La llegada en el mercado invernal de Javi Ontiveros ha sido un soplo de aire fresco en una posición en la que el cuestionado Luis César no parecía haber encontrado al jugador ideal

Juventud, desparpajo, desborde y mucha calidad son tan solo algunos de los atributos que definen a una de las perlas de las que ahora disfruta el Real Valladolid. La cesión de Javi Ontiveros ha conseguido dar al ataque blanquivioleta un soplo de aire fresco más que necesario para un equipo que tenía todavía más dependencia de que Jaime Mata embocara a gol las que tuviera.
Llegó casi al cierre del mercado y Miguel Ángel Gómez decía en su presentación que era “una suerte” tener un jugador como Ontiveros en el Valladolid y la verdad es que no se equivocaba el director deportivo porque desde su llegada no ha hecho otra cosa que alegrar la vista de la grada del José Zorrilla.
Había miedo, la juventud y el espíritu fiestero que acompañaban al jugador hicieron que antes de debutar alguno ya comenzara a llamarlo en broma ‘Ohmtiveros’. Razones no faltaban, pero rápidamente se encargó de disipar toda duda con su rendimiento en el terreno de juego. Luis César lo vio claro desde el primer entrenamiento, el chaval estaba más que preparado para jugar y para aportar al equipo desde el minuto.
Además el posible debut era inmejorable, no por ser el derbi ante la Cultural Leonesa, sino por el estilo de juego del conjunto dirigido por Rubén de la Barrera, que juega a tumba abierta, tanto para lo bueno como para lo malo. Cuando el canterano del Málaga saltó al terreno de juego, revolucionó todo el partido con su desparpajo y las ganas de demostrar su valía. Un centro suyo sirvió para provocar un penalti que transformaría Mata y le dio una asistencia al pichichi tras dejar atrás a dos rivales. Tan solo era el comienzo de la relación amorosa con la grada.
Poco a poco Ontiveros fue cogiendo mayor protagonismo dentro del esquema de juego planeado por Sampedro y ya se ha convertido en titular indiscutible, demostrando que tan solo le falta el gol para terminar de desatarse. Cierto es que apenas lleva mes y medio en tierras vallisoletanas, pero se ha visto que está centrado en hacerlo bien y brillar hasta el punto de haberse adueñado definitivamente de la mediapunta en detrimento de un Toni casi inédito desde su llegada y de un Míchel que, aunque ha vuelto a tener minutos, dispone de pocos.
Esa desaparición del murciano está impidiendo un mayor asentamiento suyo en la categoría en una parcela en la que hay una competencia feroz. Prueba de ello es que, al igual que Óscar Plano, ha jugado más por fuera, e incluso Anuar computa para esa pugna, ya que ha ocupado más esa demarcación tanto o más que otros jugadores más acostumbrados a ella. El mediocentro formado en la cantera actúa como un jugador de contención adelantado más que como creador de juego, una faceta que en el Promesas cumplía a la perfección en una categoría que se le quedada pequeña ya.
Ontiveros prefiere actuar desde la banda, pero en la mediapunta está demostrando ser un quebradero de cabeza para las defensas durante todo el partido, o mejor dicho hasta que Luis César decide retirarlo del terreno de juego, porque hasta el momento el malagueño no ha jugado uno completo, aunque es cierto que para conseguir refrescar el ataque, en el banquillo hay jugadores deseqilibrantes como el propio Ontiveros.
El Real Valladolid necesita la aportación de todos y cada uno de sus jugadores para poder aspirar a una promoción que se comienza a antojar cada vez más complicada. La desconfianza en el sistema del entrenador por parte de la directiva y los malos resultados lejos de Zorrilla hacen casi imposible que los blanquivioletas den el salto de calidad que necesitan. Si los pucelanos consiguen mantener a Ontiveros tan enchufado como hasta ahora y logra ser el equipo que debe por historia y plantilla, podrá aspirar a cotas más altas.