El nuevo lateral izquierdo del Real Valladolid, que hace apenas unos meses competía en Tercera División, tratará de demostrar a orillas del Pisuerga que la UD Las Palmas no se equivocó en su apuesta el pasado verano

Luis César Sampedro volverá a tener a su disposición dos laterales zurdos naturales. Después de la salida de Ángel, Nacho se quedó como el único futbolista natural de la posición, si bien antes incluso puso un parche que buscaba acabar con los problemas defensivos experimentados en esa zona, el de Javi Moyano. Borja Herrera, tercer fichaje invernal, paliará la ausencia de esa segunda pieza.
No obstante, el grancanario cedido por la UD Las Palmas se acerca bastante al perfil del hoy jugador de la Cultural Leonesa, desde luego, al menos a priori, más que al capitán. Y es que, como Ángel, ha retrasado su posición con el paso del tiempo, después de iniciar su carrera como extremo. Es vertical, rápido y profundo, como al técnico del Real Valladolid le gustan los laterales, y carece de amplia experiencia bajo los principales focos mediáticos.
Debutante en Segunda B en la temporada 2013/14, con el CD Tudelano, vivió allí su primera experiencia fuera de las islas, valedera para su fichaje por Las Palmas. Ni en la entidad navarra ni en el filial amarillo tuvo en un principio un elevado número de minutos en la categoría. En su primer año en la UD, de hecho, descendió a Tercera, donde compitió en las dos campañas precedentes, en las que sí fue una de las piezas más importantes hasta lograr el pasado verano el ascenso a la división de bronce.
El importante salto lo dio de la mano de Manolo Márquez, valedor suyo en su etapa anterior y con quien subió. La apuesta por el sustituto de Quique Setién, sin embargo, no salió como deseaba el club y el final fue precipitado. No solo eso, sino que toda la temporada ha sido (está siendo) abrupta, ya que después del hombre de la casa han estado Pako Ayestarán y Paquito antes de Jémez.
Y ninguno de los tres ‘pacos’ confió en él. La participación de Herrera se ha ceñido a tres partidos de liga y tres de Copa, bagaje escaso del que se espera resarcir en Zorrilla. A sus veinticinco años, pretenderá demostrar una explosión que puede parecer tardía y que, en caso de producirse, le podría servir para volver a las islas con un hueco mayor que el que se le abrió este curso.
Si a la sombra de Dani Castellano no pudo mostrarse, buscará hacerlo fuera. Parecido al veterano canterano por su velocidad y llegada hasta la línea de fondo, y como él reconvertido, se podrá hacer con el puesto solo si da un salto a nivel defensivo, ya que todavía no ha confirmado a través de rendimiento en el fútbol profesional su adaptación a la posición, en la que comenzó a jugar durante la temporada pasada.
Le fue suficiente para saltar al primer equipo, aunque ahora haya salido. Que le sea suficiente también para tener continuidad, ahora como jugador blanquivioleta, lo dirá el tiempo.