la contienda en dos ocasiones. Primero, Míchel envió a córner un disparo lejano de Lora y, acto seguido, Barba remató por encima del travesaño el centro desde la esquina.
Pero el que volvió a saborear las mieles del gol fue el Pucela. Hervías, desde la derecha, le mandó el esférico a Plano que, sin pensárselo dos veces, sorprendió a Mariño con un potente y colocado disparo. Una distancia que pudo ser aún mayor si el guardameta no hubiera desbaratado la ocasión del riojano al filo del descanso.
Con la eliminatoria más que encarrilada, el Real Valladolid comenzó a pensar en su próximo rival, el Numancia, y comenzó a gestionar el tiempo que aún quedaba por delante haciendo gala de la seriedad en defensa que viene mostrando en los últimos choques.
Carmona anotó el gol del honor para los rojiblancos desde los once metros tras un penalti cometido por Toni sobre Santos. Aunque buscaron el empate ya en el añadido, los de Baraja no fueron capaces de volver a batir a Masip. Así, el Pucela alcanza la final del play-off de ascenso a Primera. El miércoles, en Los Pajaritos, intentarán seguir siendo imparables.