El Real Valladolid, que sufrió en la primera parte, fue incapaz de doblegar al Lugo en la segunda mitad pese a la expulsión de Luis Ruiz en un duelo sin goles

Duele decirlo, pero así no se asciende. La falta de contundencia se paga. Y por desgracia para este Real Valladolid, a base de empates fuera de casa se llega poco lejos. Habrá quien vea con buenos ojos el empate a cero que rascó el Pucela en casa del Lugo, pero la realidad es que este equipo adolece de contundencia y decisión en los momentos clave, en los momentos decisivos para mostrarse como un firme candidato al ascenso. Los de Luis Cesar Sampedro lo intentaron pero no lo consiguieron después de sufrir en la primera parte y apabullar en la segunda, incluso con un jugador más tras la expulsión de Luis Ruiz a veinte minutos del final.
Y es que este es el problema del Real Valladolid. Hay mimbres, hay material en el vestuario, o eso se lleva viendo a lo largo de toda la temporada, pero a la hora de la verdad no hay ese arranque de campeón que todo equipo épico tiene para alcanzar la gloria. Simplemente, las cosas que deberían salir no salen. ¿De quién es la culpa? Lógicamente, no hay un solo señalado. Vestuario, entrenador, directiva… La cuestión es que el Pucela volvió a perder otra oportunidad de engancharse al play-off.
Y sí, se intentó, pero solo con eso no vale. Luis César dejó claras sus intenciones con la vuelta a la titularidad de Míchel, siempre incisivo, pero al la realidad se hizo paso ante un Lugo peleón y con más alma que los blanquivioletas. El conjunto gallego se encuentra en una situación muy pareja a la del Valladolid en la tabla, con la diferencia de que sus aspiraciones iniciales son otras y a día de hoy juega con la tranquilidad de saberse salvado y que todo lo que consiga en esta Liga ya es a mayores. Una presión menos que le permite jugar de tú a tú con rivales teóricamente superiores como el que tenía este sábado enfrente.
Quizá por eso comenzó el encuentro con un claro tinte gallego. El 4-2-3-1 de Francisco se le atascó a los pucelanos como si de una mala mariscada se tratara y se veía reflejado en constantes ataques de los locales que arrancaron el uy en la grada en varias ocasiones. Simplemente Mario Barco, un hombre llamado a la Primera División más pronto que tarde, no tuvo su día y sí Jordi Masip en las que tuvo. La cuestión es que el marcador no estaba por la labor de moverse.
¿Y el Pucela? Pues a lo suyo. Tembloroso como un flan en defensa y con poca respuesta en ataque, con Mata solo como un islote arriba. Ni siquiera Ontiveros estaba por la labor esta vez, tan colaborador en los anteriores partidos. La continua falta de espacios hizo que el Real Valladolid abusara del patadón para arriba constantemente con poca eficacia, de manera que el Lugo supo hacerse su hueco a la contra para poner en apuros a su contricante. Y es que hay que decir que Albarracín e Iriome eran dos puñales por las dos bandas.
Así se llegó al descanso con más pena que gloria para el Pucela. Debería reflexionar Luis César sobre el papel de sus jugadores, y el suyo propio, en estas situaciones en las que se saca tan poca garra y empuje para sacar el mercado adelante. Simplemente, el Real Valladolid es un equipo desalmado en el sentido estricto de la palabra. Cuando tiene que sacar el orgullo para desatascar el percal, se queda dubitativo en un rincón a la espera de que las cosas se solucionen solas. Y así no se asciende, claro. En este caso concreto, quien poco marca, poco gana.
Eso sí, el papel cambió en el segundo round. El Lugo rebajó el pistón y, aquí sí, al menos los albivioletas supieron estirar líneas para buscar las cosquillas a su rival, hasta el punto de que Luis Ruiz decidió pecar de novato y dejar a su equipo con diez cuando el gol de su equipo podía caer en cualquier momento. Una patada a destiempo a Óscar Plano cuando ya tenía la primera amarilla y a la caseta. El fútbol es tan sencillo que a veces sorprende. Uno más uno son dos.
A partir de ese momento el Pucela despertó. Se dio cuenta de que estaba en el campo de un rival complicado, que en esa eterna persecución del play-off que nunca acaba, como aquel hombre que perseguía siempre el horizonte, no le valía el empate. “Leñe, si ahora sí que lo tengo todo para ganar”, debió pensar Sampedro en su antigua casa, y decidió echar madera al fuego dando entrada a Hervías, Toni Martínez y a Chris Ramos para refrescar el ataque. Pero nada. Agua.
Bien hay que decir en defensa de los pucelanos que escucharon los tres pitidos del final con hasta dos ocasiones en las que el balón terminó en las redes del Lugo, pero ninguna de las dos valió. Una por claro fuera de juego y otra por una, se supone, falta de Toni Martínez en un salto que concluyó con remate y gol que a todos ojos pareció legal. ¿Que vio el árbitro? Él sabrá.
El acoso y derribo, por ende, no tuvo resultado. También hay que alabar que el Valladolid al menos tuviera esa capacidad de echarle bemoles cuando el partido estaba para ello, pero poco hay que decir cuando el marcador termina señalando dos ceros en su haber. Al final esto implica que el Pucela sigue en la pelea por el play-off sin tocarlo otra semana más, con la previsión de que la siguiente jornada quizá se gane o empate en Zorrilla para continuar en la misma situación. Es una especie del día de la marmota futbolístico.
Ficha técnica:
Goles: No hubo
Alineación CD Lugo: Juan Carlos; Lekuo, Bernardo, Josete, Luis Ruiz; Seoane, Pita; Iriome (Jaime 62′), Campillo, Nico (Azeez 73′); Barco (Chuli 82′)
Alineación Real Valladolid: Masip; Antoñito, Olivas, Calero, Moyano; Borja, Luismi (Toni Martínez 74′); Ontiveros (Hervías 62′), Míchel, Plano (Chris Ramos 82′); y Mata
Árbitro: Cuadra Fernández, del colegio balear
Tarjetas: Amarilla para Hervías (69′), Toni Martínez (86′) y Borja (88′), por parte visitante. Expulsó a Luis Ruiz (66′), por doble amarilla
Incidencias: Estadio Anxo Carro. 3.644 espectadores