El Real Valladolid suma su séptimo triunfo seguido como local ante el Getafe, que sigue cuarto pero ve su renta reducida a solo un punto
Hay historias, momentos, que se entienden mejor si se empiezan por el final.

Escuchado el pitido que puso fin a todo, en Los Anexos hubo una explosión de júbilo a la que luego, entre bastidores, alguien puso música latina. Fue la señal última de que la victoria fue de enjundia, porque lo fue. Necesitaba desde hacía tiempo el Real Valladolid demostrar que competir no es solo dejar una buena imagen, que los resultados también se pueden lograr.
A decir verdad, aquellos acordes fueron solo una traca, los fuegos artificiales comenzaron todavía sobre el tapiz. El disparado como aviso tardó en darse, pero cuando lo hizo el grito sagrado de gol despojó de rabia y vino a convertir a su hacedor, Adrián Herrera, no solo en pichichi momentáneo del equipo, sino también en el lobo de Wall Street.
Bien es verdad que no hubo golpes en el pecho, pero su tanto fue como cualquier discurso envolvente de Leo DiCaprio; como el latido estruendoso de quien cree que queda vida, algo por lo que luchar. El eco de aquel gol, emocionante por lento, porque antes de entrar golpeó en la madera, inyectó en sangre los ojos de los pupilos de Víctor Fernández. «Esto no se nos puede escapar», parecían decir concentrados al final en afanarse porque así fuera, y así fue: ni sufrieron.
La intensidad del juego (que no en él) había ido de menos a más, creciente como aquel canto atrayente y de algún modo inspirador. El tanto, de hecho, venía precedido de una buena ocasión de Víctor que Toni, portero del Getafe, despejó con el pie, y antes, de otra de Rafa, que picó con la cabeza por encima del guardameta, que, sin embargo, detuvo el remate cuando parecía que no lo iba a hacer ya.
El propio Rafa y David Sanz fueron parte importante de esa mejoría, puesto que el primero se alojó en el costado izquierdo, cercano a la cal, y maximizó a Nieto. El segundo, además de brega, aportó más sentido al juego y su jerarquía creciente, gracias a la cual –en buena medida– está ya asentado de manera definitiva a las órdenes de Víctor.
Los del sur de Madrid habían sido capaces de llegar alguna vez por fuera por mediación de Héctor y Amaya, aunque nunca crearon peligro, Durante la primera mitad los dos laterales estuvieron muy activos y su equipo intentó buscar sus llegadas a línea de fondo, si bien la defensa blanquivioleta no mostró fisuras y, por ejemplo, desbarató el intento de Héctor después de una buena acción en la que participaron Segura y Riki. Cuando Amaya se lesionó no quedó ni eso. Siño, sin actuar mal, sufrió a Rafa y aportó menos en ataque que el sustituido.
La acción relatada y el primer disparo del partido en el minuto 32 fueron las aproximaciones más peligrosas a las áreas en un primer tiempo en el que las cautelas fueron máximas, sin que ello quiera decir que un conjunto un otro obrara de manera defensiva. La ambición existía, pero sin perder la cabeza, porque cualquier error podía costar caro. Así, el posicionamiento de los dos fue alto, aunque la presión no fue mucha.
Y es que los dos llegaban inmersos en la pelea por la cuarta posición, que todavía ostenta el Getafe, pero ahora con solamente un punto sobre el Real Valladolid, que consiguió al fin una victoria en un envite cerrado y disputado y contra un rival de la parte alta de la clasificación. Lo siguiente que tienen que hacer es intentar volver a ganar fuera, aunque suene redundante. Hacerlo el sábado contra el Atlético de Madrid sería sin lugar a dudas una machada. Una que, ambiciosos, los blanquivioletas buscarán conseguir.
Real Valladolid: David; Arnáiz, Óscar, David Gómez, Nieto; Pablito (Álvarez, min. 77), Orea, Raúl (David Sanz, min. 70), Dali (Rafa, min. 65); Víctor (Tena, min. 90) y Adrián Herrera.
Getafe: Toni; Amaya (Siño, min. 53), Adrián, Alba, Héctor; Tavares, Helguera (Gabri, min. 80); Argu (José, min. 84), Segura, Riki (Mario, min. 46); y Pablo.
Gol: 1-0, min. 85: Adrián Herrera.
Árbitro: David Rivera García. Amonestó al blanquivioleta Orea.
Incidencias: Partido correspondiente a la 22ª jornada del Grupo V de División de Honor, disputado en Los Anexos ante más de cien aficionados.