Gijón será este domingo un pequeño reducto de aficionados del Real Valladolid después de que las quinientas entradas enviadas por conjunto sportinguista hayan volado en un par de horas

La ciudad de Valladolid y sus habitantes se han enganchado al Pucela. Menuda noticia puede pensar alguno, porque la ciudad debería estar volcada con su equipo siempre, pero es cierto que tras las últimas temporadas los aficionados se han ido desilusionand,o pero según han ido llegando los resultados la afición se ha ido sumando a la locura blanquivioleta hasta tal punto que después de agotar las entradas para el último partido de liga y la ida del play-off, los abonados se han volcado por conseguir una de las quinientas entradas disponibles.
Desde que se conoció el número de entradas que saldrían a la venta para el desplazamiento a tierras gijonesas la locura invadió a todos aquellos que tenían decidido asistir al encuentro. Todos querían una entrada, pero no todos la iban a poder conseguir. En la mente de muchos quedaba el viaje para el encuentro de liga en Alcorcón en la teporada del ascenso con Djukic en el que a pesar de que el club alfarero envió más entradas, muchos se quedaron sin ella.
En esta ocasión estaba claro que el sporting no iba a enviar más entradas, por lo tanto solo quinientos abonados serían agraciados con la posibilidad de ver al Pucela pasar a la final del play-off en el Estadio de El Molinón. En la medionoche del martes al miércoles llegaron a Zorrilla los primeros valientes que querían asegurarse su presencia en Gijón; Andrea y su novio, venidos desde Santovenia, pasaron la noche en los aledaños del estadio hasta que a las siete de la mañana se decidieron por ponerse a iniciar la cola.
Por delante les quedaban ni más ni menos que diez largas horas hasta que las puertas de la Federación de Peñas se abrieran y comenzara la venta de entradas para el partido. Poco a poco la gente fue llegando para sumarse a la colas, en las primeras horas los que fueron llegando en primer lugar acordaron asignarse un número para saber el orden y que nadie les arrebatara el sitio si por algún motivo salían de la cola en algún momento, pues el esfuerzo que iban a realizar de estar los que menos de ellos siete horas en la cola no podía verse truncado por salirse de la fila unos minutos.
La salida de los jugadores al entrenamiento fue uno de los momentos álgidos de la mañana, pero más aún el término del mismo cuando la cola ya la formaban a menos una treintena de personas que se pusieron a jalear a los jugadores y al míster Sergio como si el partido se jugara en ese mismo instante.
Preparados con sillas, almohadones, libros, cartas y libros, las horas fueron pasando y la fila aumentado. La cordialidad entre los primeros puestos de la fila era tal que alguno hasta regaló comida que le sobraba a quien todavía no había comido. Otros para tratar de amenizar el tiempo pusieron alguna de las tertulias deportivas locales que se pueden escuchar en los diales de la radio con un altavoz para que todos pudieran escucharlas y comentar lo que consideraban.
La ambición por hacerse con una de las entradas era bárbara, la cola llegaba casi hasta el parking y cada vez era más la gente que se agolpaba en los alrededores. Antes de comenzar la venta, los componentes de la Federación de Peñas del Real Valladolid se molestaron en salir y repetir las instrucciones para hacerse con los tickets, que al ser nominativos para cogerlos hacía falta el DNI y el abono de la persona que iba a viajar, por lo tanto a quien le faltara alguna de estas dos cosas no podría comprar.
Mientras que en el inicio de la fila se respiraba un ambiente inmejorable, según se avanzaba por la misma recorría el nerviosismo por saber si conseguirían entrada, sobre todo al ir conociendo el gran número de ellas con las que iban hacerse algunos aficionados.
Pero antes de contar como fue esta venta de entradas que para algunos fue como la Odisea de Homero, hay que destacar la hospitalidad del Real Valladolid con los allí presentes. A la vista de la aglomeración de socios, el club decidió dejar abiertas una de las puertas de acceso al campo para que todos los que lo necesitaran pudieran ir al baño. Además muchos aprovecharon para echar un vistazo por última vez al lugar donde este jueves dará lugar una batalla futbolística. Un estadio vacio que en poco más de 24 horas se llenaría de sueños e ilusiones de más de 26 mil personas.
Puntales como un reloj, a las 17:00 horas la Federación de Peñas comenzó la venta de entradas, poco a poco los abonados fueron cogiendo las suyas.
En poco más de una hora ya se habían vendido la mitad de ellas y eso hizo que algunos de la parte de atrás se resignaran y abandonara su puesto. Los más creyentes aguantaron estoicamente y su fe vio recompensada para la mayoría de ellos. Finalmente las 500 entradas volaron.
Este domingo en Gijón habrá un pequeño reducto de aficionados blanquivioletas que tratarán de resistir ante el empuje de una gran afición como la del Sporting. Los pucelanos quieren convertirse en el poblado de Asterix y Obelix en la Galia evitando una vez tras otra la conquista su poblado por parte del Imperio Romano. Y como el Real Valladolid consiga pasar esa eliminatoria, ya por seguro no serán ni uno ni dos lo que se queden a pasar la noche en los aledaños de Zorrilla, mucho más si es la vuelta fuera de casa y el ascenso está en juego. Está demostrado, cuando más necesita el equipo a su afición, esta no duda en hacerse notar, contradiciendo a aquellos que dicen que es una afición fría y llevando en volandas a sus futbolistas hasta lograr los objetivos.