El conjunto granate acaba con los doce partidos sin perder del Real Valladolid B y lo supera en la tabla

Gritaban los ruidosos aficionados del Pontevedra CF que viajaron hasta Valladolid que al Ponte «hai que roelo» (hay que roerlo), y no les faltaba razón. Muchos años han pasado de aquella época en la que los granates se hicieron célebres en Primera con dicho eslogan, y sin embargo, algo queda de aquella idea. Y si no que se lo pregunten al Real Valladolid B, a quien se le atragantó hasta romper la racha de doce partidos sin perder.
No es que el Promesas mereciera perder, porque no lo hizo, pero durante buena parte del envite las disputas y la dureza fueron la tónica general. De esta manera, efectivamente, los granates fueron un hueso; plantearon el encuentro desde lo emotivo e impidieron que el filial jugada cómodo. Aunque siempre quiso dominar, y en cierta forma lo hizo, porque tenía más la posesión, siempre había un choque, una entrada, una interrupción, en definitiva, que evitaba que la jugada llegara a término.
Pese a ello, a los diez minutos Domínguez tuvo una buena ocasión con un disparo desde la frontal al que respondió Edu Sousa con un paradón. El cancerbero –sin quererlo– concedió el rechazo en corto, y aunque Becerra llegó para rematar, y el portero volvió a despejar, resultó que el ariete colombiano estaba en fuera de juego.
Invitaba al optimismo dicha oportunidad, pero estas no se sucedieron debido a los numerosos parones citados. La premisa del Pontevedra, como reconocería Luismi más tarde, era la de no dejar correr al Promesas, y así lo hicieron: cualquier intentona fue abortada. La excepción, otra, llegó pasada la media hora, cuando un centro lateral fue rematado por Becerra, de cabeza, si bien otra vez Edu hizo un paradón salvador. Fue preludio del tanto lerezano.
Una ‘faltita’ en la frontal se convirtió en el cero a uno gracias a la maestría de Mouriño, que tiene un guante. Su buen disparo sorprendió a Dennis, que reaccionó un pelín tarde, e hizo que las miradas en la grada fueran cómplices y de aviso: ser el peor visitante no convertía en una perita en dulce al Pontevedra. Llegaba para batallar. Para sumar.
Y lo hizo gracias a que al poco de la reanudación otro gol puso las cosas más en contra de los blanquivioletas. La entrada de Luis Suárez doblaba la amenaza en ataque y dividía las fuerzas de la defensa rival, hasta entonces, si no cómoda, resolutiva. De nada sirvió en principio por el error en la salida que favoreció el centro de David Añón para Eder, que se encontraba en buena posición, sin excesiva oposición, dentro del área. El testarazo inapelable, convertido en el cero a dos, fue una losa que el Real Valladolid B ya no pudo levantar.
Aunque lo intentó, y pronto Mayoral acortó distancias desde el punto de penalti –uno por lo menos dudoso; no pareció que Luis Suárez lo sufriera realmente–, el acoso y arrojo que vino después no surtió efecto. Becerra remató desviado otro centro lateral y Kevin Presa respondió con un disparo lejano que se marchó fuera por muy poco. Fue su última intentona, dado que al Ponte le convenía más defenderse y mantener el resultado. A eso jugó, perdiendo tiempo y tratando de sacar a los filiales del partido. Y le salió bien. No todo, pero bien.
Con todo, el Promesas terminó mereciendo el empate por volumen de juego más que porque amenazara con demasiada claridad la portería rival. Mayoral puso un centro pasado al que no pudo llegar Marí y el balón estuvo en todo momento en la mitad de campo de los gallegos, que, además, terminaron con diez por la expulsión de Álex González. Sin embargo, David Goldar y Kevin Presa se multiplicaron para evitar remates claros y los cuatro minutos de descuento no fueron suficientes. Los 94′ totales no bastaron para sumar.
Aquel hueso duro de roer que un día se le atragantó incluso a Di Stefano y compañía se reprodujo en Los Anexos y provocó, después de doce partidos, una nueva derrota de un filial que ve cómo el rival le sobrepasa en la tabla, situándose con un punto más. Aunque la ruptura de la racha positiva no debe suponer el quebranto de la confianza y de la dinámica que llevó fuera del descenso a un Promesas que, pase lo que pase, seguirá una semana más fuera de él. Con cuarenta puntos, acabará la jornada como mínimo con dos puntos sobre ese descenso.
Real Valladolid Promesas: Dennis; Apa (Pablito, min. 87), Mario Robles, Sali, Moi; Raúl Navarro (Miguel Marí, min. 54), Antonio Domínguez; Mayoral, Javi Pérez (Luis Suárez, min. 46), Samanes; y Becerra.
Pontevedra CF: Edu Sousa; Marcos, David Goldar, Darío (Nacho López, min. 22), David, Marcos, Álex González; Mouriño (Jesús, min. 80), Álex Fernández, Kevin Presa, David Añón (Jorge Hernández, min. 75); y Eder.
Goles: 0-1, min. 40: Mouriño. 0-2, min. 55: Eder. 1-2, min. 58: Mayoral (penalti).
Árbitro: Velasco Arbaita, asistido en las bandas por Aostri Durán y González González. Enseñó la tarjeta amarilla a los locales Javi Pérez, Raúl Navarro y Luis Suárez y a los visitantes Darío, Marcos, David Añón y Jorge Hernándes y expulsó por doble amarilla a Álex González.
Incidencias: 35ª jornada en el Grupo I de la Segunda División B. Partido disputado en Los Anexos ante unos cuatrocientos espectadores, cerca de una centena procedentes de Pontevedra.