El equipo de Miguel Rivera se impuso a la Gimnástica Segoviana por 0-1 con gol de Luis Suárez y firmó matemáticamente la permanencia

Increíble, mágico, apoteósico. Cuesta creerlo cuando se piensa en cómo estaba el equipo a mitad de temporada, pero la única realidad es que el Real Valladolid Promesas jugará otro año más en Segunda B, después de imponerse por 0-1 a la Gimnástica Segoviana en La Albuera con un gol de Luis Suárez. Una tarde de esas para recordar, para la historia, en una nueva muestra de coraje y pundonor de los blanquivioletas.
La situación no era para menos. Tras una racha impresionante, era el momento, el ahora o nunca. El ambiente se había caldeado durante toda la semana en Segovia para convertir La Albuera en una caldera, y así fue. Más de 2.600 personas para apoyar a los suyos, que se jugaban exactamente lo mismo que los de Miguel Rivera en una situación más crítica. En este contexto la batalla solo podía ser un choque de poder a poder.
Y así fue. Empezó el partido tenso, con ambos equipos cautos pero con ganas de lanzarse a por los tres puntos. Mientras que el Promesas se entregaba a las contras, la Sego trataba de estirar el campo por la bandas para crear peligro en el área de Dennis. Pero así es el fútbol. Había alguno que todavía estaba estudiando la hoja de alineaciones cuando Luis Suárez, el más listo de la clase, cazó un centro desde la banda para controlar, tac, tac, y para adentro. A veces esto es más fácil de lo que parece.
Era el primer escalón del camino al cielo, a la gloria, para el filial blanquivioleta y el principio del fin para la Gimnástica. Poco a poco los locales consiguieron sobreponerse al mazazo inicial y estiraron líneas, conscientes de que perder este domingo suponía firmar prácticamente el descenso a Tercera. Los dos Danis, Calleja y Arribas, ponían en aprietos a la defensa pucelana con un Ivi en punta que se dejaba el alma en cada carrera.
Pero a grandes males, grandes remedios. La zaga, comandada por un genial Salisu que firmó un encuentro para enmarcar, supo achicar agua en condiciones para mantener el temple y los nervios mientras el reloj seguía corriendo. Esta fue precisamente la clave. El Real Valladolid B supo gestionar los tiempos correctamente, sin perder el orden y con una experiencia impropia de un conjunto filial. Sin duda este equipo ha crecido a pasos agigantados en apenas unos meses.
Corre, reloj, corre
Así fue transcurriendo la primera parte sin mayores contratiempos para los de Rivera. Apenas un par de ocasiones comprometidas para ambos lados, quizá con un ligero dominio de los visitantes, pero en ningún momento con la sensación real de que el camino a vestuarios fuera a señalarse con un nuevo cambio en el marcador. El segundo round fue otro cantar.
Vaya usted a saber lo que les dio el técnico de la Gimnástica en el descanso, pero el equipo salió definitivamente con todo para buscar el empate. Dani Arribas tuvo una oportunidad inmejorable que acabó en el limbo nada más arrancar y, para desgracia segoviana, Ivi tuvo que retirarse tocado cuando apenas se llevaban cinco minutos disputados. Mientras el Promesas se revolvía como gato panza arriba aguantando un resultado que valía su peso en oro.
Comenzaron también los bailes de tarjetas y de cambios, momento en el que el juego se puso un poco trabado. Rivera supo mover sus piezas dando entrada a Alvarado y a Becerra, de manera que aunque se veía al equipo sufrir en momentos puntuales del partido el Promesas también gozó de alguna ocasión de peligro para ampliar su ventaja a la contra. Los minutos pasaban de manera cansina, apática, mientras la Segoviana empezaba a desesperarse.
Esto es precisamente en lo que el entrenador andaluz ha convertido a su equipo estos meses. En un vestuario unido, fuerte, potente, que se ha terminado por creer lo que era. Que confiaba en sus posibilidades. En este punto se hacía mucho más sencillo pasar por una situación de apuro cuando crees de verdad en tu objetivo. Incluso la fortuna se pone de tu lado, porque bien pudo haber taladrado la Sego la red de Dennis en algún arresto de Ivi, pero el destino dijo que no.
Y así, entre pérdidas de tiempo, más cambios y algún que otro jugador tocado, el trencilla señaló el final. Pi, pi, piiii. Los jugadores del Promesas saltaron al terreno de juego desde la banda, conscientes de la gesta que acababan de firmar cuando por enero o febrero todo parecía perdido. Lágrimas, cánticos y gritos de alegría para festejar que, ahora sí puede decirse, el Real Valladolid B seguirá otro año más en la categoría de bronce.
Ficha técnica
(0) Gimnástica Segoviana: Pablo, Borja Plaza, Asier (Rubén, m.72), Javi Marcos, Anel, Manu, Dani Arribas, Fernan, Ivi (Agus, m.49), Kike (Leira, m.68), Quino
(1) Real Valladolid B: Dennis, Raúl, Moi, Carrascal, Salisu, Mario (Mari, m.76), Mayoral (Alvarado, m.55), Javi Pérez, Luis Suárez (Becerra, m.67), Antonio Domínguez y Samanes.
Goles: 0-1, m. 13: Luis Suárez
Árbitro: Sánchez Sánchez (C.T. Extremeño), auxiliado en las bandas Gómez Rivera y Aparicio Álvarez. Amonestó a los locales Dani Arribas y Quino y a los visitantes Salisu, Alvarado y Dennis