El equipo ‘aspirina’ volvió a aparecer y desperdició un 0-1 a favor para dejarse remontar y echar por la borda todo el trabajo de partidos anteriores
Un penalti fallado, una expulsión merecida y dos errores garrafales en defensa hicieron que el Real Valladolid pasara de tener un partido encarrilado a dejarse remontar ante un Córdoba que no había inquietado demasiado la portería de Jordi Masip. Los blanquivioletas volvieron a ser ese equipo sin garra, sin alma, que por momentos se arrastra por el campo, cuando lo que se necesitaba era echar los restos y aguantar un resultado que ya era un regalo llovido del cielo.
Los problemas en la zaga siguen sin solucionarse y cualquier situación adversa hacen que el equipo se derrumbe como un castillo de naipes, a pesar de que en el banquillo hay un entrenador como Luis César Sampedro, que se preocupa tanto por el aspecto psicológico.
Aunque lo realmente alarmante a estas alturas de la temporada es lo mal que ha trabajado la defensa el técnico gallego, siendo su Real Valladolid uno de los equipos más goleados de la liga. Así no se puede aspirar a estar entre los candidatos al ascenso, por mucho que en tus filas tengas al pichichi de la categoría.
Tras ganar al Huesca, el Pucela tenía ante sí la oportunidad de dar un nuevo mordisco hacia la zona de promoción y de ascenso directo. Para ello necesitaba sumar los tres puntos en el Nuevo Arcángel ante un Córdoba necesitado de puntos para acercarse a la salvación. Esto se notó y mucho, porque el conjunto califal salió a comerse el mundo desde el minuto uno.
A sabiendas de esta necesidad, los de Sandoval encerraron poco a poco a los vallisoletanos en su campo, aprovechándose de un Kiko Olivas que sigue sin demostrar el por qué de su fichaje y la marcha de Álex Pérez y Guitián rumbo Gijón. El austríaco Rotpuller acaba de llegar y si consigue adaptarse sería una opción a considerar para cambiar y, quién sabe, conseguir por fin una pareja de centrales sólida. Calero crece en cada partido y por lo menos eso son buenas noticias para el Real Valladolid.
Sin Masip bajo palos, el Córdoba hubiera podido adelantarse en los primeros compases del partido y devolver fantasmas del pasado al cuadro blanquivioleta, que afrontaba este partido con las importantes bajas de Mata y Anuar. Toni Martínez debutó como titular ante la baja del pichichi de la categoría, pero apenas tuvo incidencia en el juego.
Cada pérdida de balón en campo contrario suponía un contragolpe para los andaluces, que tan solo conseguían llegar con peligro al área vallisoletana con este arma, suficiente para hacer temblar las piernas del conjunto de Luis César, que ni siquiera hizo trabajar a Pawel Kieszek.
Fue en una acción del griego cuando el Real Valladolid se adelantó en el marcador, después de forzar una falta lateral al borde del descanso. Hasta entonces, tan solo un disparo desde la frontal de Ontiveros había inquietado al Córdoba. Precisamente de las botas del jugador malagueño surgió el gol que pondría en ventaja a los vallisoletanos con un centro medido que Moyano introdujo en la portería.
Los pucelanos se iban al descanso por delante en el marcador, aunque de forma inmerecida y hacía daño a un Córdoba que quedaba herido de muerte, o eso es lo que todo aficionado blanquivioleta deseaba con todas sus fuerzas para que no se repitiera lo de otros partidos. Los de Luis César Sampedro tenían en su mano el matar el encuentro y demostrar de una vez por todas que se postulaba como candidato al ascenso.
La historia de siempre
Claramente, el resultado posterior muestra que no fue así y, lejos de dominar al Córdoba, el Real Valladolid se atrincheró y comenzó a sufrir más de lo necesario. Este equipo no confía en sí mismo ni cuando va por delante en el marcador y no sabe matar los partidos, lo que es un lastre jornada tras jornada.
Con la salida de Chris Ramos al terreno de juego, los pucelanos recuperaron algo de mordiente en ataque, aunque está claro que el joven llegado del San Fernando no es Jaime Mata, pues a pesar de disponer de ocasiones para hacer gol no consiguió ver puerta.
Situación totalmente diferente a la de Gianniotas, que pasó de héroe a villano en tan solo unos segundos. El griego forzó un penalti con el que muchos se frotaban las manos porque el 0-2 estaba muy cerca. Tan solo se quedó en eso, un espejismo, porque Kieszek se encargó de detener el disparo y las ilusiones blanquiovetas.
Segundos más tarde, el encuentro cambió de manera radical. Más si cabe en la contra franjiverde, que Luismi cortabó con una entrada por detrás sobre un José Manuel Fernández que se retiraba lesionado. La falta del centrocampista le supuso su tercera expulsión de la temporada y, aunque merecida, en la tangana posterior algún jugador del Córdoba pudo seguir su mismo camino.
A partir de ahí, la historia fue la de siempre con el Real Valladolid. Acción negativa y el equipo se tambalea. Bien lo saben los rivales y no dejan ni por un segundo dejar que se recomponga el equipo blanquiovioleta, que tuvo en las botas de Chris Ramos la ocasión más clara para volver a enterrar al Córdoba.
Los de Ramón Sandoval olieron el miedo y lo supieron aprovechar de manera excelente para tirar abajo la defensa pucelana con un soplido. Dos errores en la marca en sendos centros laterales supusieron la remontada local, obra de Jovanovic y Sergi Guardiola. Si duro fue el primer gol, peor fue el segundo, pues Olivas todavía sigue buscando al blanquiverde sobre el campo.
Aún así, los de Sampedro tuvieron opciones de empatar, aunque hubiera sido injusto. El Real Valladolid volvió a ser el ‘equipo aspirina’ y se llevó un correctivo más que merecido por tirar por la borda un partido que era clave. Ahora a pensar en el Rayo y volver a ilusionar una afición que empieza a cansarse.