Análisis del próximo rival del Real Valladolid

Complicado, pero no imposible. Seguir remando y seguir ganando. Apurar las opciones matemáticas. Pueden llamarlo como quieran, pero al final se puede resumir de la siguiente manera: el Real Valladolid debe seguir sumando de tres en tres, a falta de cuatro jornadas para el final, si quiere apurar sus opciones de play-off. Los partidos se acaban, y la realidad es que los blanquivioletas continúan sin colarse entre los seis primeros.
La próxima oportunidad es clara. A dos puntos del sexto clasificado toca jugar en Zorrilla, donde curiosamente los de Sergio González han flaqueado más últimamente, y frente a un rival que se juega más bien poco en esta recta final de Liga. Un Albacete que salvo hecatombe será equipo de Segunda División un año más pero que quiere dejar buena imagen para irse de vacaciones con mayor tranquilidad.
Necesidad de ganar
Efectivamente, los de Enrique Martín descansan en la decimocuarta posición de la tabla gracias a sus cuarenta y siete puntos, a ocho de un descenso que marca el Córdoba. Con doce por disputarse, muy mal tendría que darse para que los manchegos se vieran en apuros para salvarse. Eso sí, se trata de un claro ejemplo de cómo vivir de las rentas, toda vez que el Alba suma la friolera de siete partidos sin conocer la victoria. Una mala racha que ha terminado por enfriar el entusiasmo estas últimas semanas.
Y ya no es solo los malos resultados cosechados, sino las sensaciones que transmite el equipo sobre el césped. El último referente, de hace tan solo unos días en el Carlos Belmonte ante el Cádiz, es un buen ejemplo de ello. El partido concluyó 1-1, pero lo que se vio sobre el césped fue un canto al aburrimiento y al juego rácano de dos equipos en horas bajas. En estas, la afición manchega ha terminado por claudicar y hacerse cargo de que esta no es precisamente la mejor temporada de la historia reciente.
El objetivo, eso sí, parece al menos cumplido. Teniendo en cuenta que el Albacete era uno de los cuatro equipos llegados a Segunda División desde la categoría de bronce, la primera meta era asegurarse que el club salvaba la papeleta deportivamente hablando con el menor sufrimiento posible. Ya ha habido varios sube baja estos últimos años y no está el horno para bollos, pero claro, cuando la afición ha visto la salvación hecha esta temporada pidió más. Y eso ya no ha podido darse.
La cuestión es que la cosa no parece demasiado fácil de remontarse jugando a domicilio, como es el caso esta semana, ya que diecisiete puntos de cincuenta y cuatro posibles en dieciocho partidos, conseguidos con tres victorias, ocho empates y siete derrotas no son precisamente un gran botín. Los viajes cuestan a los de Enrique Martín, quien por cierto agarró el timón en octubre tras un comienzo dubitativo dando salida a José Manuel Aira, quien fuera artífice del ascenso el año pasado.
Necesidad de fe
Y es que quizá esté ahí el problema de este Albacete, en la falta de identidad. Demasiado irregular a lo largo de la temporada, es cierto que ha tenido momento de mejor juego que el actual, sin haber llegado a ser en ningún momento un derroche de constancia. Sí, es cierto que podría ser peor, pero ya se sabe que la afición siempre pide y reclama un poco de continuidad para poder ilusionarse. Simplemente, da la impresión de que el equipo podría dar mucho más de sí.
¿Y a qué juega este Queso Mecánico? Enrique Martín gusta de usar una particular defensa de cinco en los últimos partidos, con Álvaro Arroyo y David Morillas como carrileros en el último compromiso frente al Cádiz. Un 5-3-2 con Héctor Hernández y Zozulya como puntas de lanza, siendo por cierto el segundo el pichichi del equipo con siete muescas en su revólver en lo que va de temporada.
Y hablando de goles, hay que decir que el Albacete no es precisamente un experto en perforar porterías rivales. Los manchegos son el cuarto equipo que menos goles transforma de toda Segunda División, con tan solo treinta y uno en los treinta y ocho encuentros disputados por el momento. Aunque está claro que si el Pucela no debe hacer algo, dados sus últimos tropiezos, es confiarse.
Curiosidad del rival de esta jornada: ¿Cómo nació el Albacete Balompié? Son muchos los que gustan de recordar la anécdota del humilde club, hace setenta y cinco años en el tradicional café Colón de la capital manchega. Un grupo de amigos, Antonio Tabernero, Pedro Monzón y Antonio Lozano, querían formar una sociedad deportiva y ni cortos ni perezosos, se lanzaron a fundar el Albacete. Hasta hoy.