Luis César se plantea cambiar el dibujo para responder a las dudas recientes que suscitan los resultados
En las últimas semanas el juego y el sistema del Real Valladolid han sido sometido a un intenso debate, algo habitual cuando los resultados, como ahora, no acompañan. Una solución, propuesta ya en estas líneas, pasaba por la inclusión de un tercer central. Otra, también aquí lanzada, por un centro del campo algo más defensivo, por lo menos en apariencia, como con un trivote, que Luis César parece estar barajando de cara al partido contra el CD Numancia.
Así lo ha sugerido en la rueda de prensa previa al choque, en la que confirmó la presencia de Anuar y Cotán en sustitución de los sancionados Borja y Luismi. El tercer elemento que opta a ser titular, en parte si se recupera de las molestias recientes, es Alberto Guitián, quien conoce también la posición y que vendría a dar mayor empaque a la zona en labores defensivas.
Con ese tercer centrocampista, el Pucela ganaría en solidez defensiva sin perder necesariamente creatividad. Contando con que el cántabro sería el medio defensivo, Cotán sería el principal responsable de generar juego y jugador Anuar el más libre para ‘volar’.
Precisamente este vuelo es, seguramente, lo que más jugó en contra del ceutí para continuara firme en el once. Si bien el problema es estructural, ya que el conjunto blanquivioleta acumula demasiados jugadores por delante del balón y no es capaz de activar los mecanismos para detener el juego del rival tras pérdida como sí lo fue en las primeras jornadas, Sampedro ha buscado una solución sin alterar la idea inicial. Sin éxito, hasta el momento, pero es que con Anuar tampoco lo tuvo.
Sin ser el responsable directo de aquello que al equipo le acontece, el ser el centrocampista menos dotado tácticamente ha ido en contra del canterano (que a cambio ha demostrado tener otras virtudes). ¿No vale con un jugador que le cubra, con un medio posicional? No. No por él, sino porque, como se ha comentado, es necesario ganar un jugador más por detrás del balón que se sume a la última línea de tres dibujada habitualmente, si no como cuarto hombre, sí en el segundo escalón.
De esta manera, retrasando la posición de una de las piezas de arriba, y dando por sentado que la salida de balón no tendría por qué modificarse, el 1-3-3-3-1 dejaría paso a un 3-4-2-1 en el que Guitián haría las veces de Borja, los centrales continuarían abriéndose y en la segunda línea habría cuatro piezas: los dos laterales y los dos mediocentros restantes.
Ancelotti y el árbol de Navidad
Carlo Ancelotti, exentrenador del Bayern de Múnich o del Real Madrid, entre otros, vivió una época dorada en el AC Milan entre 2004 y 2007 en la que el dibujo preponderante fue, como él mismo lo denominó en su libro, con forma de árbol de Navidad; un 4-3-2-1 que repitió, por ejemplo, como técnico merengue.
Por concretar en esta etapa en el Santiago Bernabéu, por tener más similitudes en las actitudes del bloque defensivo, el italiano dispuso muchas veces de un centro del campo con Xabi Alonso, Modric y Khedira, en el que el primero era quien se incrustaba entre los centrales y los dos últimos los interiores que se repartían las ayudas exteriores y los roles de creador y corrector-llegador.
Esas ayudas de los interiores no son baladí: Marcelo siempre fue un potro desbocado que necesitó como mínimo eso, y en el otro costado, cuando Carvajal volvió tras ‘hacerse hombre’ en Alemania, sucedió algo parecido. Ante el retorno a veces incompleto de los laterales (un mal que está costando muchos disgustos al Valladolid), sumar hombres en el repliegue, por detrás del balón, o por lo menos cercanos, es de vital importancia.
Este planteamiento, además, era de liberación de los jugadores ofensivos, Özil, Cristiano y Benzema, o antes otros como Rivaldo, Rui Costa, Kakà o Inzaghi, siempre tendentes al descuido una vez su línea (fuera de presión o de situación) era superada. Aunque pudiera considerarse que estos –los que fueran– dibujaban una línea de tres, era más bien un triángulo: el ‘nueve’ ejercía como tal y sus dos acompañantes jugaban unos metros por detrás, más o menos abiertos en función de sus características y siempre para relacionarse con aquellos que se acercaban a sus zonas de influencia, sin desconectarse del juego.
No hay, en el caso del Real Valladolid, dos jugadores más dotados que el resto para formar esa línea de dos por detrás de Mata, que se presume todavía referencial. En función de las relaciones que quisiera establecer Luis César se despejarían los nombres de los titulares, aunque en el pasado, bajo la formación 4-2-3-1, ha habido alguna pista, como que en ocasiones Óscar Plano e Iban Salvador prácticamente se solapaban, con uno de ellos en el carril del diez y el otro instalado en un pasillo interior.
Pero, como en esa formación, nadie está descartado, hasta un extremo puro como Pablo Hervías puede tener su hueco. Más que de sistema, se estaría hablando de un ecosistema, algo vivo donde la altura de lo laterales o la situación de esos dos mediapuntas determinaría la simetría o la fortaleza de una u otra zona del campo. Todo gracias a la retirada de un jugador del más simétrico 4-2-3-1 con una finalidad aparentemente defensiva. Quién lo diría.